Capítulo 14 - Diana Vasirani

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Siempre fui más débil que el resto. Eso lo supe desde que era una niña. Mi cuerpo muchas veces me traicionaba aunque intentaba mantenerme al ritmo de los demás. Si mi hermana me pedía correr, yo lo hacía aunque luego me faltara el aire y mi cuerpo doliese. Siempre me amoldaba al resto, porque no quería ser menos, porque quería las mismas oportunidades y desafíos, porque no quería ver la pena y tristeza en los demás.

Lo único que siempre quise fue ver feliz al resto, y ser feliz yo misma. Pero todos mis sueños e ideas se hicieron a un lado cuando mi salud se deterioró. No tenía fuerza, estaba cansada, tosía todo el tiempo y la palidez de mi cuerpo me hacía sentir un fantasma. Me estaba muriendo en vida, y lo podía sentir.

Extrañaba a mis dos mejores amigos pero de alguna forma, mi estado me alejaba de ellos, además de la rigurosidad que mi familia ponía en mi. Era la mayor, quien tenía todas las responsabilidades, la que tenía el derecho de entender el negocio familiar para después tenerlo.

Podía oír como me decían...la heredera. Pero lo decían con un tono despectivo, porque había heredado la fortuna de padre pero la salud de mi madre. Estaba destinada a vivir entre la comodidad y la abundancia, o en la miseria de un cuerpo que no funcionaba y una mente deteriorada. Y aunque mi padre trajera los médicos más respetados de la ciudad, mi estado continuaría deteriorándose. Incluso lo había escuchado hablar sobre recurrir a la medicina alternativa, pero era un hombre religioso y temeroso de la ira de Dios.

Mis días solo pasaban luchando contra sueños extraños, obligando a mi propio cuerpo a funcionar y haciendo que mi mente no me traicione. Lo único bueno de mi vida era dibujar en la sala, mirar de lejos las fiestas llenas de personas felices y maravillarme con la música. A veces escuchaba en mi tocadiscos alguna canción que me gustara, e imaginaba que mi vida era mucho más que lo que encerraban esas cuatro paredes.

Me gustaba ver a Chiara crecer. Se había convertido en una chica hermosa y vital, siempre acompañada de su perro guardián. Cuando creían que estaban solos, podía notar como ellos se movían alrededor del otro, como imanes. Milo y Chiara siempre habían estado destinados uno al otro, más allá de lo que quisiera la madre de él. Y me gustaba creer que con mi silencio y distrayendo a la institutriz, yo protegía su secreto. Ellos eran mis mejores amigos, y haría lo que sea por ellos.

Hay días en que mi humor es extraño. Demasiado susceptible, demasiado enojada con el mundo. Hay otros días en que siento que soy realmente yo, optimista y luchadora. Pero son esos momentos de tristeza, de lágrimas sin sentido, los días en que la cama me obliga a estar tirada y mi espíritu está abatido que siento que el mundo podía terminar y no me importaría. Siento una energía rodearme, venenosa y pesada, que hace que mi espíritu sea oscuro y melancólico. Me obliga a tener pensamientos de odio y muerte que no tenía. Me hace cuestionarme si mi vida vale la pena y si las personas que me rodean me aman y les importo. Son esos momentos los que me aterran, donde mis defensas están bajas, mi corazón está triste y mi mente crea juegos engañosos.

A veces creo que soy afortunada por tener todo, y a veces cruza por mi mente, que tal vez las personas juegan conmigo para deshacerse de mí. Pero, ¿por qué tengo esos pensamientos? ¿Son míos, o son de alguien más? Será que la oscuridad ya está dentro de mi, que sale en esos instantes que mi mente se desconecta. Durante esos momentos que no recuerdo y fragmentos de vida que son una oscuridad.

Mi enfermedad llegó a mi cabeza, o tal vez, el veneno que oculta esta casa se instaló en mi mente. El veneno tiene nombre y apellido, lo percibo en cada paso, en cada respiración. Está ahí, esperando dormido a que yo caiga. Para ahogarme y despedazarme, para usar mi cuerpo y mi mente a su voluntad. Y aunque sé que algunos podrán decir que me estoy volviendo loca, yo sé muy bien, que él busca venganza de aquella niña y va a usarme para cumplirla. Pero con lo que él no cuenta, es que más allá de mi debilidad, tengo la perseverancia de detenerlo.

Y ni siquiera la muerte lo impedirá.

La Heredera |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora