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Estaba tan entumecida que ni siquiera pude pensar en ello.

—¿Y duerme... en el sofá? —pregunté, confundida.

—Sí, cuando aparece —murmuró Suga.

—¿Cuándo aparece? —insistí, mirándolo.

Suga se encogió de hombros.

—Cuando no está borracho, tirándose a alguna chica en el edificio, duerme aquí.

Oh, no... 

Sentí como si me dieran diez patadas en el estómago.

Lo peor era que no tenía ningún derecho a sentirme así. Eso era lo peor.

—Y el premio para el tacto es para Suga —murmuró So Hee de reojo.

—Es verdad, ¿no? —dijo Suga, encogiéndose de hombros—. Mejor que sepa cómo están las cosas.

—Pero... —estaba intentando entenderlo todo—. Jungkook no... no bebe tanto... no.

¡Ni se acuesta con otras chicas!

Tenía ganas de llorar.

Suga me miró, conteniendo una risa.

—Ay, querida... —murmuró con un toque de burla.

Busqué a Tae con la mirada, esperando algo de apoyo.

—¿Quieres... que te ayude a llevar tus cosas a la habitación? —preguntó él.

—¿A la habitación? —repetí, confundida—. ¿Cómo voy a quedarme aquí si Jeon...?

—Jungkook —me corrigió Lisa, interrumpiendo suavemente.

—No le gusta que le digan Jeon —murmuró So Hee.

—¡Como sea! ¿Cómo voy a vivir aquí con él? ¿Se han vuelto locos?

Tae se encogió de hombros, algo incómodo.

—Honestamente. Hace unos cuatro días que no lo vemos por aquí. Lo verás menos aquí que en el edificio.

Sentí otra bofetada y no pude evitar hacer una mueca.

¿Y qué hacía en el edificio de pasantes?

Si no recordaba mal, él dijo que no hacía nada con las chicas del edificio para no cruzárselas.

—Quédate aquí hasta que encuentres algo —murmuró Lisa.

La miré duramente, dejándole claro que seguía enfadada con ella. Bajo la mirada de nuevo.

—Ven —dijo Tae, poniéndose de pie y tomando mis maletas—, te echaré una mano.

—¿Puedo...? —empezó Lisa, acercándose.

—No te recomiendo que lo hagas ahora —le aconsejó sabiamente Rosé, que también parecía avergonzada.

Subí las escaleras detrás de Tae, y cuando llegamos a la habitación, no pude evitar que se me formara un nudo en la garganta. Todo estaba tal como lo había dejado la última vez. Tae me echó una mirada antes de dejar mi maleta junto al enorme armario.

—Siento no haberte recibido muy bien —murmuró con una mueca.

—Lo entiendo —le aseguré, tratando de sonar firme.

—Yo... —suspiró, sentándose en la cama—. Mira, igual tienes suerte y no te cruzas con Jungkook en un buen tiempo, pero...

—Vale —lo interrumpí, cerrando la puerta y mirándolo—. Quiero que me digas ahora mismo qué pasa con él.

Después de....Una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora