La Conexión Creciente

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El día siguiente amaneció en Tempest, y aunque las cicatrices de la destrucción causada en la batalla entre Goku y Milim aún eran visibles, los ciudadanos de Tempest ya habían comenzado la ardua tarea de reconstrucción. Las calles estaban llenas de actividad mientras golems de construcción y obreros trabajaban juntos para reparar los daños.

Rimuru estaba supervisando el trabajo desde una colina cercana, su mente aún distraída por los eventos de la noche anterior. La fuerza y el poder de Goku habían sido impresionantes, pero más allá de su destreza en combate, había algo en su personalidad que continuaba atrayéndola. Su determinación, su despreocupada pero seria naturaleza, y la manera en que siempre luchaba por proteger a los demás.

Rimuru exhaló suavemente, su mente vagando de nuevo hacia las conversaciones que habían tenido en privado. Había algo en Goku que la hacía sentir relajada, como si pudiera ser completamente ella misma sin necesidad de ocultar nada.

Rimuru: (pensando) ¿Cómo es posible que alguien como él esté aquí? No es solo un guerrero… es alguien que realmente se preocupa por los demás. Y… por mí, también.

Mientras reflexionaba, Goku apareció en el horizonte, caminando hacia ella con una sonrisa en el rostro. A pesar de la intensidad del día anterior, Goku parecía estar completamente en paz, como si la batalla hubiera sido solo un entrenamiento más para él.

Goku: (con una sonrisa) ¡Hola, Rimuru! ¿Cómo va todo por aquí?

Rimuru: (sonriendo de vuelta) Bastante bien, considerando lo que pasó ayer. Pero ya sabes cómo es Tempest, siempre se recupera rápidamente.

Goku asintió y se sentó al lado de Rimuru, observando la ciudad. Aunque la reconstrucción avanzaba, aún quedaba mucho por hacer. El cielo comenzaba a tornarse de un color anaranjado, indicando el fin del día.

Goku: (mirando el horizonte) Este lugar es realmente increíble. Tienen una forma especial de seguir adelante, sin importar lo que suceda.

Rimuru: (asintiendo) Sí, Tempest ha pasado por mucho, pero siempre nos mantenemos unidos. Es algo que me enorgullece.

La conversación se detuvo momentáneamente, y ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquila tarde. A medida que el sol se ponía lentamente, el aire se enfrió y una sensación de serenidad los envolvió.

Goku: (pensativo) ¿Sabes, Rimuru? Me gusta mucho este lugar. No solo por lo que representa, sino por la gente que vive aquí. Y… también porque tú estás aquí.

Rimuru sintió cómo su corazón latía más rápido al escuchar las palabras de Goku. Era raro que él se expresara de esa manera, y las palabras resonaron profundamente en ella.

Rimuru: (sonrojándose) Goku, yo también… me alegra que estés aquí.

La noche se acercaba, y las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo oscuro. Ambos decidieron regresar al castillo para descansar después de un largo día. El aire era fresco, y el sonido de las risas lejanas de los ciudadanos trabajando llenaba el ambiente. A medida que caminaban por las calles, Rimuru no pudo evitar pensar en cuánto había cambiado su vida desde la llegada de Goku.

Una vez dentro del castillo, Rimuru notó que el cansancio comenzaba a apoderarse de ella. Goku también parecía estar relajado, pero había algo en su actitud que reflejaba que estaba en sintonía con la calma del momento. Mientras caminaban hacia sus respectivas habitaciones, Goku se detuvo en la puerta de la habitación de Rimuru.

Goku: (mirando a Rimuru) ¿Te importaría si me quedo contigo esta noche? Siento que necesito algo de compañía después de todo lo que ha pasado.

Rimuru, sorprendida por la petición, sintió cómo una cálida sensación invadía su pecho. No estaba segura de qué responder, pero algo dentro de ella la impulsaba a aceptar.

Rimuru: (sonrojada) Claro, Goku. No me importa en absoluto.

Entraron en la habitación, y el ambiente era cálido y acogedor. El cuarto estaba iluminado por la suave luz de una lámpara, y el aire estaba impregnado del aroma de las plantas que Rimuru había traído de uno de sus viajes. Ambos se sentaron en la cama, el silencio entre ellos era cómodo, casi íntimo. Rimuru se sentía algo nerviosa, pero la presencia de Goku la tranquilizaba.

Goku: (con una sonrisa suave) Gracias por permitirme quedarme, Rimuru. A veces, estar rodeado de tanta energía me cansa, y me siento más tranquilo contigo.

Rimuru: (sonriendo, aún sonrojada) No te preocupes, Goku. A mí también me gusta estar contigo.

Pasaron unos minutos más en silencio, hasta que ambos comenzaron a relajarse aún más. Finalmente, Rimuru apagó la luz, y la oscuridad envolvió la habitación. Podían oír el suave sonido del viento fuera del castillo, un recordatorio de la calma y la paz que reinaba en Tempest esa noche.

Acostados juntos, Rimuru podía sentir la presencia cercana de Goku, su respiración lenta y tranquila. Había algo profundamente reconfortante en tenerlo cerca. Mientras cerraba los ojos, su mente seguía activa, pensando en lo que estaba ocurriendo entre ellos.

Rimuru: (pensando) ¿Qué es este sentimiento? Nunca me había sentido así antes… Goku es diferente a todos los demás.

El espacio entre ellos se fue acortando, hasta que, sin darse cuenta, ambos estaban descansando uno al lado del otro, compartiendo la calidez del momento. No era necesario decir nada. Las acciones hablaban por sí mismas. Rimuru, aún sonrojada, cerró los ojos, sintiéndose extrañamente tranquila.

Goku, por su parte, estaba cómodo. Había algo en Rimuru que lo hacía sentir en paz, una conexión que no podía explicar del todo. Mientras ambos descansaban juntos, la atmósfera de intimidad era palpable, aunque pura y serena.

La noche continuó su curso, y la luna iluminaba débilmente la habitación a través de las ventanas. Tempest estaba en calma, y dentro de esas cuatro paredes, Rimuru y Goku compartían un momento de profunda cercanía, uno que los uniría aún más.

Al amanecer, los primeros rayos de sol entraron por la ventana, despertando a Rimuru lentamente. Al abrir los ojos, vio a Goku aún dormido a su lado, respirando tranquilamente. Sonrió para sí misma, sintiéndose extrañamente feliz y agradecida por la compañía del saiyan.

Rimuru: (en voz baja) Goku… estoy realmente feliz de que estés aquí.

Sin querer despertarlo, Rimuru se levantó con cuidado y salió al balcón para ver la ciudad. A lo lejos, las reparaciones de Tempest continuaban, y la vida en la ciudad seguía su curso. Pero ahora, algo había cambiado en su corazón, algo que no podía negar ni evitar.

Goku despertó poco después, y al verla en el balcón, se levantó y se acercó, sonriendo con su usual energía.

Goku: (bostezando) Buenos días, Rimuru. ¿Dormiste bien?

Rimuru: (sonriendo) Sí, dormí muy bien, gracias a ti.

Goku sonrió, y juntos observaron el horizonte, sabiendo que lo que compartían no solo era una amistad, sino algo más profundo que ambos comenzarían a descubrir con el tiempo.

Goku En Otro MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora