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No estaba claro si había sido Yongbok quien «destapara la olla», como se decía en Nueva York, o si habían sido las noticias que trajera Hyunjin, a quien tal vez su marido hubiera informado acerca de la escena de la biblioteca.

De lo único que Minho podía estar seguro, cuando se unió al resto de los floreros para el aperitivo de media mañana en la sala de desayunos, era de que sus amigos lo sabían. Podía leerlo en sus rostros: en la cara desconcertada de Jeongin, en el aire conspirador de Yongbok y en la estudiada indiferencia de Hyunjin . Minho se sonrojó y evitó la mirada de todos mientras se sentaba a la mesa. Siempre había mantenido una fachada de cinismo y la había utilizado como defensa contra la vergüenza, el miedo o la soledad... Sin embargo, en ese momento se sentía inusualmente vulnerable, Hyunjin fue el primera en romper el silencio.

—Hasta ahora, ésta ha sido una mañana de lo más aburrida. — Con un gesto elegante, se llevó la mano a la boca para ocultar un fingido bostezo—. Espero que haya alguien que pueda animar la conversación. ¿Algún chisme que compartir, por casualidad? —Su mirada burlona se clavó en la expresión consternada de Minho. Un sirviente se acercó para llenar la taza de té del mayor de los Lee y Hyunjin esperó hasta que se hubo apartado de la mesa para continuar—. Has aparecido bastante tarde esta mañana, Honnie. ¿No has dormido bien?

Minho entre cerró los ojos para observar a su jovial y sarcástico amigo, mientras oía toser a Jeongin, que estuvo a punto de ahogarse con un sorbo de té.

—En realidad, no.

Hyunjin sonrió; tenía un aspecto absolutamente radiante.

— ¿Por qué no nos cuentas tus noticias, Minho, antes de que yo les cuente las mías? Aunque dudo de que las mías puedan considerarse ni la mitad de interesantes.

—Al parecer, ya están enterados de todo —musitó Minho, que trató de ahogar su bochorno con un largo trago de té.

Puesto que lo único que consiguió fue abrasarse la lengua, dejo la taza sobre la mesa y se obligó a enfrentar la mirada de Hyunjin, que se había suavizado y le ofrecía un alegre apoyo.

— ¿Te encuentras bien, Honnie? —preguntó Hyunjin con delicadeza.

—No lo sé —admitió Minho—. No sé ni cómo me siento. Estoy entusiasmado y feliz, pero también, de algún modo...

— ¿Asustado? —murmuró Hyunjin.— El Minho de hacía un mes habría preferido que lo torturaran hasta la muerte antes que admitir por un momento el miedo que sentía, pero se descubrió asintiendo.

—No me gusta estar indefenso ante un alfa que no es conocido precisamente por su sensibilidad o por su misericordia. Es evidente que nuestros temperamentos no encajan muy bien.

—Pero ¿te atrae físicamente? —preguntó Hyunjin.

—Por desgracia, sí.

— ¿Y por qué lo consideras una desgracia?

—Porque sería mucho más fácil casarse con un hombre con el que se comparte una amistad superficial en lugar de... de...

Los tres jóvenes se inclinaron hacia él para no perder palabra.

—¿En lugar d—de qué? —preguntó Jeongin, con los ojos abiertos de par en par.

—En lugar de esta ardiente, desgarradora, colosal y, sin duda, indecente pasión.

—Madre del amor hermoso... —dijo Jeongin casi sin aliento al tiempo que se reclinaba en su silla; Hyunjin, por el contrario, no dejaba de sonreír y Yongbok, fascinado, contemplaba a su hermano con curiosidad.

— ¿Y todo eso por un hombre cuyos besos no son más que «pasables»? — preguntó Hyunjin.

Los labios de Minho se curvaron en una sonrisa mientras contemplaba las vaporosas profundidades de su taza de té.

Blossom in Autumn ⏐ChanhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora