Capítulo 8 -Confusión.

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Desde ese día las cosas se han puesto más oscuras, Madeleine y Maya pasaron por mi ese día, aunque claro que las esperé a unas calles del hotel. Madeleine me pregunto qué ocurría, pero le dije que todo estaba bien.

Entres días ni la pelirroja, ni la detective dieron señales de vida, a Madeleine solo la vi en el instituto y una tarde que pasó por mi casa para tomar el té mientras Maya estaba con una de sus amigas. Estuve a punto de llevarla a mi cama, pero recordé la amenaza que la loca esa me dejó.

Ahora mismo siento que esto es obra suya, algo hizo estallar las llantas de mi auto en el camino que lleva a mi casa, ya oscureció y en esta parte la señal no es muy buena, los mensajes no se envían. Veo hacia los alrededores del bosque, pero no se ve movimiento de nada, me aseguro que todo esté en mi bolso antes de bajar del auto.

Con la linterna de mi celular alumbro el camino mientras intento buscar algo de soñar.

—Coralie... —me volteo de golpe hacia el bosque que susurra mi nombre —corre... —ni siquiera es como una voz real, es más como una advertencia del bosque, como si algo se ocultara entre las sombras y el mismo bosque me pide que huya.

Alumbro hacia todos lados, pero no hay nada. El sonido de los pasos me hace comenzar a caminar más rápido, el frío y mis nervios hacen que mis manos tiemblen, el crujido de las ramas bajo mis pies me pone aún más alerta. Mis pies comienzan a acelerar el paso y cuando vislumbro las luces de mi casa comienzo a correr y los pasos en el bosque también aceleran.

Escucho su risa y sé que no estoy loca, esto es obra suya, quiere que le tema aún más, quiere que sepa que no está jugando con sus advertencias y ahora puedo asegurar que en verdad es una jodida loca.

Apenas pongo un pie en la cabaña, la puerta cede sin necesidad de la llave, cierro con fuerza y los pasos se detienen del otro lado de la puerta. Mi corazón sufrirá un paro cardíaco, no logro controlar mi respiración al saber que está ahí del otro lado. Dos golpecitos en la parte baja de la puerta y me hacen voltear hacia donde desliza una nota por la hendidura.

"Te daré otra pista. El color de mis ojos, ¿recuerdas lo que dije sobre ellos?.
Extraño conversar contigo, Coralie.
Cuidado con ella, también te conoció ahí".

Trato de comprender sus palabras, pero me cuesta hacerlo, siento que estoy tratando con dos personas distintas, no entiendo lo que sucede.

—¡Ya lárgate! —grito frustrada y ella da otros golpecitos en la puerta.

Volteo hacia abajo y hay otra nota.

"Eres más inteligente que esto, Coralie. Concéntrate, analiza todo y sabrás quien soy y quién es ella. ¿Somos dos?, quizás una en dos, pero Coralie, eso tú ya lo sabes bien.
Aléjate de ella".

—¡Aléjate tú! ¡Ya no quiero averiguar nada de esto! —escuchó un suspiro del otro lado de la puerta —¡Me largaré de esta maldita ciudad! —se me escapa una lagrima y la limpio con enojo —¡Ya estoy harta de ti, de todos en este maldito lugar! —me estremezco al escuchar su risa.

La madera cruje ante sus pisadas cuando se aleja, todo queda en total silencio, me desplomo en el suelo al sentir que mi cuerpo se debilita. Estoy cansada de todo esto, quiero largarme de aquí, quiero salir de este lugar, pero no me dejará hacerlo, debí alejarme desde el primer momento, pero como idiota siempre me pongo en peligro, siempre atraigo todo el mal hacia mi, así como la prisión, así como mi paciente misteriosa, esa mujer que me hizo hablar sobre mí, supo como ganarse mi confianza, supo manipularme para que le hablara de mi.

Busco mi celular y le marco a mi hermana, tarda en responder, pero finalmente lo hace.

—¡Cori! ¿Cómo está mi hermanita?

Un Matiz De CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora