Capitulo 1: Parte 2

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Después de eso no había nada más de que hablar, todo estaba dicho, todo estaba hecho y la entidad volvió a su silencio, pero desde donde fue tocada, sintió como si alguien penetrara su piel, una marca de una dorada mano cuál irradiaba una luz esperanzadora, aquel sello en su cuerpo se expandía y en cada célula que portaba se sentía traspasada por una extraña y blanquecina aura, cada segundo se hacía más fuerte y veía cómo todo lo que antes era oscuridad a su alrededor desaparecía al tener una blancura fulminante sobreponiéndose.

_ ¿Una alucinación antes de morir como confirmación de mi locura entonces?, que gracioso, justo cuándo vuelvo a tener algo de ganas de mantener toda estúpida memoria... -. Era dicho con resignación a aceptar lo que acontezca ahora con ella y el brillo de su cuerpo se apagaba.

Entonces tras sus tristes palabras su espalda arqueaba, sus brazos llenos de marcas pasadas, totalmente expuesta a la intemperie, se lograba apreciar mejor su piel de níveo color, su larga y colorida caballera empezaba en el espacio flotar, exponiendo mejor sus exhuberantes caderas y senos de considerable tamaño, sus finas cejas y sus ojos algo caídos que portaban filosas pestañas de estelar forma, se podía apreciar a sus pupilas dilatándose y viendo fijamente hacia el frente, así su iris logro verse mucho mejor, se captaba un negro que parecía llevarte a un abismo interminable, al igual que el denso lienzo de capilares folículos de azabache color que con pinceladas de colores moradas, verdes y blancas, creaban una bella pintura en su cabello.

Por último al enfocarnos en la respiración que cada vez se intensificaba, podía observar su celestial nariz y boca, cuál tenía labios que aunque estuvieran agrietados, cautivarían a cualquiera.

Y al volver oxigenar con fuerza sus venas, la vida vuelve a ella.

Pero no debía confiarse aun, los cambios que iba a tener que soportar, crearían un estrés extremo tanto en esta, como en todas sus formas; contemplando el cambio actual comienza a expulsar e inhalar gran cantidad de aire y un acelerado ritmo cardiaco, calentaba y apresuraba la corriente sanguínea como si estuviese a punto de estallar.

En ese momento, mientras ella reflexionaba en el dolor que sentía dejaba atrás junto a las cadenas de su cuerpo, la existencia entera y ella misma se le volvía difusa en cuanto a límites divisorios conceptuales, físicos y mentales, y aunque no lograse ver nada, en contradicción ante lo anteriormente formulado, podía llegar a observar detenidamente suceso pasado, presente o de futuros imposibles y demasiado lejanos, sintiendo la vibración de las cuerdas del bajo mundo que nos conforma, hasta las olas de gravedad producidas por la colisión de los gargantuescos astros de nuestro cosmos, todo empezaba a ser no solo parte de ella.

Vivió cada vida y cada muerte, escuchó todo en toda frecuencia, al mismo tiempo que divisaba las cosas de todas las formas posibles, antes que se perdieran en la infinitud y colapsará todas las cosas en una negrura, que incluso parecía de vez en cuando serle un comienzo de un final mucho mayor, Inexistente o un muro denso e inquebrantable que marcaba el final de la posibilidad de sensación.

Cada emoción o sentimiento: desde el más iracundo hasta el que fulmina con su acogedor brillo.

Cada sensación fuese la de una marca nauseabunda como aberrante o la del agua sumergiendo nuestra piel al contacto verdadero.

El sabor asqueante de la descomposición o lo que nos producía un éxtasis superior, producto de la nostalgia o de la situación que a nuestros sentidos moldea su percepción...

La escucha del habla diluido entre las fronteras del vientre materno y el silencio que nos inunda ante la muerte, cómo lo que en medio está en todo ese trayecto.

El hedor de la enfermedad y la mortandad, que para algunos de los vivos es señal de sustento, o el perfume natural de aquellos que amamos con esmero...

En las imágenes que sus neuronas procesaban, era capaz de ver la perspectiva de quien comete con sus azotes, fueran físicos o mentales, el trauma y el odio que crece como bebida efervescente; así también ve desde lo contrario el rostro de goce del que con maldad actúa, aunque también pudo ver aquellos gestos de los bienaventurados que con gentileza actúan.

Cada pensamiento o idea era susurrado en su consciente, así tocando su alma la vileza de los dictadores, que devastan con su egoísmo o la de un altruismo; que su acto no derive de búsqueda de la salvación o saciar otro deseo más que del fin de aportar.

Experimentaba la derrota de las formas más humillantes a la par que infinidad de veces la victoria, y la admiración como la desaprobación que estas desencadenan.

Es, fue y será la víctima, el victimario, la verdugo y la jueza, así como el estrado y los que batallan en pro o en contra de su sentencia, viendo la perspectiva total de todo acontecimiento.

Esta conoce el defender llegar a la verdad, el cegarse ante las mentiras con brillantina y el vivir en la ignorancia de lo evidente, de la propia presencia, de los rayos diurnos del alba o de la programación que a lo vivo rige.

Todo esto se le difuminaba en su consciencia y se perdía en la vastedad del todo infinito del cual era parte.

Tuvo las risas frenéticas producto de conversaciones amenas o el reaccionar turbulento que, producto del enojo, nos hará arrasar con lo que éste nos provoque.

