Capítulo 2

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Levi salió de la oficina con la cabeza hecha un torbellino. La presión de su matrimonio fallido lo había estado consumiendo, y cada día parecía más difícil. Las discusiones constantes con Hange, la falta de comunicación y el sentimiento de estar atrapado en una rutina desgastante lo mantenían despierto por las noches, dándole vueltas a los mismos pensamientos.

La culpa lo invadía por no poder encontrar una solución y por la distancia que se había creado entre ellos.Mientras conducía hacia el bar, su mente se llenaba de recuerdos de momentos felices que parecían tan lejanos.

Se preguntaba si alguna vez podrían volver a ser esa pareja que se amaba sin reservas. Pero en lugar de eso, se sentía cada vez más solo, como si estuviera en un barco a la deriva.Al llegar al bar, el ruido y la música vibrante lo recibieron como un alivio temporal. Se encontró con Porco, quien ya había pedido unas cervezas y lo saludó con entusiasmo.

—¡Levi! —gritó Porco, levantando su vaso—. ¡Justo a tiempo! Necesitamos celebrar que estás aquí.

—Sí, claro… —respondió Levi, tratando de sonreír mientras se sentaba a su lado.Mientras charlaban sobre trivialidades, un grupo de mujeres entró al bar, y entre ellas estaba Sasha, con su energía contagiosa y una sonrisa que iluminaba el lugar. Se acercó a ellos con confianza.

—Hola, chicos. ¿Puedo unirme? —preguntó con picardía.

—Por supuesto —dijo Porco, guiñándole un ojo mientras recorría a la mujer de arriba a abajo.Sasha se sentó junto a Levi, inclinándose hacia él de manera coqueta y seductora.

—¿Cómo te llamas? Precioso —preguntó, sus ojos brillando con interés.—Levi —respondió él, sintiendo cómo la tensión comenzaba a disiparse.Sasha sonrió y le tocó el brazo suavemente.

—Levi… me gusta ese nombre. Suena fuerte y decidido. ¿Qué haces aquí tan solito, cariño?

Levi se encogió de hombros.

—Solo necesitaba desconectar un poco del trabajo y… de todo lo demás —dijo con un suspiro.Sasha lo miró fijamente, como si pudiera ver más allá de su fachada dura.

—Ya veo que tienes problemas personales. A veces hay que dejarse llevar. ¿Te gustaría olvidarte de todo por un rato? —sugirió mientras se acercaba más.Levi sintió una chispa de atracción y antes de que pudiera pensar en las consecuencias, Sasha lo besó apasionadamente.

La intensidad del beso lo sorprendió; ella parecía estar realmente excitada por él, como si cada instante estuviera cargado de deseo.Sin embargo, cuando la realidad lo golpeó nuevamente, se apartó lentamente.

—Espera… esto no está bien —dijo Levi, tratando de recuperar su compostura.

Sasha frunció el ceño, decepcionada pero aún intrigada.

—¿Por qué no? Solo estamos divirtiéndonos un poco…Porco observaba la escena con una sonrisa burlona mientras hablaba con la amiga de Sasha.

—Vamos, Levi. No seas aguafiestas. Hange no tiene por qué enterarse de los cachos. ¡Disfruta! —exclamó Porco mientras reía con la otra mujer.

Levi miró a Sasha y luego a Porco. Sabía que tenía que tomar una decisión.

—Silencio cerdo despreciable, no puedo hacer esto. Tengo una familia que cuidar —dijo firmemente.Sasha lo miró con desdén antes de encogerse de hombros.

—Está bien, no te rogaré… si eso es lo que quieres —respondió ella antes de girarse hacia Porco—. ¿Y tú? ¿Te gustaría tener sexo salvaje?Porco sonrió como un niño travieso.

—Claro que sí, muñeca. Pero qué buena oferta me has hecho. Vamos, yo conozco un motel aquí cerca —dijo sin dudarlo mientras la mujer lo tomaba del brazo.Levi observó cabreado cómo su amigo se alejaba con las chicas y sintió una mezcla de alivio y tristeza al mismo tiempo.

Se sentía estúpido pero sabía que había tomado la decisión correcta al rechazar a Sasha; sin embargo, también sabía que debía enfrentar los problemas en casa en lugar de buscar distracciones temporales.Con determinación renovada, dejó su bebida sobre la barra y se dirigió hacia la salida del bar. Era hora de regresar a casa y enfrentar los desafíos que había estado evitando.


Una vez dentro del auto, Levi encendió el motor y comenzó a conducir hacia casa. Sin embargo, justo cuando pensaba en cómo abordar la situación con Hange, su teléfono sonó. Era su madre, Kuchel.

—¡Levi! —dijo ella con un tono preocupado—. Necesito hablar contigo.—¿Qué pasa, mamá? —respondió él, sintiendo que la frustración comenzaba a acumularse nuevamente.

—He estado escuchando cosas sobre Hange. No puedo creer que esté dejando que ese niño se encargue de todo. ¡Es una floja! ¿Por qué manda a Farlan a cocinar y a limpiar? Ni siquiera lo baña adecuadamente; ¡tiene piojos! —exclamó Kuchel, su voz llena de indignación.Levi se sintió herido por las palabras de su madre.

—Mamá, no es tan simple. Ella está pasando por un momento difícil también —intentó defenderla.

—¡No me vengas con excusas! Eres un pelotudo por no hacer nada al respecto. Tienes que poner los puntos sobre las íes. No puedes dejar que tu esposa trate así a tu hijo —dijo Kuchel con firmeza.

La ira comenzó a burbujear dentro de Levi mientras recordaba cómo su propio padre había sido igual: un hombre que nunca supo asumir sus responsabilidades ni cuidar adecuadamente a su familia. Sin embargo, Kuchel siempre supo educarlo mejor; siempre fue ella quien tomó las riendas cuando las cosas se complicaban en casa.

—¡Basta! No necesito que me digas cómo manejar mi vida o mi matrimonio! Hange no es una mala madre; está lidiando con sus propios problemas —gritó él apretando el volante con fuerza mientras recordaba las palabras hirientes que había escuchado durante toda su infancia sobre su padre: “un pelotudo”.

—Pero tú no haces nada para cambiarlo. ¡Eres un cobarde! Tu padre también era un pelotudo y tú estás siguiendo sus pasos —replicó Kuchel sin titubear.La rabia creció dentro de Levi como una tormenta incontrolable.

—¿Sabes qué? ¡ándate a la mierda! No necesito tus críticas ni tus consejos sobre cómo ser padre o esposo. Estoy haciendo lo mejor que puedo —respondió él, su voz cargada de frustración mientras colgaba el teléfono abruptamente.

Con el corazón acelerado y la mente llena de pensamientos contradictorios tras esa conversación tensa con su madre, Levi se quedó mirando al frente en el auto.

Sabía que debía enfrentar sus problemas en casa; sin embargo, la presión aumentaba en su pecho mientras conducía hacia el hogar donde lo esperaban desafíos difíciles e incómodos.Al final del día, sabía que tenía que romper el ciclo: ser diferente a su padre era crucial para él y para Farlan.

Con esa determinación en mente y el eco de las palabras de su madre resonando en su cabeza, aceleró el auto hacia casa mientras se preparaba para enfrentar lo inevitable: una conversación sincera sobre sus problemas matrimoniales y cómo mejorar como padre para Farlan. 

Terapia de pareja (Rivamika) (Levihan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora