Epílogo

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—¿Qué santos demonios es eso?

Renjun le sonrió a su Alfa y tocó el borde de su Camiseta ‘Esposa trofeo’.

 —Jisung me la dio.

—Y estás pensando seriamente en llevar eso a la junta de la Manada. —Jeno negó—. He oído hablar de vaginas azotadas, pero esto es uno nuevo para mí.

Renjun miró a Jeno. 

—¿Te gustaría que buscara tu capa, Caperucito Rojo? Hace un poco de frío esta noche. 

—¿Y podrá encontrarse con la abuela otra vez? —La Luna se inclinó hacia Jeno, sus ojos verdes bailaban con la risa—. Me gusta tu camisa, Renjun.

El olor de Jisung flotaba sobre él, rodeándole. Eso le calmó, evitando que la risa apenas callada de Jeno le molestara demasiado. 

—A mí también.

—¿Deduzco que las vacaciones salieron bien? —Naeun meneó las cejas.

—Oh infiernos sí. —La sonrisa de respuesta a Renjun fue llena de satisfacción—. Digamos que Space Mountain fue definitivamente conquistada.

—Oh, ¡hola, Renjun! Cómo te fue en Disney —Yena, la Omega de la Manada, se detuvo justo en la puerta de la oficina de Renjun, con los ojos pegados a la camiseta de Renjun—. Infierno Santo. Él ha sido “amansado”. Antes de que lo sepas estarás haciendo crème brûlée y lavando los platos. Con una sonrisa.

La pareja alfa se echó a reír.

—Dios mío. —Taeyong, el segundo, siguió a Yena a la oficina—. ¿Qué diablos te hizo? —Taeyong sonreía—. ¿Esa es la penitencia?

—Todo comenzó de esa manera, sí. —Renjun acarició la camiseta, el olor de Jisung fue a la deriva una vez más a su nariz—. Pero ya no.

La jerarquía dominante de la manada, menos el Beta, se rieron de él en su camino hacia la puerta. 

—Te veré dentro de pocos minutos Renjun. —Taeyong le guiñó un ojo—. Creo que vi a Jisung dirigirse hacia aquí.

Renjun no pudo evitarlo. Se enderezó, ganándose otra carcajada de su segundo antes de que el hombre lo dejara solo en la oficina. Había estado sonriendo desde que habían venido a casa de Disney y no creía que fuera a parar en un corto plazo.

Esta era su primera junta de la Manada desde que habían llegado a casa en pareja. Jisung había estado corriendo desde entonces, finalizando una boda de verano, lidiando con cuestiones de la Manada en las que Jeno necesitaba su ayuda y tratando de pasar a la cabaña de Renjun. Renjun no había querido mudarse, ya que le encantaba la vista desde su patio trasero, y a Jisung no le importaba lo suficiente como para pelearse por eso.

Una vez había escuchado decir a Yena que cuando la cabaña de Jisung estuviera vacía rápidamente reclamaría el espacio más grande para su cuenta.

Lo único que empañaba su felicidad era que Jisung caía agotado en la cama todas las noches. Renjun no se había dado cuenta de la cantidad de presión bajo la que su compañero estaba hasta que había llegado a casa. El hombre se quedaba en las últimas, casi sin poder comer las comidas que Renjun había preparado antes de casi malditamente desmayarse.

Renjun tendría que tener una charla con Jeno sobre eso pronto. Si tenía que tirar de su tarjeta de Alguacil lo haría, ya que la salud de Jisung estaba directamente involucrada.

Jisung necesitaba a alguien para quitarle la tensión de encima. Tenían que contratar a alguien que fuera asistente de Jisung. A Renjun no le importaba si se trataba de un lobo, de un humano o de un maldito Grizzly, con tal de que Jisung pudiera respirar de nuevo.

Demonios, tal vez Jimin la Leona estaría dispuesta a asumir el cargo. Los dos se llevaban como una casa en llamas y era alguien a quien Renjun podía tolerar junto a su compañero. Era casi tan protectora con Jisung como el propio Renjun.

—Hola, cariño. ¿Qué pasa con ese ceño fruncido? 

Renjun jaló de su compañero sonriendo a sus piernas y aceptó el beso que Jisung le dio. Hombre, su compañero sabía cómo usar la boca. 

—Estoy preocupado por ti.

Jisung frunció el ceño y ladeó la cabeza. 

—¿Por qué?

—Por tu carga de trabajo. No quiero que te estreses demasiado. —Jisung no había tenido migraña desde el abortado momento de vacaciones. Renjun no quería que su compañero sufriera otra.

La expresión de Jisung se puso seria, como hacía cuando hablaba de cosas verdaderamente importantes. 

—Es mi trabajo, Renjun.

—Lo sé. Es por eso que pienso que deberíamos hablar con Jeno para la contratación de un asistente para ti. 

Jisung lo miró sorprendido, pero sólo por un momento. 

—Oh, para la planificación de eventos. No es mala idea. Tendríamos que conseguir involucrar a Naeun en esto también, ya que el restaurante ofrece una gran cantidad de cenas de esos acontecimientos, y ella tendría que trabajar con quien contratáramos.

Renjun hizo una mueca. 

—Rayos. Iba a sugerir a Jimin, pero tal vez deberíamos contratar a un Grizzly en su lugar. 

Jisung se atragantó con una carcajada y palmeó el trasero de Renjun. 

—Vamos, llegaremos tarde a la reunión de la Manada.

—Sí, sí. —Renjun comenzó a seguir a su compañero por la puerta, pero se detuvo en seco al ver algo blanco que sobresalía de la parte superior de los pantalones vaqueros de Jisung—. ¿Qué diablos?

Jisung hizo un guiño y salió corriendo, mostrando un poquito de tul blanco detrás de él, pero no antes de que Renjun se derrumbara de risa.

Oh sí.

La burla sería mala.

Pero valdría tanto la pena.

 






Fin









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