La semana transcurrió con una mezcla de normalidad y confusión. Aunque la rutina en la escuela seguía siendo la misma, Luciano se sentía diferente. La conversación con Pri lo había dejado reflexionando sobre su vida, y las semillas de la rebeldía empezaban a germinar en su interior.
Una tarde, mientras hacía los deberes en su habitación, Luciano se sintió abrumado por una ola de emociones. La charla con Pri lo había inspirado a pensar en lo que realmente quería para su vida. Las enseñanzas de sus padres resonaban en su mente, pero ahora se sentían más como un eco lejano que una verdad absoluta. ¿Era realmente el camino que deseaba seguir?
Se levantó y caminó hacia el espejo. Se miró fijamente, tratando de identificar a la persona que reflejaba. Había pasado años tratando de encajar en lo que sus padres esperaban de él: el hijo modelo, el buen cristiano. Pero en el fondo, había algo más, algo que ansiaba salir.
Luciano empezó a imaginar cómo sería vivir de otra manera. Pensó en la idea de usar ropa que realmente le gustara, que lo hiciera sentir como él mismo. Se preguntó si podría explorar esa parte de su identidad sin ser juzgado. Sabía que los pensamientos eran riesgosos, especialmente porque sus padres tenían una visión muy estricta sobre el mundo. Sin embargo, había algo liberador en imaginarse en esos escenarios.
Esa noche, después de la cena, cuando su familia ya estaba ocupada viendo la televisión, Luciano decidió intentar algo pequeño pero significativo. Se dirigió a su habitación y, con manos temblorosas, abrió el cajón donde guardaba algunas pulseras viejas que su madre le había dado años atrás. Eligió una de perlas de colores y se la puso alrededor de la muñeca. Se quedó mirando el reflejo en el espejo, sintiendo una mezcla de emoción y miedo. Era solo una pulsera, algo que cualquier otra persona podría llevar sin levantar sospechas, pero para él, representaba mucho más. Era un primer paso.
Bajó las escaleras con la pulsera puesta, intentando actuar con normalidad, pero su corazón latía con fuerza. ¿Y si su padre la notaba? ¿Y si su madre hacía algún comentario? Se sentó en la sala, tratando de no atraer la atención hacia su muñeca, pero cada movimiento que hacía le recordaba la presencia del accesorio.
Pasaron unos minutos que parecieron horas, y aunque su familia no pareció notar nada, Luciano sintió que había cruzado un límite. Algo dentro de él había cambiado. Era una pequeña victoria, pero una que lo hizo sentir más cerca de su verdadero yo.
Otro día, mientras caminaba hacia la iglesia con su familia, decidió hacer otro pequeño experimento. En lugar de caminar con la cabeza baja, como era habitual, levantó la mirada y se sintió un poco más decidido. Se sentía como si comenzara a despojarse de las cadenas que lo mantenían cautivo.
Al llegar a la iglesia, las enseñanzas del pastor resonaban en su mente. Escuchó la familiar insistencia sobre la importancia de ser un "hombre recto". Pero en lugar de aceptarlo sin cuestionar, Luciano se permitió sentir una punzada de rebelión. ¿Por qué tenía que ser de esa manera?
A medida que el sermón avanzaba, la sensación de incomodidad creció dentro de él. Miró a su alrededor y observó a los demás congregantes. Algunos parecían estar completamente absortos en lo que el pastor decía, mientras que otros tenían expresiones de incertidumbre. ¿Realmente todos estaban de acuerdo con estas enseñanzas?
En su interior, se preguntó si había un espacio para la diversidad de pensamiento, para aquellos que no encajaban en la imagen perfecta que sus padres promovían. La idea de ser libre de expresar quién era lo llenaba de emoción y miedo a la vez.
Cuando regresó a casa, Luciano se sintió diferente. Esa noche, se sentó en su cama y abrió su diario. Decidió escribir sobre sus pensamientos y sentimientos, sin filtros. Las palabras fluyeron como un río desbordado, liberando todo lo que había guardado. En el papel, plasmó su deseo de ser auténtico, de no vivir bajo la sombra de las expectativas familiares.
El día siguiente, en la escuela, mientras hablaba con Pri y Luna durante el almuerzo, no pudo evitar compartir sus pensamientos. "A veces siento que tengo que ser alguien que no soy," confesó, sintiéndose un poco vulnerable al abrirse de esa manera.
Pri lo miró con comprensión. "No estás solo en eso. Todos tenemos nuestras luchas, y a veces, hay que cuestionar lo que nos enseñan," respondió, apoyándole la mano en el brazo de manera amistosa.
Luna asintió, añadiendo: "La vida es demasiado corta para vivirla para los demás. Si no te sientes bien con lo que te dicen que seas, tal vez debas encontrar tu propio camino."
Luciano sonrió, sintiéndose más fuerte con el apoyo de sus amigas. Por primera vez, sintió que su lucha interna no estaba solo en su mente. Había un sentido de camaradería y aceptación en su nuevo grupo, y eso lo empujaba a explorar más su propia identidad.
Mientras terminaban de almorzar, la conversación se volvió más ligera, pero en el fondo, Luciano sabía que estaba en un punto de inflexión. Las pequeñas señales de rebeldía que empezaba a manifestar eran solo el comienzo de un viaje que lo llevaría a descubrir quién era realmente.
Al caer la noche, se sentó de nuevo frente al espejo, pero esta vez con una nueva determinación. Se dio cuenta de que no estaba solo en sus dudas y deseos. Era hora de abrazar su verdadera identidad, aunque todavía no sabía cómo hacerlo.
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El diario de Ludmila
Сучасна прозаEn un entorno familiar conservador y religioso, Luciano lucha por encontrar su verdadera identidad mientras enfrenta la homofobia y la presión de sus creencias. A través de su amistad con Pri y Luna, comienza a explorar su lado femenino y a cuestion...