Epílogo

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Entre gritos y corridas, el barrio se escuchaba demasiado ruidoso. No se sabía si era que el verano se acercaba o que los niños ya habían crecido lo suficiente para transformarse en adolescentes ruidosos. El sonido del tráfico a la lejanía se entremezclaba con el ladrido de los perros, y los chicos jugando.

Los pasos resonaron hasta que se detuvieron. El ruido dejó de oírse, y la serenidad del ambiente la rodeó, como la calma que precede la tormenta. Vio una reja pesada corroída por la vegetación que parecía devorarla sin piedad. Hecho un vistazo más allá, con curiosidad y espanto, notando la tierra negra y sin vida, los árboles avanzando entre los que parecían vestigios de una casa.

Una extraña sensación rodeó a la joven de ojos negros. Permaneció allí, hasta que una chica se posó delante suyo. Sus ojos del color del cielo la devolvieron a la realidad.

— ¿Qué pasa? —le preguntó. Y la chica de mirada curiosa negó.

— Sabes, una vez soñé que allí había una casa muy grande y terrorífica —respondió. Su amiga le sonrió, sosteniendo su mano para llevarla lejos de allí.

— No digas tonterías —canturreó entre risas. Toda la melancolía y oscuridad que le transmitió ese terreno se disipó una vez se alejó de allí. Olvidándose de aquel sueño y de lo que le transmitía, porque no había nada allí.

Solo tierra y cenizas.



FIN

La Heredera |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora