Aylin se despierta en su celda, la luz de las llamas proyectando sombras inquietantes en las paredes. El resplandor de fuego, que durante mucho tiempo había sido una constante en su vida, ahora le parece casi burlón. Las llamas parpadean de una manera que parece sincronizada con los fragmentos de recuerdos que comienzan a invadir su mente. Estos recuerdos surgen como destellos repentinos, a menudo sin previo aviso, y la abrumadora sensación de dolor y arrepentimiento que traen consigo hace que Aylin se pregunte sobre la verdad de su pasado y el motivo por el cual está condenada a esta existencia interminable.
A medida que los recuerdos se vuelven más frecuentes, Aylin empieza a entender que están vinculados a los eventos de su vida anterior. La claridad en estos recuerdos es difusa y fragmentaria, pero hay algo en ellos que resuena con una verdad incómoda. Las imágenes del pasado, intercaladas con las sombras de su presente, comienzan a tejer una narrativa que la inquieta y la impulsa a buscar respuestas.
Una tarde, mientras Aylin se encuentra en uno de los pasillos del Dominio, los recuerdos la golpean con una intensidad inesperada. Se encuentra de repente en un campo árido, con un cielo gris que parece opacar el sol. Delante de ella, una tumba de piedra, fría y desolada. En la lápida, el nombre "Aylin Verdriet" está grabado en letras frías y distantes. La tumba es un monumento a una vida que terminó de manera prematura y trágica.
El campo está lleno de otras tumbas similares, todas marcadas con nombres de Ignis Custodes que, al igual que ella, han sido atrapados en el Dominio. El viento que sopla a través del campo lleva consigo un lamento sordo, una manifestación de la desesperanza que impregna el lugar. Aylin se acerca a la tumba, tocando la fría piedra con las yemas de los dedos. El contacto con la piedra la llena de una sensación de vacío y resignación, un recordatorio de que el ciclo de su sufrimiento está ligado a esta tumba, a esta vida que ha dejado atrás.
El campo es un espejo distorsionado de su realidad actual, un lugar donde los ecos del pasado se entrelazan con el presente. La tumba de Aylin, junto a las otras, representa un capítulo de su vida que no puede olvidar, un capítulo que, ahora más que nunca, parece crucial para entender su condena en el Dominio.
Esa misma noche, Aylin se encuentra con Bassiel en una pequeña sala de descanso, un rincón del Dominio donde la tensión y el miedo se disipan un poco, aunque sólo temporalmente. El ambiente es frío y austero, con solo un par de bancos de piedra y una tenue luz proveniente de una antorcha que parpadea en la esquina. La conversación entre ellos comienza con un tono de preocupación y vulnerabilidad.
—He estado teniendo recuerdos, fragmentos de mi vida anterior —comienza Aylin, su voz temblando mientras intenta encontrar las palabras correctas—. Recuerdo decisiones equivocadas, arrepentimientos... todo lo que me llevó a este lugar.
Bassiel la mira con empatía, sus ojos reflejando una comprensión profunda del tormento que Aylin está experimentando. Se sienta al lado de ella, el silencio entre ellos es un testimonio de la gravedad de la conversación.
—No estás sola en esto —responde Bassiel con una voz suave pero firme—. Muchos de nosotros hemos tenido visiones del pasado, fragmentos de recuerdos que nos atormentan. No siempre sabemos por qué suceden, pero son parte de la prueba que debemos superar.
Aylin siente un leve consuelo en las palabras de Bassiel, pero su mente está llena de una confusión creciente. Las imágenes del pasado parecen tener un propósito, algo más allá de simplemente atormentarla.
—¿Y qué pasa si esos recuerdos son la clave para encontrar una salida? —pregunta Aylin, con una chispa de esperanza en sus ojos—. ¿Qué pasa si nos muestran la verdad detrás de todo esto?
Bassiel se toma un momento para reflexionar, su rostro marcado por una expresión de duda y preocupación. La idea de encontrar una salida a través de los recuerdos es una esperanza tentadora, pero también es una idea que conlleva riesgos.
—Es una posibilidad —admite Bassiel—. Pero también hay riesgos. A veces, nuestros recuerdos pueden ser manipulados o distorsionados. Debemos tener cuidado de no dejar que nos lleven por el camino equivocado. Los ángeles superiores tienen la capacidad de jugar con nuestras percepciones, y nuestros recuerdos no son siempre lo que parecen.
Aylin asiente lentamente, comprendiendo la advertencia implícita en las palabras de Bassiel. La posibilidad de que sus recuerdos hayan sido alterados por los ángeles superiores agrega una capa de incertidumbre a su búsqueda de la verdad. La idea de que sus recuerdos pueden ser una trampa, un instrumento de manipulación más que una guía hacia la liberación, es una perspectiva perturbadora.
—Entonces, ¿qué hacemos? —pregunta Aylin, su voz cargada de una mezcla de desesperación y determinación—. ¿Cómo podemos discernir la verdad de las ilusiones?
Bassiel mira a Aylin con una intensidad que refleja su propia preocupación y esperanza. La búsqueda de la verdad en medio de la confusión es un desafío monumental, pero es uno que ambos deben enfrentar si quieren encontrar una forma de liberarse.
—Debemos ser cautelosos —responde Bassiel—. Observar los patrones en nuestros recuerdos, buscar coherencia en medio del caos. Y, sobre todo, mantenernos unidos. La fuerza en la verdad puede ser nuestro faro en esta oscuridad.
La conversación entre Aylin y Bassiel se llena de un silencio contemplativo mientras ambos reflexionan sobre la complejidad de su situación. El peso de la verdad y la posibilidad de encontrar una salida a través de sus recuerdos se siente abrumador, pero también proporciona una chispa de esperanza en medio de la desesperación.
A medida que la noche avanza, Aylin se siente envuelta en una nube de incertidumbre. El campo de tumbas y los fragmentos de recuerdos se entrelazan en su mente, creando una imagen confusa pero significativa de su pasado y su presente. El deseo de entender su condena y encontrar una forma de liberarse de ella se vuelve más fuerte con cada momento que pasa.
Con el tiempo, Aylin regresa a su celda, el silencio y la oscuridad de su entorno ofreciéndole un breve respiro de la opresión constante del Dominio. Mientras se acurruca en el suelo frío y duro, su mente sigue girando alrededor de las imágenes del pasado y las posibilidades del futuro.
Aunque el camino hacia la verdad está lleno de incertidumbre y peligro, la conversación con Bassiel le ha dado una nueva perspectiva sobre su situación. El peso de los recuerdos y la búsqueda de una salida se convierten en una fuente de fuerza y determinación, impulsándola a continuar su lucha en medio de la oscuridad.
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Cementerio para una mariposa
FantasyQue mis alas se despegen de esta podredrumbre llamada mortalidad