Capítulo 10
La despedida estaba por comenzar. Todos se habían reunido cerca de un acantilado, un lugar solemne y digno para la cremación. Como había sido ordenado, el cuerpo de Ser Harwin había sido preparado con esmero. Yacía en un ataúd abierto, rodeado de flores, con su cuerpo cubierto por una sábana blanca, una imagen que reflejaba la paz final que había alcanzado.
Lord Corlys Velaryon y la princesa Rhaenys Targaryen estaban inconsolables ante la pérdida de su hijo. Junto a ellos, Lucerys y Jacaerys, sus nietos, abrazaban las piernas de sus abuelos, buscando consuelo en medio de tanto dolor.
—Dracarys —se escuchó la voz firme de Rhaenyra, ordenando a su dragón que escupiera fuego sobre el cuerpo de su difunto esposo. Las llamas envolvieron el ataúd, y los llantos de sus hijos y los abuelos resonaron con fuerza. Mientras tanto, su hermana permanecía inmóvil, sin expresión, junto a sus hijas, cada una lidiando con el duelo a su manera. Por otro lado, Daemon se acercó a su sobrina, ofreciéndole un apoyo silencioso en su dolor.
—No entiendo por qué ese Harwin debe ser quemado por un dragón. No sé qué le picó a mi nieto —murmuró Otto Hightower en un susurro apenas audible, dirigiéndose a su hija.
—Ni yo lo sé. Por mí, tiraba el cuerpo al mar y ya —respondió Alicent, con un tono aburrido e indiferente.
De repente, una voz fría e imponente cortó el aire.
—Si quieren, le digo a mi dragón que los queme a ustedes —dijo Aegon, quien había escuchado el susurro de Otto y Alicent. Su tono era helado, y ambos se sobresaltaron por la sorpresa y el temor que les inspiró la amenaza velada.
Ambos quedaron en silencio, observando cómo el joven Aegon avanzaba hacia el lugar donde se encontraba el ataúd de Ser Harwin y, a la vez, su dragona, Sunfyre. Al llegar junto a ella, Aegon le acarició las escamas del cuello, sintiendo la tristeza que emanaba de la criatura.
—Perdón, por mi culpa estás triste —murmuró en un susurro dirigido a Sunfyre, quien solo movió la cabeza en respuesta, reflejando el dolor compartido.
Con una última caricia, Aegon se dio la vuelta y se paró con determinación frente al cuerpo de su viejo confidente. Con una voz firme y segura, gritó:
—¡Dracarys!
Sunfyre, obedeciendo a su jinete, escupió fuego sobre el cuerpo de Ser Harwin, consumiéndolo en llamas. Aegon observó cómo su hermana rompía en llanto, refugiándose en el hombro de su tío Daemon. Tanto sus hermanos como sus sobrinos lo miraban con tristeza desde la distancia; desde el incidente no habían intercambiado palabras con Aegon, y, sin saber cómo acercarse a él, solo podían observar en silencio sus actos cargados de dolor y determinación.
—Esto es estúpido —escuchó Aegon que su abuelo le murmuraba a su madre, y observó cómo ella le sonreía con devoción.
Fue en ese momento cuando Aegon se dio cuenta del punto débil de su madre: el viejo vejestorio que tenía como abuelo. Escondiendo una sonrisa fría, supo de inmediato cuál sería su siguiente movimiento. Si pensaban que al arrebatarle a Ser Harwin y a Laenor Velaryon no habría respuesta a su ataque, estaban gravemente equivocados. Ahora tenía un nuevo objetivo, y no tendría piedad.
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Una vez que terminó la ceremonia, Aegon se dirigió a su dormitorio, no sin antes pedirle a la sirvienta que siempre le traía su vino que llamara a Ser Arryk y le indicara que acudiera a su habitación para discutir algo importante, pero asegurándose de que nadie lo notara. Al pensar en la sirvienta, se dio cuenta de que no sabía ni su nombre; se prometió a sí mismo que lo preguntaría en otra ocasión.

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Segunda vida. JACEGON
FanficAgonizando se encontraba el actual rey Aegon II Targaryen, envenenado por su propia gente, lo mas curioso que en su agonía no tenia deseos de vivir, a estas alturas para que pensaba el joven rey, no tenía a nadie, sus hermanos, sus hijos, su madre...