Bali
Papá comienza a fumar un cigarro por las tardes. No es el tipo de persona que está acostumbrada a estar en casa por periodos de tiempo prolongados. Me atrevería a decir que puede llegar a sentirse más establecido en cuartos de hotel que aquí. En cambio Jean ha estado más presente que nunca, su mayor prioridad estos días ha sido mejorar su relación con Raymond. A veces veo como lo observa detenidamente cuando él está distraído, lo hace con cariño pero también con mucha pena. Está claro que lo extrañó todo el tiempo que estuvieron apartados y ahora la necesidad de recuperar el tiempo perdido es muy profunda.
Llegar a casa después de un año escolar en el internado siempre es difícil. Me toma mucho adaptarme. Es cuando Jean y mi padre procuran tener una agenda desocupada para poder dedicarme tiempo. Suena lindo y es algo que aprecio pero conforme pasan los años el encuentro entre los tres se siente cada vez más bizarro. Me he acostumbrado tanto a la vida apartada de ellos que incluso me siento inadecuada, falsa, como si estuviera escenificando una vieja versión de mí ante ellos todo el tiempo con el fin de mantener algo de normalidad. La verdad es que no hay nada natural en esa ejecución por mi parte. Me estoy haciendo mayor y no estoy segura de cómo se espera que me comporte.
Está vez es diferente. He mantenido un perfil bajo. La llegada de Raymond cambió la dinámica entre todos. Ahora que él apareció la atención de Jean y papá esta distribuida. Es cómodo no ser el centro de atención todo el tiempo y tener la oportunidad de ser una espectadora en casa, ver como todos se desenvuelven en resultado a su presencia. Tengo más tiempo para pasar en solitud, un lujo que en el internado es escaso.
Mi padre y yo tenemos una charla a solas. Cada inicio de verano mis amigos vienen a casa para celebrar mi cumpleaños antes de marcharme a California. Está vez mi padre me ha pedido que incluya a Raymond en todo. Accedo, es una forma fácil de complacer a mi padre y a Jean. Se que a ambos les hace ilusión que Raymond y yo convivamos. Si tuviera que elegir quién lo disfruta más, diría que ellos, ya que están teniendo la oportunidad de tener la familia perfecta que siempre han deseado.
Llamó a la puerta de la habitación de Raymond un par de veces pero no responde. Giro la perilla y empujo la puerta lentamente para abrirla. No hay nadie en la habitación así que me adentro. Su portátil está abierto sobre la cama, con la aplicación de facetime en marcha. Escucho un sonido en el baño, me doy cuenta de que está ahí.
—¿Raymond?— Le llamo, él abre la puerta del baño y se da cuenta de mi presencia, —lamento entrar sin avisar,— digo apartando la mirada.
—Está bien, no te preocupes,— dice asegurando la toalla alrededor de sus caderas, —¿Necesitas algo?—
—Solo quería hacerte una invitación,— digo, él me mira expectante, —un par de amigas vendrán por mi fiesta de cumpleaños, estarán aquí mañana, y tenemos planes de ir a Nueva York, para pasar el fin de semana, y pensé que disfrutarías alejarte de casa por un par de días—.
Él mira al suelo por un largo segundo, como si estuviera buscando una excusa ahí, pero luego me mira nuevamente y noto algo en su mirada. Una ligera tristeza que apenas se nota.
—Es muy considerado de tu parte, invitarme, lo aprecio pero,—.
—¿Pero?— Digo interrumpiendo, —vamos, no hay mucho que hacer aquí más que entrar en la piscina o jugar al tenis con mi papá—. Nos miramos fijamente por un segundo, espero que diga algo, pero en lugar de eso una sonrisa comienza a dibujarse en el costado de su boca. —Además, sigues dejándolo ganar, eso no puede ser divertido—.
—Tienes razón, probablemente sea buena idea salir y distraerme un poco,— dice y me sonríe tímidamente.
—Por supuesto—.
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Entre Días
RomanceRaymond llega un verano a la casa de su madre sin previo aviso. Dejando a su padre, a sus amigos y su vida en la ciudad de Ámsterdam atrás, todo para terminar en medio de Greenwich Connecticut. Un lugar donde no hay nada que signifique mucho para el...