Blossom in Autumn ⏐Chanho

13

Acompañado de Yongbok y Jeongin para que lo encubrieran, Minho abandonó el salón de baile con el simple pretexto de ir a retocarse. Según el improvisado plan que habían tramado, ambos lo esperarían en la terraza posterior mientras él procuraría, a su vez, reunirse con lord Han en el jardín. Cuando regresaran al salón, le asegurarían a Jihwa que habían permanecido juntos todo el tiempo.

— ¿Estás se—seguro de que no es peligroso encontrarse a solas con lord Han? —preguntó Jeongin cuando caminaban hacia el vestíbulo de la entrada.

—Por supuesto que no lo es —le contestó Minho con seguridad—. Bueno, tal vez intente tomarse algunas libertades, pero de eso se trata, ¿no es cierto? Además, quiero comprobar si mi perfume funciona con él.

—No funciona con nadie —replicó Yongbok, irritado—. Al menos, no en mI caso.

Minho miró de soslayo a Jeongin.

— ¿Y tú, Innie? ¿Has tenido suerte?

Yongbok contestó por él:

—Innie no ha permitido que nadie se le acerque lo suficiente como para comprobarlo.

—Bueno, pues yo voy a darle a Han la oportunidad de olerlo bien. Por todos los santos, este afrodisíaco tendría que tener algún efecto sobre un notorio libertino.

—Pero si alguien los descubre...

—Nadie nos va a descubrir —lo interrumpió Minho, que empezaba a impacientarse— No sé de ningún otro alfa en toda Inglaterra con más experiencia que lord Han a la hora de escabullirse de un lugar para tener una cita clandestina.

—Será mejor que tengas cuidado —le aconsejó Yongbok—. Las citas clandestinas son peligrosas. He leído sobre cientos de ellas y ninguna acaba bien.

—Será una cita muy breve —le aseguró su hermano—. Un cuarto de hora a lo sumo. ¿Qué puede suceder en ese intervalo de tiempo?

—Por lo que Hyunjin cuen—cuenta —contestó Jeongin con actitud sombría— muchas cosas.

— ¿Dónde está Hyunjin? —preguntó Minho al caer en la cuenta de que no lo había visto en toda la noche.

—Esta tarde no se sentía muy bien, pobrecito —informó Yongbok—. Parecía estar a punto de vomitar. Me temo que tal vez no le haya sentado bien algo que tomó durante el almuerzo.

Minho compuso una mueca de asco y se estremeció de arriba

—Sin duda, fue alguno de esos platos de anguilas, de menudillos de ternera o de patas de pollo...

Yongbok lo miró con una sonrisa.

—Ni se te ocurra pensar en eso. Acabarás por ponerte enfermo. De cualquier modo, el señor Seo lo está cuidando.

Salieron a través de las puertas francesas situadas en la parte posterior del vestíbulo y se adentraron en la terraza embaldosada, que a esas horas se encontraba vacía. El más pequeño de los Lee se giró para agitar un dedo en actitud burlona frente a su hermano.

—Si tardas más de un cuarto de hora en regresar, Jeongin y yo iremos a buscarte.

La respuesta de Minho fue una ligera carcajada.

—No me retrasaré. —Guiñó un ojo y sonrió al ver el semblante preocupado de Jeongin—. Estaré bien, Innie. Tú piensa en las cosas tan interesantes que podré contarte a la vuelta.

—Eso es lo que me a—asusta —replicó Jeongin.

Minho se alzó las faldas para descender por una de las escalinatas traseras y se aventuró hacia los jardines, dejando atrás los añosos setos que formaban una muralla impenetrable alrededor de los niveles inferiores. El ambiente de los jardines, iluminados por la luz de los faroles, estaba plagado de colores y fragancias otoñales: hojas doradas y cobrizas; profusas franjas cargadas de rosas y dalias; plantas en flor y parterres cubiertos por una mezcla de hojas aún verdes y paja que despedía un agradable e intenso aroma.