Capítulo 9: ES VIERNE Y EL CUERPO LO SABE.

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Ese dicho dé qué “Es viernes y el cuerpo lo sabe”, no es mentira, está semana entré los ensayos, el recuperar la agenda de la bestia mayor, el día a día de la oficina y mi extraña fijación por Alec me tienen el cuerpo agotado, no sabía que ese dicho fué captado por mí cuerpo a penas me desperté él día de hoy, me sentía como si me hubiesen pasado un camión por emcima de mí y no precisamente de la manera bonita, me levanté aún a pesar de mí, hice mi ritual matutino, al salir del baño, agarré lo primero que ví, unos jeans rotos en las rodillas,(les apuesto qué la bestia me va a regañar, pero hoy es el día de flojera y ensayo final y sinceramente no ando de humor de ponerme como la “licenciada fashion”), junto a una franela blanca y mis convers, una maquillada sencilla mi bolso no mi cartera, mi bolso y mi cola en él cabello, listo, le coloqué comida a mi gato, y salí, ni comida hice para llevarme, hoy comeré afuera.

Al salir a agarrar el bus, ví a unos vecinos que me provocan ternurita, son unos perritos de esos qué te enamoran, me acerque los acaricié y me quede hablando tonterias con su dueña, una señora mayor agradable, me monté en el bus cuando apareció y me fuí a la oficina, en el camino, iba pensando que tenía para él día de hoy afortunadamente nada, mi “asistonto pervertido” como le dice Edna porqué según ella él me come con la mirada y fantasea conmigo, ella me ha dicho varias veces: “Dany, cometelo” pero nahh, yo con gente comprometida no me meto, tengo que reconocer que él tipo está como le fa langana, pero no sirvo para ser la otra, asi viniera el mismo Alec y me pidiera ser su amante, por mucho que me mueve el piso, o soy la única en la vida de él o no soy nada, porque ni como amiga, me seria difícil, y aqui estoy de nuevo divagando en el hombre misterio que me roba el aliento y mis orgasmos día a día, desde que lo descubrí.

Pido la parada, y como cosa rara empiezo a insultar al chofer.

— ¡¡¡Párate, vale, que tú a mí no me vas a llevar pa’ tú casa, y menos me vas a mantener, tengo rato pidiendo la parada y la manía de ustedes de andar compitiendo y exigiendo que les pagué él pasaje completo, parateeeeee!!!!

La gente me veía cómo una loca, pero no era la única qué peleaba con él ánimal del chófer, hasta qué dos cuadras más allá, se digno a pararse, cuando iba bajando él colector me agarro de la mano, casi le doy un derechazo, sino fue porque me dijo: — Que hermosa te pones bravita.

— Si no quieres terminar sin mano y nariz, sueltame ya!
Él me miro tan asombrado que de una me soltó, solía decirle esas cosas a las mujeres, y como cuándo yo me montó en él bus soy amargada, cómo qué la expresión de amargura a los hombres les gusta, ¡Masoquitas!.

Caminé hasta la panadería, pedí un chocolate caliente, y dos patelitos de hojaldre de jamon con queso, y un paquete de trident, no suelo comer en la calle, ni menos comer chicle, no me gusta, pero hoy necesito masticar, mi Jesús ha hecho su trabajo bien como mi asistente, así qué no tengo nada que hacer hoy, solo mirar sintesos poesía, repasar las canciones que vamos a tocar mañana y listo.

Al llegar, con todo el fastidio del mundo, no saludé a la bestia, me fuí directo a la oficina, me encerre a desayunar con toda la calma pero esa calma se vio interrumpida con mi boca abierta acercandose a uno de mis amados pastelitos cuando la bestia entro.

— ¡¡¡Uy!!!, esa boquita si es grande.

— ¡Que ladilla!, qué quieres?

— Amaneciste de mal humor bebé?

— Tú que crees?, estoy cansada.

— Él se acerco y me quito el pastelito de mi manos y empezo a comerselo mirandome.

— ¡Hey eso es mio!

— Lo haz dicho bien pequeña, era.

El desgraciado se lo estaba saboreando, menos mal habia comprado dos

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