Caleb no solía pensar en la boda de su hermano mayor. Si bien estuvo repleto de momentos felices, una parte de sus memorias se atiborraron con una de las discusiones más tensas con Imogen y le fastidiaba de sobre manera que ahora, dos años después, pudiera fijarse en esos detalles que presagiaron el terrible final de los dos.
Simon, el mayor, no tuvo reparos en permitir que Imogen asistiera a la iglesia siempre que se mantuviera en una sección más apartada de la familia para respetar el protocolo. Caleb, que creció bajo esas normas, lo encontró razonable. Imogen no. Ella quería, o exigía, más bien, que su presencia tuviera la misma importancia que los amigos de Simon, a quienes ubicó cerca del altar. El reloj no había marcado las seis de la mañana cuando Imogen lo llamó para decirle que no asistiría a una ceremonia donde claramente no la querían y, con la intención de cerrar con broche de oro su reclamo, le echó la culpa por no darle el lugar que se merecía. ¿Cuántas veces la llamó después de esa discusión: catorce o quince veces? El tiempo le cayó encima. O seguía llamando e intentar arreglar la tensión entre ellos ―porque eso era lo que siempre hacía: arreglar lo que constantemente se rompía entre ellos― o se alistaba para la procesión. Con el corazón agrietado, bajó las escaleras y esperó a que su hermano apareciera con la mejor de sus sonrisas. Un dolorcito insignificante no tenía que opacar el momento más emocionante de su familia. La boda de un hermano no era cualquier evento. ¿Qué derecho tenía de agrisarlo con su tristeza?
Quizá por eso no recordaba la presencia de Alina en la ceremonia. ¿Quién era capaz de pensar con lógica con el corazón roto?
―¿Estás seguro de que estuvo en la boda? ―Caleb cruzó los brazos en el escritorio y miró la pantalla con una expresión refunfuñada. Era imposible que su memoria tuviera una falla tan severa.
―Sí, completa e indudablemente seguro ―fue la respuesta de Julian Danby.
Pese a la diferencia de edad, Julian, uno de los mejores amigos de Simon, y dueño de The Pilgrim's Club, que transicionaba lentamente hacia un restaurante, lo consideraba un hermano menor. Julian formaba parte de la familia desde hacía más de una década. En ese entonces, era vizconde Iverson, el único hijo del conde de Kenton, pero dos años atrás decidió renunciar a su título de cortesía y adoptar el apellido de soltera de su madre. Julian era su opción más segura. Mientras menos involucrara a sus hermanos, y a su innata curiosidad, mejor.
Lo último que consideró es que Julian no estuviera solo al atender la videollamada.
―Yo también la vi ―la cabeza rubia de Wren, la novia de Julian, apareció en la pantalla―. Una como periodista desarrolla un buen ojo para los detalles.
―Yo estaba con Julian cuando pasó junto a nosotros ―otra cabeza rubia, esta vez en la derecha, se asomó. Sus facciones similares a las de Wren se encogieron con una expresión de curiosidad―. ¿Por qué preguntas por ella?
―Brianna... ―Julian apartó a su mejor amiga, y cuñada, con una mirada divertida―. ¿No les pedí a las dos que me dieran un momento?
―Sabes lo que me cuesta ignorar un misterio. ―Wren se detuvo detrás de Julian con una sonrisa comedida que Caleb le devolvió al instante.
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Choque de coronas (Serie Herederos 4)
RomanceTras dos años de una abrupta separación, Caleb, el hijo menor del monarca de Reino Unido, ha decidido retomar las riendas de su vida y cumplir con el peligroso ultimátum de su editora: si no le entrega material nuevo, serias repercusiones tocarán a...