Esto al también su careta y el resto de su corpórea estructura manifestar con gesticulaciones, torceduras, cortes, lesiones o la variedad del cambio biológico que hasta al ADN vulnera o transforma, para mostrar en ella el nacimiento, crecimiento y muerte de lo que ha pisado el terreno de la existencia.

Era el derivado de una mente tan poderosa y consciente como para cambiar a voluntad la totalidad de su vasija.

La cual cambiaba para ser capaz de replicar correctamente aquellos hormigueos producto de la llovizna de ilusorias manos que iban toqueteando cada pedazo de sus formas, para amarla, para dañarla o para ayudarla...

He incluso después de la fracción de un instante, lo que ya se ha mencionado, como lo que no se le entremezcló para alcanzar su quintaesencia. Así cada sonido tuvo sensación, olor, sabor y visible forma, discordantes, ordenadas, prístinas, contaminadas en un caos que parece ahora más ordenado en el sin fin que se ve en todo lo que era, es y fue posible.

Entonces del vacío firmamento comenzaba a emerger lo que parecía ser un cuerpo con su misma forma, que con una sonrisa y los brazos abiertos, como si estuviese esperando darle la bienvenida en un abrazo, entraban luego en momentos en contacto directo. Sus piernas se envolvieron delicadamente una contra la otra; se abrazaron emitiendo una enorme sensualidad, pero a la vez una gran calidez y ternura, frentes y miradas unidos con intensidad y aceptando su "santidad" absoluta. Un tercer ojo era abierto en ambas, este dorado, brillando con las claras de sus ojos a punto de besarse; sus pestañas, como si fuesen manos, se juntaban y cerraban sus espacios vacíos.

Casi perdiéndose en lo que se convertía al mirar un abismo del que parecía no haber salida en sus pupilas, daba tanto ella como su contraria una profunda y caliente exhalación; sus labios tras eso remojaban esperando el subidón tras la siguiente acción y empezaban el acto más ancestral de conexión entre cuerpos, un beso, demostrando así un intenso afecto, cuidadoso al comienzo y que exponencialmente se convertía en un ferviente deseo, lujurioso e impío para el retenido de la apreciación de tal contacto, con lenguas bailando como si fuera tango.

En el término de este, en una lenta separación, una cadena de espeso y casi transparente líquido seguía levemente uniéndolas. Sabiendo lo que tenía que hacer, la protagonista de este encuentro fue trepando por su doble, pegando su entrepierna al abdomen de esta y posicionando sus manos en los laterales de su frente.

La original entonces la devoró con rabia contra sí misma, empezando por aquel dorado y angelical ojo que poseía un diminuto iris que la observaba sin cambio alguno, pero aquello que consumió se dio cuenta después de que no era carne, sino un pastel de prestigioso sabor, donde cada color, cada emoción, cada pensamiento y recuerdo tuvo un inimitable nivel. Desde lo más espléndido a lo más nocivo para el paladar, ella lograba saborear lo que era, en tal sintonía con su totalidad y el cúmulo de lo que incluso es imposible.

Se dio cuenta luego de tal festín que la dejó toda embadurnada de pastel, que esto era demasiado para alguien quien en la muerte buscaba escapatoria, pero ahora, aún si fuera irrisorio, no dejaba su búsqueda de esperanza por más pequeña que esta fuere; no obstante, aún esto que vivió no le ayudaba...

Y tratando de alcanzar la meta de llegar a la cognición absoluta, sus ojos apreciaron que ahora en el vacío firmamento las representaciones de toda entidad consciente esperaban ser devoradas para saciar el hambre de la bestia tan curiosa que crecía en ella.

Esto fragmentó su mente, viendo dos realidades, en las que una es carne que devora cuál horrenda caníbal como castigo hacia sí misma; del otro lado y en sobre posición, como si de visión del cine 3D estuviésemos hablando, al consumirlos son aquellos pasteles que, aunque algunos de horrible sabor fueran, aceptaba como parte de ella.

Y luego de un festín de tiempo presuntamente incontable, en el que ni en las uñas de sus dedos quedasen migajas escondidas para su degustación, se detuvo todo en instantes esa "infinita" intromisión.

Fue entonces que así, una inmemorial mujer que en el angustiante temor de una nueva realidad extranjera que en su cerebro se le ciñe encima, descansa inconsciente de la fuerza y deber que ahora posee, escapando al mundo onírico para ser ausente de su poder y responsabilidades.

Soñando ahora con su pasado anhelado, cual aunque cualquier cosa haya vivido o pueda constantemente vivir, lo pasado, incluso al tratar de alcanzarlo en sueños, la lleva a odiarse a sí misma y si llegase a tocar a alguien que ama con lo que ahora carga a sus espaldas, en ese momento la vida se quitaría, por eso lentamente intenta pensar las cosas, pero para alguien así ¿La eternidad incluso le sería suficiente?

Y bajo esta sentencia auto-impuesta de ver como espectador una vivencia ajena, en su estadía extranjera a la realidad pasan los milenios cómo la brisa.

En aquel cuerpo ni un solo cambio hubo; mientras flotaba en aquel inerte y oscuro lugar, su frondosa cabellera y desnudez eran lo único que se presentaba.

Onega. La Existencia, El Cuerpo y El AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora