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Renjun se sentó en el salón y llenó el formulario de servicio de habitaciones. De ninguna manera Jisung dejaría esa habitación hasta que Renjun estuviera seguro de que la migraña se había ido. Llenó el formulario, solicitando waffles en forma de Mickey, zumo y café. Colgó la hoja en el pomo de la puerta como se indicaba. Una vez hecho eso, volvió su atención una vez más a Jisung.

No podía creer que Jisung hubiera pensado todo el día que había estado en una especie de sueño. No era de extrañar que hubiera estado tan relajado, tan dispuesto a perdonarlo.

Renjun había pensado que había conseguido pasar eso en Magic Kingdom con la lluvia de pizza inexistente. ¿Qué había hecho a Jisung creer que estaba todavía en un sueño? ¿El hecho de que él se hubiera puesto la camisa? ¿La manera fácil en que se habían llevado bien?

Renjun frotó las manos en su cara. ¿Quién sabría que su sola presencia era suficiente para darle a Jisung una migraña?

Renjun tomó su teléfono y marcó un número que había memorizado para tal emergencia. 

—¿Dr. Ahn? Soy Renjun Huang.

—Hola, Renjun. ¿Cómo puedo ayudarte? 

Renjun se dispuso a mentir como su trasero. 

—Mi compañero está en nuestro dormitorio y ha comenzado con una migraña. Le di la dosis inicial de Imitrex, ¿pero me preguntaba cuando debería darle la siguiente? No quería preguntarle a él, ya que la primera lo hizo caer dormido.

—Hmm. ¿Ya se unieron? 

Renjun cruzó los dedos. 

—Sí.

—Bien. La dosis que le diste es la más fuerte que hacen. Le puedes dar una segunda píldora en dos horas, pero eso es todo. No más después de eso. Si la migraña no se va tendrás que lidiar con eso, por desgracia. 

—Mierda. Bien. Lo haré. ¿Hay algo más que pueda hacer para tratar de detenerla? Estamos de vacaciones, celebrando nuestra unión, y no me gustaría que Jisung se la perdiera. 

—Felicidades.

Renjun casi se sintió culpable. 

—Gracias.

—Compra un poco de Excedrin Migraine. Eso ayudará. No mucha, tampoco, tiene cafeína. Demasiada cafeína puede hacer que la migraña se ponga peor.

Renjun se levantó, dispuesto a sacar el café de la lista desayuno de la mañana.

—Pero no cortes la cafeína por completo. Un poco ayuda a empujar el medicamento a través de su sistema y puede ayudar a aliviar los síntomas. 

Renjun se sentó de nuevo, agradecido de no tener que renunciar a su oro negro.  —Gracias, doctor. ¿Algo más que deba saber? 

—Así es. Si vomita por más de una hora o los síntomas llegan a ser verdaderamente graves, llévalo al hospital. Tendrá que ser admitido. 

Renjun asintió, olvidando que el médico no lo podía ver. 

—Gracias, doctor.

—De nada. ¿Y Renjun? 

—¿Hmm?

—Cuida de él.

—Lo haré. Se lo prometo. 

Renjun colgó el teléfono y se preparó para una larga noche.







Enco | SungrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora