Normalmente, una pregunta no poseía el poder necesario para sacarlo de sus casillas si no fuera porque lo obligaba a apartar la mirada de la pantalla de su teléfono.
―¿Qué? ―Caleb amortiguó las palabras con los dientes apretados.
―¿A qué se debe ese siseo? ―Catharina, tumbada en la cubierta del yate, bajó las gafas de sol y lo observó con los penetrantes ojos grises a punto de evolucionar a cuchillas―. Solo te pregunté cómo te va con la novela. Ya puedes retraer tus colmillos.
―Lo siento. ―Devolvió su atención a la pantalla del teléfono. Nada, ni siquiera un mensaje corto―. Va bastante bien. Aún tengo que planificar ciertos detalles, pero creo que podré iniciar la redacción la próxima semana.
―Eso es bueno, ¿no? ―Liam, junto a él, se subió al barandal apoyado de las manos y se sentó con las vista en la bahía―. ¿Normalmente cuánto te toma ese proceso?
―Depende de las dificultades de la trama.
―De la que no nos quieres hablar ―lo acusó Catharina con acritud―. Es más fácil conseguir que un caballo de una voltereta a sacarte información.
La carcajada de Liam forzó a Caleb a sonreír.
―La única persona con la que discuto esos pormenores es con mi editora. Claudia es la única que entiende a pesar de que debo sonar como si le hablara en otro idioma.
―Pero sí sabes que puedes hablarnos de tu proceso, ¿no es así? ―Catharina se incorporó de repente, sobresaltando a Caleb y, en el proceso, a Liam, que se dio la vuelta de inmediato, y se quitó las gafas―. Seguía enojada contigo para ese entonces, pero aún así compré el libro. ¿La nueva novela tiene algo que ver con la amiga de Barbara y el hermano de Anthony? Sentí cierta tensión entre ellos y me ponía de muy mal humor no poder preguntarte.
―No, no tiene nada que ver con ellos. ―Golpeó la pantalla del teléfono dos veces. Cero mensajes―. Si hubo tensión ahí, no fue intencional.
Catharina hizo un puchero.
―Sí que sabes cómo romperle el corazón a una chica. ―Se puso las gafas y volvió a tumbarse―. Dime lo que se requiere para que esa novela exista. Estoy dispuesta a pagar lo que sea.
―Cuidado con la reina de la mafia danesa, ¿eh? ―bromeó Liam.
―Mi mamá me enseñó a luchar por lo que quiero, y yo quiero esa novela.
―No puedo hacer promesas. ―Caleb se rindió y guardó el teléfono en el bolsillo del bañador gris―. Ver si hay posibilidades implica leerlo, y no lo he tocado en mucho tiempo. Me trae recuerdos bastante agridulces.
Catharina murmuró algo que Caleb no logró entender.
―En danés no, señorita ―dijo Liam―. Algunos pobres diablos no poseemos un abanico de idiomas a nuestra disposición.
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Choque de coronas (Serie Herederos 4)
RomanceTras dos años de una abrupta separación, Caleb, el hijo menor del monarca de Reino Unido, ha decidido retomar las riendas de su vida y cumplir con el peligroso ultimátum de su editora: si no le entrega material nuevo, serias repercusiones tocarán a...