11 | Entrelazar dedos

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Killua anhela la cercanía.

El contacto físico da miedo, es peligroso, una amenaza constante que acecha hasta en las acciones más pequeñas. Killua ha sido herido durante toda su vida, y la mayoría de esos dolores, fueron producidos cuando alguien entró en su espacio personal y violó sus límites.

Dolor. El dolor es el más fiel compañero del contacto. Entonces, ¿Por qué?

¿Por qué anhela la cercanía con Gon?

Tardó en entenderlo. De la misma forma en que tardó en entender porqué habían mariposas en su estómago, porqué el calor del verano llegaba a sus mejillas cuando Gon lo elogiaba -incluso cuando estaban en invierno-, tardó en descifrar el collage desastroso de sentimientos que su corazón había empezado a armar desde aquel día donde Gon lo rescató de la finca Zoldyck. Killua tardó en comprenderlo, pero no fueron milenios, un año y la entrada a un videojuego bastó para despejar su mente, iluminándolo con una verdad que en su momento fue aterradora.

Le gusta Gon.

Le gusta su personalidad; su terquedad, su energía, su ingenuidad, su carisma, su amabilidad, su egoísmo, todo lo que lo conforma. Le gusta el tono tan bonito de su piel bronceada, cómo chocolate con leche, o tal vez cómo canela. Le gusta sus ojos, de color miel, brillantes cómo el fuego y cálidos al igual que el sol. Le gusta el sonido de su risa, de su voz, de su respiración; la forma en que camina, cómo se mueve, cómo sonríe y piensa en silencio.

Le gusta estar cerca de Gon. Gon no duele, el tacto de Gon a veces es brusco, una palmada en el hombro o un codazo toqueteando entre sus costillas. Pero Killua no se asusta, Killua no siente estrés ni mucho menos dolor, la forma en que Gon lo toca es agradable; cada vez que ocurre -una vez cada cierto tiempo, cuando menos se lo espera- la sensación se queda grabada en Killua, cómo si en realidad Gon estuviera moldeado en base a ardientes llamas que queman, con su tacto fundiéndose hasta los huesos de Killua para dejar una cicatriz.

Es como si Killua estuviera a punto de morir de hipotermia, todo el tiempo su cuerpo está helado. Sus dedos son delgados tempanos de hielo y el color de su cabello lo hace lucir cómo un copo de nieve viviente, su piel pálida luce cómo si no conociera el sol. Entonces de nuevo allí está Gon, la encarnación de la calidez, quien al mantenerse cerca de Killua le brinda un poco de su embriagador calor; Killua se derrite, no porque va a morir, sino porque Gon lo hace sentir vivo.

Killua lo anhela tanto que duele. Pero, al igual que el sol, Gon está lejos.

Tacto juguetón, uno que otro golpe entre risas, tal vez un brazo rodeándolo por encima de los hombros, alguna mano sosteniendo la otra, las extremidades formando un disparate a la hora de dormir. Killua tiene un poco de Gon en cada ocasión, pero sigue teniendo frío, y no sabe de qué forma acercarse; el miedo a equivocarse es más poderoso que el congelamiento que crece desde el interior de sus huesos.

Killua no es valiente, menos para algo así. ¿Tocar a Gon? ¿Acercarse sin disimular y abrazarlo? ¿Acariciar su cabello? ¿Recostar su cabeza en su hombro? Hacer todo eso lo llevaría al borde del infarto, era impensable. Prefiere quedarse en silencio, para no violar algún límite no dicho, justo cómo le hicieron a él hace tanto tiempo; el contacto físico trae dolor cuando no se práctica con cuidado, Killua no puede arriesgarse.

Se dice a sí mismo que esto es suficiente. Las pequeñas dosis de afecto, lo discreto y disimulado, el contacto que se consigue por un "sin querer", lo que se hace cuando no están allí; cuando duermen en los trenes, o en las camas de hoteles de mala muerte, o en una tienda de acampar en medio de un bosque.

A veces, consigue algo más. A veces, Gon se arriesga y toma su mano, acaricia su cabello, apoya su cabeza sobre su hombro, lo abraza. Gon se queda en silencio también, al mismo tiempo que toma todo lo que quiere; y Killua desea preguntarle, preguntarse, si es que en realidad ambos quieren lo mismo... pero cómo siempre, ninguno habla.

A veces, Gon entrelaza sus dedos. Cuando están corriendo hacia alguna dirección en específico, cuando están paseando por algún lugar nuevo, cuando están sentados en alguna banca, cuando estan acostados muy cerca del otro. Gon entrelaza sus dedos sin decir ni una palabra, y por alguna razón, la acción se siente cómo si él quisiera decir algo.

Los dedos de Killua son témpanos de hielo, los dedos de Gon están tallados en carbón y envueltos por brasas de fuego. En esos momentos, donde no hay ninguna explicación que justifique la cercanía, Killua cree que esto es suficiente.

Pero desea algún día ser lo suficientemente valiente cómo animarse a conseguir lo que quiere, justo cómo Gon, o mejor aún... decirlo en voz alta.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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𝑭𝒍𝒖𝒇𝒇𝒕𝒐𝒃𝒆𝒓 𝟐𝟎𝟐𝟒: "A Medias" | Gonkillu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora