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No sabía cuánto tiempo había pasado. Solo sabía que estaba sentada en las piernas de Jungkook, con la cara enterrada en su cuello, mientras él tenía la espalda apoyada en el respaldo de la cama y me acariciaba el cabello con una ternura infinita. Por mucho que lo intentara, no podía dejar de llorar.

—Lo... lo s-siento, yo... —balbuceé entre lágrimas.

—No te disculpes. No por eso. Llorar no es malo.

Sus palabras solo hicieron que llorara más, pero esta vez por una razón diferente. Me aferré a él con ambos brazos, buscando consuelo en su cercanía. Jungkook me apretó con más fuerza y depositó un beso suave en mi cabeza. Sentí su calor, su presencia, y poco a poco, aunque seguía llorando, algo dentro de mí comenzaba a encontrar alivio.

En algún momento me quedé dormida, aunque no sabía cuándo. Cuando volví a despertar, me sentía como si un camión me hubiera pasado por encima varias veces. Tenía los músculos tensos, agotados, pero al menos ya no estaba llorando. Ahora solo tenía la mejilla apoyada en el hombro de Jungkook y mis ojos fijos en un punto cualquiera de la habitación.

Él notó que me había calmado y me sujetó suavemente la cara, mirándome con preocupación.

—No me mires ahora —dije con voz aún temblorosa—. Estoy horrible.

—Bueno, tienes los ojos y los labios un poco hinchados —dijo, pasando sus pulgares con delicadeza por debajo de mis ojos—, pero no creo que "horrible" sea la palabra.

Estuve a punto de sonreír.

—Deberías comer algo —añadió.

—No tengo hambre.

—Ale, son las nueve. Deberías...

—¿Qué? —lo interrumpí, atónita—. ¿Qué hora es?

—Las nueve.

—¿Me he pasado toda la noche así? —casi rompí a llorar de nuevo, pero él, como siempre, lo notó al instante y me sujetó las mejillas con ambas manos.

—No pasa nada —repitió con voz suave.

—¿No has dormido?

—No pasa nada, Ale. Ven, vamos a comer algo.

Intentó tirar de mi cintura para ponerme de pie junto a él, pero yo seguía resistiéndome.

—Jeon, no tengo...

—Ven aquí —insistió, agarrándome la mano.

Sin muchas ganas, lo seguí hasta la cocina. Mi cabeza daba vueltas y todo me parecía irreal. Cuando llegamos, me obligó a sentarme en la mesa, y fue entonces cuando noté que todos estaban despiertos y me miraban con curiosidad. 

Miré a Jungkook en busca de ayuda, y como siempre, él la ofreció sin vacilar.

—Su padre ha muerto —murmuró.

Hubo un silencio sepulcral. Vi cómo Suga y Jimin intercambiaban miradas. La primera en reaccionar fue Lisa, quien se acercó con un puchero y me abrazó con fuerza, un abrazo que, por un momento, me hizo sentir un poco menos rota.

—Lo siento mucho, Aleja —me dijo sin soltarme.

Los demás también se acercaron para abrazarme uno por uno. Aunque no era la mejor compañía del mundo en ese momento, se quedaron conmigo toda la mañana, sin importar que apenas hablara o que mi mente estuviera hecha un lío. Había dejado de llorar, pero mi cabeza seguía sumida en un caos, y lo peor era que en unas pocas horas tendría que subirme a un tren y enfrentarme a todo eso de nuevo. Tendría que pasar tres días en mi antigua casa, donde me aguardaban recuerdos, tanto buenos como malos. Lo único positivo era que volvería a ver a Leo y a mamá.

Después de....Una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora