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Cuando golpeaste al Capitán, él te dejó.
Estabas enojado, estabas frustrado y él lo entendía muy bien.
Tu familia se fue, tus amigos se fueron y toda esta carnicería fue causada por su espada.
Cuando lo golpeaste de nuevo, tratando de empujarlo, se quitó el casco para ti. Golpéalo donde quisieras y él lo permitiría.
Él no sentía pena por tu familia, ni tampoco por tus amigos; ni siquiera sentía pena por sacarte de tu casa. Era algo que consideraba un mal necesario.
No eras feliz donde estabas; tal vez ahora que todos los que alguna vez conociste se habían ido, estabas tratando de convencerte de que te preocupabas por ellos, de que estabas más cerca de ellos de lo que realmente estabas.
Lo arañaste, dejándole una larga y dolorosa marca en la mejilla. Sus ojos tenían corazones mientras te miraba: eras perfecta, no merecías nada menos que lo mejor.
Agarraste una almohada de su cama y comenzaste a golpearlo con ella.
"Eres tan- ugh, ¡me das asco!"
te estabas frustrando con él. el capitán lo sintió por ti, solo quería que fueras feliz, "golpéame más fuerte si debes hacerlo, apuñálame si te place, arráncame el pelo, escúpeme en la cara por lo que a mí respecta".
"C-cállate... ¿qué te pasa...?"
Suspiraste, te dolían los brazos y estabas cansada; parecía que habías estado llorando y gritándole durante horas.
El capitán levantó una mano y se acercó a tu rostro, limpiando una lágrima perdida que rodaba por tu mejilla. "Te amo... demasiado..."
Le golpeaste la mano y lo miraste fijamente.
Bajó la mano. "(T/N), me gustaría que entendieras por qué..."
"¡Deja de hablar! Estás empeorando todo. ¡Cállate!" lloraste, tapándote los ojos y llorando en tus manos.
Él quería abrazarte, consolarte y aliviar la tristeza que sentías, pero era consciente de que eso empeoraría las cosas.
Entonces, en lugar de eso, observó.
Era como si te admirara incluso en tu momento más débil: nunca podía verte de forma negativa. Él te amaba, lo último que quería era que pensaras lo contrario.
pero parecía que ya lo hiciste.
Tendría que compensarte, razonó.
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