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Cuando nos despedimos en la estación de trenes, mamá abrazó a Jungkook con un cariño que casi me sorprendió. No me dio ese tipo de abrazo a mí, lo cual no me molestó, pero me dejó pensativa. Todos subimos al tren, y terminé sentándome al lado de Jungkook. Me tocó el asiento junto a la ventanilla, mientras él escuchaba música en su móvil, sumergido en sus propios pensamientos. Por mi parte, apoyé la cabeza en su hombro y no tardé en quedarme dormida. Aún estaba agotada, como si las horas de sueño que me faltaban fueran imposibles de recuperar.

No desperté hasta que sentí su mano sacudiendo ligeramente mi hombro. Habíamos llegado. Tae pidió un taxi para nosotros, mientras Jungkook organizaba otro para sus padres. El viaje había sido tranquilo, pero no me sentía completamente descansada.

Al llegar a la residencia, encontramos a Suga y Rosé en el salón, entretenidos viendo un drama en la televisión. La escena me sacó una sonrisa instantánea.

Y... ¡sorpresa! Suga con una sonrisa inesperada al verme entrar, lo que casi me dejó paralizada en la puerta. Era raro verlo sonreír tan abiertamente.

—¿Qué tal? —preguntó.

—Mucho mejor —respondí mientras me dejaba caer en el sofá junto a Rosé. 

Ella me abrazó suavemente, mostrándome ese apoyo silencioso que tanto necesitaba.

—Se nota mucho tu ausencia —me dijo Rosé con una sonrisa.

Le devolví una sonrisa agradecida, sintiéndome de alguna manera más en paz al estar de nuevo en un ambiente familiar. Estaba claro que me habían extrañado, y yo también los había echado de menos, más de lo que me había dado cuenta.

Un rato después, Jungkook volvió a la sala, aunque no estaba segura de dónde había ido después de que todos bajamos del taxi. Sentí un pequeño vuelco en el estómago cuando lo vi entrar, una sensación que últimamente se había vuelto constante cada vez que lo veía. Me lanzó una sonrisa divertida cuando notó que lo estaba observando de reojo.

—¿No está Jimin? —preguntó Lisa, sorprendida.

—Está dándose una ducha —respondió Suga—. ¿No oyen esos gritos como si estuvieran matando un bicho allá arriba?

Efectivamente, los gritos-barra-cantos de Jimin resonaban desde el baño. Su entusiasmo en la ducha siempre era algo... peculiar.

Lisa, había decidido apoderarse de la cocina para preparar la comida, pero pronto quedó claro que estaba experimentando con recetas... únicas. Cada vez que le preguntaba a Tae si olía bien, él le sonreía con toda la paciencia del mundo, aunque yo noté cómo disimuladamente preparaba su teléfono para hacer un pedido de emergencia. Sus sospechas resultaron acertadas, ya que lo que se suponía que era una lasaña terminó siendo una masa roja, beige, y negra (por las partes quemadas), y, de alguna manera, tenía un olor inexplicable a pescado. Al final, pedimos comida china, y Lisa se cruzó de brazos, algo molesta, mientras esperábamos al delivery.

Después de comer, me senté en el sofá y me acomodé con la cabeza en el regazo de Jungkook, quien me acariciaba el cabello de una forma tan relajante que estaba a punto de quedarme dormida. Lisa y Tae se habían escabullido a su habitación, y la calma en el ambiente era casi absoluta. 

Casi. 

Hasta que Rosé suspiró.

—Qué asco es estar sola —dijo de repente.

Fruncí el ceño y levanté la cabeza para mirarla.

—Espera... ¿estar sola? ¿Y Hyunjin? —pregunté.

—¿Ha pasado de ti, Rossy? —se burló Jungkook con una sonrisa maliciosa.

—¡No ha pasado de mí! —chilló Rosé.

Después de....Una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora