Capítulo 2 - Parte 8

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Parte 8

El sol estaba comenzando a ponerse en el horizonte, cubriendo el inmenso patio trasero de la casa de Aria con un brillo dorado. Era uno de esos atardeceres perfectos de Solaria, donde el cielo parecía un lienzo de colores cálidos, fusionando el naranja con el morado. Aria se encontraba sentada en medio del césped, con las piernas cruzadas, en un profundo estado de meditación. El viento suave acariciaba su rostro, y su respiración era lenta y controlada.

Cerró los ojos y dejó que la calma la envolviera, pero sabía que, bajo esa aparente serenidad, algo más profundo fluía en su interior. La sangre Aetheriana.

Todo había comenzado cuando aquellos guerreros la salvaron aquel día, dándole una segunda oportunidad de vida. No solo la habían sanado de las heridas, sino que le habían hecho una transfusión de sangre Aetheriana, una herencia de aquellos guerreros que habían prometido proteger las estrellas. Esa sangre no solo la había curado, sino que también le había otorgado algo más: una conexión poderosa y directa con la energía estelar.

Aria abrió los ojos lentamente, levantándose de su posición de meditación con una gracia inusual. A un lado de ella, el diario que le habían dejado los guerreros estaba abierto. Era un diario antiguo, cubierto de símbolos y palabras que había tardado años en descifrar. Pero ahora, cada línea tenía sentido para ella.

Tomó una posición de combate, flexionando las piernas y alineando los brazos, como había aprendido en los años desde que empezó su entrenamiento. La energía estelar fluía por su cuerpo con naturalidad. Era algo que había aprendido a controlar y a usar con precisión. Con una respiración profunda, levantó una mano hacia el cielo y concentró su energía.

De inmediato, una ráfaga de luz naranja comenzó a formarse en la palma de su mano, vibrando suavemente con una fuerza cálida. Era como sostener un pequeño sol en la palma de su mano. La energía estelar de Aetheria era diferente, más intensa, más pura. Su sangre la había transformado, permitiéndole acceder a niveles de poder que incluso la mayoría de los estudiantes de Solaria jamás alcanzarían.

Con un movimiento rápido, lanzó la esfera de energía hacia un árbol al final del patio, pero antes de que golpeara el tronco, Aria hizo un giro elegante y el proyectil cambió de dirección, volviendo hacia ella. Con una destreza impresionante, lo atrapó entre sus manos, disipando la energía al instante. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

Jake jamás podría hacer eso, pensó, sintiendo un leve orgullo. Luego, frunció el ceño, exasperada. ¿Por qué pienso en él? Aquel chico la volvía loca, y no en el buen sentido. Es tan... básico, suspiró, recordando el tonto encuentro en los pasillos. ¿Cómo alguien tan distraído y despistado podría sobrevivir en un torneo serio?

Aunque la verdad era otra. Jake tenía talento, solamente que le costaba admitirlo. Pero lo que más le molestaba era que, a pesar de sus habilidades, no podía dejar de pensar en él de vez en cuando. Como ahora, mientras entrenaba. Aria agitó la cabeza rápidamente, tratando de quitarse esa idea de la mente.

—¡Concéntrate, Aria! —se reprendió a sí misma en voz alta, como si eso pudiera borrar la imagen de Jake de su cabeza.

Dio un salto, impulsándose con una agilidad impresionante hacia una roca cercana. Aterrizó suavemente sobre ella, y una corriente de energía estelar fluyó por sus piernas, dándole el impulso suficiente para volver a saltar al aire, esta vez más alto.

En pleno vuelo, giró sobre sí misma, formando un arco con sus brazos y concentrando la energía en torno a su cuerpo. El aire a su alrededor chisporroteaba, como si el mismo ambiente sintiera el poder que Aria estaba generando.

Astral Edge Volumen 1:  ConmociónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora