Capítulo 16 - Yesenia

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El terror subió por su espalda y se instaló en su garganta. Quería gritar pero ahogó su voz al ver a Bastian frente a ella. Estaban en una habitación oscura y vacía. Solo ella y él. Se vio a sí misma con las manos sujetas a unas cuerdas.

Las paredes de la habitación estaban desnudas, la madera quebrada y la humedad daba la sensación de dibujar extrañas caras sobre la pared.

— Bastian —lo llamó pero no hubo ninguna reacción en aquella expresión vacía—, Milo. Soy yo, tienes que volver, ayúdame —le dijo, pero no la escuchaba porque no era él mismo en aquel momento.

— Has crecido bien —susurró; su voz era mecánica y glacial, como un robot hablando—. Esta vez, te has tardado más en volver a casa —la sonrisa que emitió no era una sonrisa, más bien se trataba de una mueca terrorífica. A ella se le congelaba la sangre cada vez que él hablaba, y se daba cuenta lo sola que estaba.

Su única guía y ayuda en aquella locura, estaba en las profundidades de una mente envenenada por un terrorífico monstruo.

— ¿Por qué haces esto? —le preguntó, silenciosas lágrimas caían por su rostro.

— Necesito que pagues el precio de lo que hiciste. No me importa cuantas veces me lleve —respondió con monotonía.

— Podrías haberme matado ya —dijo Yesenia, viéndolo ponerse de pie hasta llegar a ella.

— Él aún se niega a ceder completamente —respondió, haciéndole saber que Bastian seguía luchando. Sus manos frías recorrieron cada rasgo de su rostro hasta terminar en el cuello, que lo sostenía con una fuerza que iba creciendo.

La oscuridad no se iba de Bastian a medida continuaba ejerciendo presión. Yesenia luchaba por moverse y zafarse del agarra, intentó golpearlo pero no era fácil deshacerse de su agarre.

— Perdón —le susurró una y otra vez, hasta que logró golpearlo con fuerza. Bastian se retrajo, soltándose y la expresión de su rostro cambió en un instante.

— Yes... —exclamó confundido, miró la oscuridad de la habitación con horror y notó las lágrimas en el rostro de Yesenia. En un instante comprendió lo que ocurría y la ayudó a soltarse— Tienes que huir antes de que te encuentre, no sé cuánto tiempo más tengo —le aseguró, sosteniendo sus brazos para ponerla de pie.

Yesenia lo miraba con dudas. Quería huir pero sabía que no era la solución, y no podía dejarlo solo.

— Vete de esta casa, no vuelvas —insistió él, con los ojos rojos por la rabia. Yesenia respiró hondo, el corazón latía deprisa pero sabía que no podía perder tiempo.

— Voy a solucionar esto, lo prometo —le aseguró, y antes de cerrar la puerta, lo atrajo por la camisa hacia ella, dejando un fuerte besos en sus labios. Ni siquiera sabía cómo se había atrevido a hacer eso, pero si acaso ambos morían de nuevo, no podía quedarse sin haber intentado besarlo.

Cerró la puerta, dejándolo solo y confundido. No había ninguna llave ni nada para obstaculizar el camino. Y buscando una salida, se percató que la habitación era la misma de sus sueños; la habitación de él.

Mirando a través de las ventanas se dio cuenta que estaba en una de las torres de la casona, una zona que ni siquiera recordaba haber estado y mucho menos explorado en aquella vida. En medio de la agitación, buscó alrededor una salida, con su mente solo con un objetivo: deshacerse de una forma u otra del fantasma de Alfonzo Aldrich.

******

La paranoia se incrementaba en su cuerpo. Miraba a todos lados, esperando encontrar a Bastian pero no lo veía, tampoco oía sus pasos. La mansión continuaba sumida en la oscuridad y no se había atrevido a encender las luces; sus ojos ya estaban acostumbrados a la tenue luz que ingresaba a través de las ventanas.

La Heredera |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora