11. Plática nocturna

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Jordan metió a Paris a la camioneta, y luego Axl se sentó a su lado. De todas maneras, la camioneta era amplia, por lo que no tenían que ir pegados.
Paris todavía estaba sin poder creer la situación en la que se encontraba, literalmente había metido la pata.
El viaje hacia el hotel comenzó y ella se limitaba a ver por la ventana, sin decir ni una sola palabra. Axl notó su distanciamiento y decidió dejarla tranquila, guardando silencio también.

Cuando llegaron, Jordan cargó de nuevo a Paris para llevarla a su habitación, y Axl decidió acompañarlos también.
Cuando estuvieron frente a la puerta, Jordan bajó a la chica para que pudiera abrirla, y en cuanto Paris la abrió su gatito Tommy salió a saludarla, frotándose muy suavemente contra su pie lastimado.

—Oh, Tommy.—Paris sonrió con ternura, y Axl también, observando al felino.

—Parece que te extrañó.

—Si...—Paris se giró hacia ambos y habló.—Oigan, gracias por acompañarme hasta aquí.

—No es nada.—Respondió Axl.—¿El paramédico no te recetó nada?

—Me dió una pastilla.

—¿Y segura que eso será suficiente?

—Eso quiero pensar.

Hubo un corto silencio por parte de los tres, Axl y Jordan estaban fuera de la habitación y Paris justo en el marco de la puerta. Esto la hizo sentir que estaba siendo un poco descortés al estar en esa posición, por lo que habló por mera educación. Paris creía que sería rechazada, así que lo hizo solo para romper el silencio.
Pero se equivocó.

—¿Quieren pasar?

Axl volteó a ver a Jordan, y Jordan simplemente asintió con la cabeza una sola vez y se dió la media vuelta para irse. Paris arqueó una ceja sorprendida; los había invitado a pasar, no a irse.

—Claro.—Respondió Axl, y entró.

Paris estaba con expresión seria, pero en su cabeza tenía la boca abierta.
Eso no era lo que esperaba que pasaría...

Resignada a su realidad, cerró la puerta con suavidad y, sin decir nada fue a sentarse a pasos lentos al lado de Axl, quien ya estaba sentado sobre su cama.

—¿Y bien? ¿Por qué estás tan callada?

—¿Uh?

—¿Te sientes mal?

—¿Qué?, no.

—¿Entonces? ¿Qué pasa?—Axl la miraba con sus ojos verdes llenos de curiosidad.
Parecía un gato naranja.
Paris rió al imaginárselo.

—Uh, uhm, no—Paris trató de controlar su risa.—Uhm, estoy bien jefe.

—Paris...

—Axl.—Corrigió, y Axl sonrió un poco.

—Oye, si quieres estar sola está bien, no te quiero incomodar ni nada. Es solo que me preocupa un poco dejarte sola sabiendo que no te puedes mover bien...

—No, no es eso.—Paris le tocó el hombro a Axl, como pidiéndole disculpas.—Es que así soy yo. Me da vergüenza a veces... Hablar con gente nueva.

—Pero yo no soy nuevo. Tengo 62 años.

—¡No!

Axl rompió en risas y esto hizo sonreír a Paris también.

—Lo siento, solo estoy bromeando contigo.

—Me doy cuenta...

Hubo otro silencio, pero esta vez no se sentía tan incómodo. Había un ambiente de paz.

Amor eterno [Axl Rose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora