Capítulo: El Precio del Silencio

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El aula estaba en completo silencio mientras los estudiantes entregaban sus tareas. Las hojas, con las esquinas dobladas y las letras apuradas, pasaban de mano en mano hasta llegar a la profesora. Alastor observaba cómo cada uno de sus compañeros iba depositando sus trabajos con la misma mezcla de alivio y resignación que él sentía cada vez que un plazo llegaba a su fin.

-Muy bien, chicos -anunció la profesora al final-. Ahora que ya hemos entregado las tareas, quiero que saquen la investigación que les pedí la semana pasada.

Alastor, que siempre había sido meticuloso con sus trabajos, sacó su investigación del cuaderno donde la tenía perfectamente ordenada. Un vistazo rápido alrededor del salón le permitió ver que varios de sus compañeros hacían lo mismo, aunque algunos rebuscaban frenéticamente entre sus mochilas. Vincent, sentado a su lado, era uno de ellos.

El corazón de Alastor dio un pequeño vuelco al verlo. Vincent rebuscaba de manera desesperada entre sus cosas, sacando hojas arrugadas, cuadernos medio vacíos y bolígrafos, pero no la investigación que necesitaba entregar. Una pequeña mueca de preocupación apareció en su rostro, algo que raramente mostraba.

-Maldita sea -murmuró Vincent, sin levantar la vista-. La dejé en casa.

Alastor observó a su novio por un momento, su mente trabajando a toda velocidad. Sabía que Vincent había tenido una semana complicada; entre los entrenamientos del equipo y las salidas con sus amigos, apenas había tenido tiempo para respirar. Pero esto era importante, la profesora había sido clara: el que no entregara la investigación hoy, perdería una cantidad significativa de puntos.

Vincent le lanzó una mirada rápida, entre nerviosa y apenada. Alastor conocía esa mirada demasiado bien. Era la misma que Vincent había usado cuando le había pedido ayuda con otras tareas o cuando había llegado tarde a clase y Alastor había cubierto por él. Había una mezcla de culpa, pero también de dependencia.

-¿Tienes la tuya, Al? -susurró Vincent, con una sonrisa suave, aunque nerviosa.

Alastor sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía lo que iba a pasar antes incluso de que Vincent se lo pidiera. Miró su propia investigación en su mano, las horas que había pasado trabajando en ella, cuidando cada detalle. Sabía que su trabajo era excelente, que la profesora le daría una buena nota, como siempre. Pero también sabía lo que significaba para Vincent no entregarla.

Y antes de poder pensarlo dos veces, antes de poder medir las consecuencias, Alastor hizo lo que siempre hacía cuando se trataba de Vincent.

-Toma la mía -dijo en un susurro, deslizando el papel hacia él.

Vincent lo miró, sorprendido al principio, pero luego una sonrisa cálida apareció en su rostro. Esa sonrisa que siempre hacía que el corazón de Alastor se sintiera un poco más ligero, como si todo valiera la pena. Vincent tomó el papel sin dudar, dándole una mirada agradecida antes de volverse hacia la profesora.

-Eres el mejor, Al. Te lo juro, te debo una -le dijo, con una de esas sonrisas encantadoras que solía usar para salirse con la suya.

Pero algo en esas palabras no resonó bien en Alastor. Mientras Vincent entregaba el trabajo, Alastor se quedó sentado en su pupitre, observando cómo su investigación, su esfuerzo, desaparecía en manos de otro. Una ola de incomodidad lo envolvió, algo que nunca antes había sentido con Vincent.

Siempre había querido ayudarlo, siempre había estado dispuesto a estar ahí para él. Pero esta vez, mientras miraba el espacio vacío donde su propio trabajo debería estar, no pudo evitar preguntarse si estaba cruzando una línea que no debería. Era solo una tarea, pero ¿cuántas veces más lo haría? ¿Cuántas veces más pondría a Vincent por delante de sí mismo?

La clase continuó, pero Alastor apenas pudo concentrarse. Su mente estaba ocupada en los últimos minutos, en la sensación que lo había dejado con un mal sabor de boca. No se sentía como un acto de amor, como lo había hecho en otras ocasiones. Esta vez, se sentía como si hubiera sido usado, como si su generosidad y sus sentimientos hubieran sido tomados por sentados.

Vincent, por otro lado, no parecía notar nada fuera de lo normal. Cuando se sentó de nuevo a su lado, le lanzó una mirada cómplice y le dio un leve codazo.

-En serio, te debo una -repitió, con una sonrisa agradecida-. Tal vez podamos hacer algo después de clases, lo que tú quieras.

Alastor forzó una sonrisa y asintió, pero no pudo evitar sentir el peso de la duda en su interior. No era que no quisiera pasar tiempo con Vincent, pero la cuestión ya no era solo eso. Había algo más profundo, algo que empezaba a molestarle y que no podía ignorar por más tiempo.

-Claro, después vemos -respondió, intentando sonar despreocupado.

Pero mientras la clase continuaba, mientras las voces de sus compañeros se mezclaban con el ruido de los bolígrafos y las hojas, Alastor supo que algo había cambiado. Por primera vez, se preguntó si su relación con Vincent era tan equilibrada como él siempre había querido creer. ¿O simplemente se había convertido en el "nerd" al que Vincent acudía cuando necesitaba ayuda, sin realmente valorar todo lo que él ponía en la relación?

La duda se instaló en su pecho como una sombra, y aunque no dijo nada, no pudo evitar sentir que, esta vez, algo en él había sido traspasado. Algo que ya no podía ignorar.

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