Inicio

82 8 2
                                    


El reflejo de los grandes ventanales de la academia de ballet se distorsionaba ligeramente por la llovizna que cubría la ciudad. Era un día gris en Londres, uno de tantos, pero para Aether no había espacio para el clima en su mente. En el salón principal, los pasos de los bailarines resonaban de manera rítmica, ensayando bajo la atenta mirada de instructores severos. Aether estaba acostumbrado a ese ritmo, a ese control sobre su cuerpo que solo el ballet podía ofrecerle. A lo largo de los años, había perfeccionado su técnica al punto de parecer una figura etérea, una ilusión que flotaba entre los demás como si apenas rozara el suelo.

Ese día, sin embargo, algo le perturbaba. No era la próxima función, ni el papel protagonista que interpretaría una vez más. Era la llegada de un nuevo integrante al ballet, un muchacho que había captado la atención de todos al instante, sobre todo la de Aether. Scaramouche, un chico de mirada arrogante y movimientos precisos, había llegado desde Japón para integrarse a la academia, y desde el primer segundo, su presencia había sido imposible de ignorar. El modo en que las chicas murmuraban a su alrededor, cómo los profesores parecían observarle con una mezcla de respeto y cautela... y, sobre todo, la manera en que lo miraba a él, Aether, con una intensidad que bordeaba lo intrusivo.

—¿Tú eres Aether? —preguntó Scaramouche al acercarse por primera vez, con un tono que no escondía del todo su escepticismo.

Aether, vestido con su característico atuendo de ensayo, que marcaba la delicadeza de su figura pero ocultaba cualquier atisbo de masculinidad, asintió con una frialdad practicada. No era la primera vez que alguien nuevo intentaba entablar conversación. Siempre había aprendido a mantener las distancias.

—Así es. —Su respuesta fue corta, clara, como si estuviera acostumbrado a mantener las interacciones lo más breves posibles. Había un aire de control absoluto en sus palabras, una muralla invisible que lo separaba del resto.

Scaramouche, sin embargo, no parecía del tipo que se dejara intimidar. Sus ojos lo escudriñaron de arriba abajo con descaro. —Huh... No pensé que fueras tan pequeña.

Aether levantó la mirada con calma, clavándola en los ojos oscuros de Scaramouche. No era nuevo para él ese tipo de comentario. Su apariencia había sido diseñada desde niño para confundir, para encajar en ese molde que su madre había construido con tanto cuidado. Pequeño, frágil, delicado. Todo lo que no se esperaba de un chico.

—Pequeña pero efectiva —respondió Aether, sin parpadear. Hubo una pausa incómoda entre ambos. Scaramouche arqueó una ceja, intrigado, pero aún arrogante.

—Tienes confianza. Me gusta.

Las palabras eran un halago, pero el tono no tenía nada de amable. Había algo en la manera en que Scaramouche hablaba, algo que le recordaba a Aether a las serpientes que acechan antes de atacar. Pero estaba acostumbrado a lidiar con eso. Demasiados años en la elite del ballet, demasiados ojos sobre él.

—Eso espero. —Aether se limitó a responder antes de girarse y dar por finalizada la conversación, pero sintió la mirada persistente de Scaramouche quemando en su espalda mientras caminaba hacia los vestuarios.

---

La clase siguiente, los bailarines fueron llamados al centro de la sala para conocer los roles que interpretarían en la próxima producción. Aether no prestaba demasiada atención. Sabía cuál sería su destino: siempre el papel principal, siempre el centro de las miradas. La danza había sido su vida desde que tenía memoria, y con cada paso, había aprendido a esconderse detrás de la gracia femenina que su madre había moldeado en él.

—El papel protagonista será, como era de esperarse, para Aether. —La voz de la instructora resonó en la sala, sin sorpresa alguna. El aplauso que siguió fue breve pero respetuoso.

Aether, con una leve inclinación de cabeza, aceptó el reconocimiento sin emoción. Pero lo que vino después, lo que no esperaba, fue la asignación de su compañero. Scaramouche.

—Aether, trabajarás con Scaramouche para el dúo. Espero que haya química entre ustedes. Será fundamental para la coreografía.

Los murmullos llenaron la sala, pero Aether no se molestó en prestarles atención. Sabía lo que significaba. Sería observado aún más de cerca, y lo peor de todo es que tendría que compartir la escena con ese chico, el arrogante recién llegado que parecía disfrutar de desafiar las reglas tácitas del ballet con su actitud rebelde.

Scaramouche no tardó en acercarse, con una sonrisa torcida en el rostro. —Parece que estamos destinados a estar juntos. —Su tono, entre burlón y seguro de sí mismo, irritaba a Aether más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—Solo en el escenario —replicó él, mientras empezaban a practicar los primeros movimientos del dúo. Los ojos de Scaramouche lo seguían en cada paso, y aunque su técnica era impecable, había algo en la forma en que se movía, en la manera en que le sostenía la mano, que parecía desafiarlo en cada instante.

—Veremos si puedes mantener ese aire distante por mucho tiempo —murmuró Scaramouche mientras se inclinaba para sujetarle la cintura durante un giro. Su aliento rozó la piel de Aether, quien mantuvo la compostura a pesar del escalofrío que le recorrió la espalda.

Scaramouche no lo sabía, pero estaba tocando una fibra sensible. Porque mientras los demás solo veían la gracia y la perfección de Aether, él empezaba a sospechar que había algo más, algo oculto debajo de la fachada perfecta. Lo que no sabía, lo que jamás se imaginaba, era que el secreto que tanto lo atraía podría ser su mayor sorpresa.

Golden Hour[Scaraether][Xiaoaether]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora