Capítulo 9 -Fin del juego. Parte1.

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Mis ojos no pueden apartar la vista de los suyos, me sonríe y se acerca como un felino, roza mis labios con los suyos, se aparta y veo cómo desata mis manos, luego gatea hasta mis pies y también los desata.

—No lo haremos así —sujeta mis pierna y desliza sus manos hasta tomar mis caderas —¿quieres que te cuente una historia, Cora? —asiento.

—Quiero saber el porqué.

—Es sencillo, Coralie, eres una mujer muy intrigante y llamaste la atención de una persona que se obsesiona cuando algo le atrae —frunce el ceño —pero también despertaste la atención de alguien que no debería haberte visto.

—¿Maríe? —asiente —¿Y tú cómo me conociste entonces?

—En el mismo lugar que ella —sonríe subiendo a horcadas sobre mi, toma mis manos y deja un beso en cada una.

—¿Por qué me tienes aquí? —le pregunto.

—¿No quieres saber la historia antes? —asiento —buena chica.

Se acuesta a mi lado y atrae mi cuerpo al suyo, se queda en silencio un largo rato y comienza a dibujar patrones sobre mi cintura, espalda y brazos.

—Verás, Coralie, Maríe trabajaba en la misma prisión que tú cuando se mudó a París, ella era una persona muy seria, había tenido problemas con su hermano, la razón era Loana. Maríe y ella eran muy amigas, pero Maríe se enamoró de ella, su hermanó se enteró y Loana negó sentir algo por ella, así que Maríe se fue, su hermano sufrió un accidente meses después, sobrevivió, pero no hay explicación para lo que sucedió y cuando llegó a esa prisión... encontró a un hombre, a un prisionero que le despertó el interés, el mismo recluso que estuvo a punto de matarte, el mismo recluso que disfrutaba pasar el tiempo contigo, charlando como grandes amigos y eso no le gustó a Maríe —su mano se cierne sobre mi espalda.

—No me acuerdo de ella... —sonríe.

—Ah, Maríe no era de las guardias, Maríe era parte de la administración y tuviste que haberla visto cuando ingresaste, ella tenía todos tus datos y yo me encargué de eliminarlos.

—¿Como entraste tú en todo esto? —acaricia mi mejilla y vuelve a desviar su vista hacia el techo.

—Déjame seguir. Maríe no estaba contenta con la situación y ahí fue cuando el recluso intentó matarte por segunda vez, seguro que lo recuerdas, seguro que esa fue la razón por la que decidiste irte, él no era quien tú creías, porque sé que tenías la idea de cambiar su mente, sé que querías ayudarlo en verdad, pero mientras Maríe estuviera detrás de todo, él jamás cambiaría, Coralie, hiciste lo mejor que pudiste con él —me observa con nostalgia.

—Tu y él, tú... —me siento de golpe a recordar la primera vez que la miré.

—¿Ya sabes dónde encajo yo? —asiento y sonríe —mi hermano me dejaba verlo una vez cada tantos meses, él no me dejaba visitarlo con regularidad porque nuestros padres no lo permitían y él sabía que yo debía seguir a la cabeza de la empresa.

—Él me dijo que tú eras la persona más importante en su vida —asiente.

—Lo era, hasta que nació Maya —sonríe.

—¿Maríe es su madre? —pregunto y asiente.

—Lo es y Maríe hará hasta lo imposible para que no salga de este maldito lugar.

—¿Quiere que se la entregues?

—No, Maríe no quiere a Maya, Maríe quiere utilizarla para que mi hermano salga de su escondite.

—¿Se fugó? —niega.

—No, digamos que un buen abogado lo sacó bajo fianza.

—¿Si está donde me dijiste? —asiente.

Un Matiz De CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora