RECUERDOS PERDIDOS || female Severus ||

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Las vacaciones de navidad pronto se acabarían por lo que tendría que volver pronto al colegio y dejar a su madre sola con el loco de Sirius Black. Esa tarde Severina y Riley irían a visitar a Xenophilius y a Luna puesto que la última vez que se vieron fue en el entierro de Pandora.

—Vamos Riley— las dos salieron de su casa para aparecer cerca de la estación de transporte, se subieron a un autobús con rumbo a lo que fue su antiguo hogar. Riley se entretuvo observando el paisaje mientras Severina leía un libro que Sirius le regaló a escondidas de su hija.

Al llegar se pusieron en camino hacia la casa de la familia Lovegood, por el camino varios de los recuerdos que Severina tenía guardados salieron disparados haciendo que recordara todo lo vivido en ese lugar. Rodearon el pueblo, no querían que alguien las reconociera y las demorarán más tiempo.

Mientras más se alejaban del pueblo más cerca se podía ver la casa de los Lovegood.

—¡LUNA!— grito Riley corriendo abrazar a su amiga.

—¡RILEY!— la otra niña hizo lo mismo.

—Niñas no corran podrían...— Aunque intentó avisarles fue demasiado tarde cuando ambas niñas chocaron y cayeron al césped riendo de su desgracia —¿Las dos están bien?— pregunto preocupada de que se hubieran lastimado.

—Estamos bien mamá— Luna asentía apoyando lo dicho por la pelicastaña con una sonrisa.

—Que gusto volver a verte Severina— las niñas y la mujer voltearon a la dirección donde escucharon la voz.

—Xenophilius— la mujer caminó y abrazó a su amigo.

—Qué alegría que ambas estén por estos lados, por favor pasen— guió a la pelinegra y su hija al interior de su casa —Luna pequeña, podrías traer algunos dulces que están guardados en el cajón.

—Sí papá— la pequeña rubia rebusco el cajón y sacó una bolsa de dulces que luego los repartió a sus invitadas. Mientras los adultos hablaron de varias cosas que tenían pendientes, las niñas se encerraron en la habitación de la rubia para hablar de las cosas que tendría que aguantar cuando entrara a Hogwarts.

—Entiendo, no debo acercarme a los estudiantes que están en Slytherin— repitió la recomendación.

—En especial a...

—En especial a Draco Malfoy.

—Muy bien, ¿salimos un rato al patio?, necesito un poco de aire— las dos niñas salieron a jugar al patio delantero.

Una hora después se escucharon dos apariciones, Severina y Xenophilius se asomaron por la ventana para observar a la lejanía a un hombre y un joven, ambos pelicastaños. Riley y Luna también estaban sorprendidas y curiosas sobre la identidad de los recién llegados.

—Buenas tardes jovencitas— saludo amablemente el hombre —¿De casualidad está tu padre en casa señorita Lovegood?

—Si señor Diggory, ya lo llamo— la menor entró a la casa en busca de su padre.

Riley veía al joven chico de forma muy detallada, estaba segura que lo había visto en otra parte.

—¡Ah!, Cedric hijo, recuerdame pasar por la nueva escoba de quidditch que te encargue— espera... ¿Cedric?, ¡CEDRIC DIGGORY!, no podía creer que tenía al frente suyo al buscador del equipo de quidditch de su casa Hufflepuff, según los comentarios de Susan él es el mejor buscador que Hufflepuff haya tenido y el favorito para ser el nuevo capitán para próximos años.

—Bienvenido Amos— el señor Lovegood salió de su casa para atender a las visitas —¿Qué puedo hacer por ti hoy?

—Hola Lovegood, mi esposa nos envió por esa crema... la especial para masajes.

—¡Por supuesto!, ¿quieres pasar y esperar adentro?

—Claro— volteo a ver a su hijo —Cedric espera aquí, no tardo— ambos hombres entraron a la cabaña y los dos niños se quedaron solos.

Ninguno sabía que decir para romper el incómodo silencio que se había formado, a veces Riley dirigía pequeñas miradas rápidas al muchacho de tercer año de su casa, debía admitir que el chico feo no era y además tenía un encanto con las palabras y el deporte; si no tuviera miedo de hablarle le preguntaría varias cosas sobre el deporte del quidditch.

—Sabes, sería más fácil para ti si me preguntaras lo que te carcome— dijo el chico sacando a Riley de sus pensamientos.

—Lo siento...— se sonrojo por haber sido descubierta —Me preguntaba... bueno... ¿Qué se siente jugar quidditch?, ¿te da miedo estar tantos metros arriba?, ¿si alguien se atreviera a entrar al equipo que tendría que hacer?

—Hey... más lento pequeña. Primero, el jugar al quidditch es algo emocionante, una emoción que no podría describir tan fácil; segundo, al principio dio algo de miedo, pero ya con el tiempo se va desvaneciendo; y la respuesta para tu última pregunta simplemente debe estar pendiente a los afiches de las pruebas que ponen en el tablero de la sala común cada inicio de año.

—Ya veo. 

—Muy bien Cedric es hora de irnos— un contento Amos Diggory salió de la cabaña balanceando una pequeña bolsa de plástico que venia un tarro a dentro.

—Es hora de irme, nos vemos en Hogwarts Matthews.

—Tu... ¿sabes quién soy yo?— Riley se sorprendió ya que no pensaba que el supiera quien era ella.

—¡Por supuesto!, o que, acaso no pensabas que no reconocería a la única Hufflepuff de primer año que no baja la cabeza al heredero Malfoy, eres toda una heroína para el resto de estudiantes de primero.

Otra vez podía sentir sus mejillas calentarse por los halagos del chicomayor que ella. Cuando padre e hijo se fueron Luna se acerco a su amiga que se había quedado quieta en su sitio.

—¿Estas bien Riley?— la rubia estaba preocupada por el estado de salud mental de su amiga, no era normal verla con la cara roja y que se quedara tan callada por tanto tiempo —¿Riley?— agito su mano frente a su cara para que esta despertara de su trance, lo cual fue un éxito ya que cuando dejo de soñar despierta comenzó a saltar en su sitio dando pequeños gritos agudos de felicidad por haber sido notada por un chico como Cedric Diggory.

—¡LO VISTE LUNA!— ahora era turno de la rubia en quedar en shock —Lo viste, Cedric Diggory dijo que soy una inspiración para él y todo Hufflepuff— volvió a saltar de felicidad —Ya quiero que este año se acabe rápido para que empiece el segundo año y poder hacer las pruebas para el equipo de quidditch— tenía en su mente un nuevo objetivo y lo lograría. 

—¿Y estas 100% segura que la tía Severina te dará permiso para que entres al equipo?

—Claro, después de todo soy buena hija, saco buenas calificaciones y no me meto en problemas a diferencia de Harry que por solo recuperar una tonta recordadora de algún perdedor le permitieron entrar al equipo de su casa como buscador.

A Riley enserio le molesto saber que a su amigo Harry Potter le dieran ese beneficio cuando algún otro estudiante esperaba entrar al equipo, y se enojó más cuando le dijo que su padre le había comprado la escoba más moderna y rápida que había en el mercado, pero no le molestaba ella haría todo como lo dicta el código del colegio.