Capítulo 8

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Levi se encontraba en el sex shop, su corazón latiendo con fuerza mientras recorría los pasillos iluminados con luces tenues. El aire estaba impregnado de un aroma dulce y embriagador, pero él apenas lo notaba. Su mente era un torbellino de emociones: nerviosismo, excitación y una profunda sensación de desesperación. Estaba decidido a salvar su matrimonio con Hange, a reavivar una chispa que parecía haberse apagado.

Mientras examinaba los artículos, no podía evitar que la imagen de Mikasa invadiera sus pensamientos. La forma en que su cabello caía sobre sus hombros, la intensidad de su mirada… Todo eso lo atormentaba mientras sostenía un par de esposas brillantes en sus manos. Se sintió abrumado por la dualidad de su deseo: quería a Hange, pero las memorias de Mikasa le provocaban un nudo en el estómago.

**¿Qué estoy haciendo aquí?** pensó, sintiendo que el peso de sus inseguridades lo aplastaba. Sin embargo, sabía que necesitaba hacer algo; no podía dejar que su relación se desmoronara sin luchar. La presión de la situación lo empujaba a actuar, y cada objeto que tocaba parecía resonar con el eco de sus dudas.

Finalmente, eligió un vibrador elegante y aceites para masajes exóticos, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad. **Esto podría funcionar**, se dijo a sí mismo, intentando convencerse de que estos objetos podrían ayudarles a reconectar. Pero incluso mientras lo pensaba, la imagen de Mikasa seguía acechando en su mente como una sombra inquietante.

Al caer la noche, llegó al restaurante con Hange. La atmósfera era acogedora, con luces tenues que creaban un ambiente íntimo. Sin embargo, el nerviosismo seguía presente en su pecho como un tambor que marcaba el compás de su ansiedad.

—Siento que hemos estado desconectados últimamente —dijo Hange, mirándolo con seriedad—. Necesitamos encontrar formas de reconectar.

Levi asintió, sintiendo la presión en su pecho.

—Sí, he estado sintiendo lo mismo —respondió—. A veces me pregunto si realmente estamos en la misma página.

Hange lo miró fijamente.

—Las palabras son solo eso, Levi. Necesito ver acción —dijo con determinación—. No puedo seguir así si solo son promesas vacías.

Mientras hablaban sobre sus sentimientos y las pequeñas cosas que habían perdido en su relación, Levi se sintió más ligero. Pero ese alivio fue efímero; su mundo se desmoronó cuando sus ojos se posaron en una mesa cercana. Allí estaba Mikasa, deslumbrante en un vestido rojo que dejaba poco a la imaginación: un escote profundo y una espalda descubierta que resaltaba su figura.

Mikasa estaba sentada con un hombre alto, de ojos verdes y cabello castaño. Levi sintió cómo los celos comenzaban a consumirlo al verlos reír y compartir confidencias. El hombre se inclinó hacia ella y la besó suavemente en los labios; un gesto que hizo que el estómago de Levi se retorciera y lo llenara de rabia e impotencia.

Levi intentó concentrarse en Hange, pero cada vez que miraba hacia la mesa de Mikasa, sentía que el fuego de los celos comenzaba a consumirlo. La risa de Mikasa resonaba en su mente como un eco doloroso.

—¿Levi? —la voz de Hange lo sacó de su trance—. ¿Estás bien? Pareces distraído.

Él forzó una sonrisa, pero su mente estaba atrapada en la imagen de Mikasa disfrutando de la compañía del otro.

—Sí, solo... estoy pensando en lo que pediremos cariño —respondió evasivamente.

Hange lo observó con desconfianza.

—No me engañes. Sé cuando estás pensando en otra cosa. Si quieres hacer esto funcionar, tienes que estar presente —dijo con seriedad— no estoy aquí pintada.

La tensión entre ellos creció mientras Levi luchaba por mantenerse enfocado. Finalmente, no pudo más.

—Hange, vamos a otro lugar —dijo abruptamente.

Al llegar al motel, tomó la mano de Hange y la llevó a la habitación. Antes de entrar, sacó una bolsa del sex shop que había visitado esa mañana. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Hange —dijo mientras abría la bolsa—, quiero que esto haga nuestra noche inolvidable.

Hange arqueó una ceja mientras examinaba los objetos: un par de esposas brillantes, un vibrador elegante y aceites para masajes exóticos.

—Vaya... no sabía que tenías este lado tan atrevido —dijo con picardía— me gusta que hayas pensado en mí cuando comprabas estos juguetes.

A pesar del intento de Levi por dejar atrás sus inseguridades y enfocarse en Hange, no podía evitar recordar a Mikasa y el hombre con quien había estado esa noche. La imagen seguía acechándolo como una sombra oscura.

La habitación estaba iluminada suavemente y el ambiente era perfecto para lo que Levi tenía en mente. Mientras Hange exploraba los juguetes con curiosidad, él se acercó a ella y la tomó por la cintura.

—Quiero hacerte sentir especial —susurró mientras sus labios rozaban su oído—. Vamos a dejar atrás todo lo demás. Esta noche solo seremos tú y yo.

Hange sonrió seductoramente pero mantuvo su mirada firme.

—Está bien... pero quiero que sepas que esto no significa nada para mí —dijo ella con determinación—. Solo probaremos y la pasaremos bien esta noche.

Levi sintió el peso de sus palabras; aunque estaba decidido a dejar atrás sus celos y enfocarse en Hange, no podía evitar sentir cómo su mente divagaba hacia Mikasa y las imágenes perturbadoras del hombre besando a Mikasa, su exquisita terapeuta que lo estaba volviendo completamente loco.

Terapia de pareja (Rivamika) (Levihan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora