6

76 23 11
                                    

En cuanto Minho entró en el invernadero de cítricos, se vio asaltado por una marea de aromas... Naranjas, limones, laureles y mirtos inundaban con su olor el ambiente del lugar, templado gracias al sistema de calefacción. En el suelo embaldosado de aquel edificio rectangular se abrían una serie de respiraderos cubiertos por unas rejas metálicas, lo que permitía que las calderas emplazadas en el sótano calentaran la planta superior de manera uniforme. La luz de las estrellas se filtraba a través del techo de cristal y de las brillantes ventanas, iluminando las diferentes terrazas interiores rebosantes de hileras de plantas tropicales.

El invernadero estaba en penumbra y tan sólo la parpadeante luz de los faroles exteriores mitigaba la oscuridad. Cuando Minho oyó el sonido de unos pasos, se giró de inmediato para enfrentar al intruso. La postura de su cuerpo debió denotar cierta inquietud, ya que Bang lo tranquilizó con voz baja y serena:

—Sólo soy yo. Si prefiere que nos encontremos en otro lugar...

—No —lo interrumpió Minho, que encontraba gracioso el hecho de que uno de los alfas más poderosos de Inglaterra se refiriera a sí mismo como «sólo soy yo»— Me gusta el invernadero, En realidad, de todas las estancias de la mansión, ésta es mi favorita.

—La mía también— confesó Bang mientras se acercaba a él muy despacio— Por varias razones, entre las que destaca sin la intimidad que ofrece.

—No disfruta de mucha intimidad, ¿verdad?Con todas esas idas y venidas a Stony Cross Park.

—Suelo encontrar el tiempo suficiente para estar solo.

— ¿Y qué hace cuando está solo?—La situación en sí comenzaba a parecer un tanto irreal: estaba en el invernadero con Bang, observando cómo los errantes destellos de los faroles iluminaban los contornos severos, aunque elegantes, de su rostro.

—Leer—contestó con voz profunda.—Caminar. De vez en cuando nado en el río.

De repente, Minho se sintió enormemente agradecido por la oscuridad reinante, dado
que la idea de ese cuerpo desnudo deslizándose por el agua le acababa de provocar un profuso rubor.

Tras confundir su repentino silencio con un posible malestar cuyo origen mal interpretó por completo, Bang dijo con brusquedad:

—Joven Lee, debo disculparme por lo que sucedió esta tarde. No se cómo explicar mi comportamiento y lo único que se me ocurre es que se trató de un momento de locura que jamás volverá a repetirse.

Minho se tensó un tanto al escuchar la palabra «locura».

—Esta bien—contestó—. Acepto sus disculpas.

—Puede quedarse tranquilo, ya que le aseguro que no lo encuentro deseable de ninguna de las maneras.

— Lo entiendo. No hay más que decir, milord.

— Si nos dejasen solos en una isla desierta, ni se me ocurriría acercarme a usted.

—Lo comprendo—replicó Minho de forma sucinta—. No tiene por qué extenderse en su
explicación.

—Lo único que quiero es dejar claro que lo que hice fue una completa aberración. Usted no es el tipo de omega por el que pudiera sentirme atraído.

—De acuerdo.

—De hecho....

—Ya lo ha dejado bastante claro, milord— interrumpió Minho, que frunció el ceño al darse cuenta de que ésa era con diferencia la disculpa más molesta que había recibido
jamás—. No obstante y como mi padre suele decir, toda disculpa honesta debe ir acompañada de una compensación.

Blossom in Autumn ⏐ChanhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora