Me habría costado mucho dejar de vivir atrapada en el pasado; era algo que me perseguía a diario, como una sombra que se cernía sobre mi mente, nublándola y haciéndome sentir un dolor profundo. Era una sensación que me oprimía y me impedía vivir plenamente el presente. La nostalgia me consumía cada día, y el peso de los recuerdos no me permitía disfrutar de la felicidad presente. Esa es, sin duda, la peor de mis condenas: no poder disfrutar los momentos de paz y alegría porque me encontraba sumergida en mi propio dolor hacia pasado.
No digo que haya dejado de pensar en el pasado por completo, pero ahora puedo decir que ya no me abruma como antes. Lo que antes me atormentaba ha cesado, y he aprendido a perdonarme y abrazar el presente. Hoy quiero vivir, pero en vivir bien. Disfrutar de la alegría, del amor de mi familia, de la felicidad que comparto con mis amigos; en los pequeños placeres de la vida, en sonreír, en cantar, en vivir la plenitud de mi juventud.
Poco a poco, he aprendido que no debo lamentarme continuamente por mis errores o descuidos. He comprendido que lo mejor es aprender de ellos, en mirar el mundo desde una nueva perspectiva. Ahora celebro tanto mis logros como mis desafíos, porque ambos me hacen crecer. He dejado atrás la desesperanza y me mantengo firme, con la convicción de que cada día es una oportunidad para ser mejor, para vivir con propósito y con gratitud.
A. M. D. G.
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Mi Poemario Anacrónico
ŞiirPoemas de mi autoría, inspirados en los pequeños detalles de mi vida y guardados en mi corazón. Cada verso refleja momentos sencillos, profundos y nostálgicos, capturando emociones, pensamientos y paisajes de mi vida diaria y la expresión de mis sen...