Capítulo: Palabras Malinterpretadas

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El pasillo estaba silencioso, al menos para la mayoría. Para Alastor, su mente zumbaba con cada pensamiento, sus pasos resonaban con eco mientras caminaba hacia el lugar donde sabía que encontraría a Vincent. Había esperado este momento por días, esquivándolo, evitando cualquier confrontación, pero ya no más. Tenía que enfrentar lo que sentía, aunque temiera lo que descubriría. Las palabras de aquellos chicos en el baño seguían retumbando en su cabeza. "Vincent puede tener a quien quiera", "El nerd ya no le sirve."

A medida que se acercaba a la cafetería donde Vincent solía pasar el rato con sus amigos, su corazón latía con fuerza en su pecho, cada paso hacía que las dudas y el dolor se entrelazaran en una maraña de inseguridad. Al llegar, Alastor se detuvo antes de entrar, quedándose oculto detrás de una columna, observando la escena frente a él.

Ahí estaba Vincent, rodeado de sus amigos, riendo como siempre. Parecía despreocupado, como si nada hubiera cambiado en su vida. Como si no hubiera estado ignorando sus llamadas, sus mensajes, y peor aún, como si no hubiera estado agonizando por dentro. Pero lo que más llamó la atención de Alastor fue que Vincent estaba hablando, y lo que escuchó hizo que su corazón se congelara.

-Sí, lo tuve que reemplazar. Ya no me servía, no tenía sentido seguir con eso -dijo Vincent, riendo suavemente mientras uno de sus amigos le daba una palmada en la espalda.

Las palabras cayeron sobre Alastor como una bomba. Sintió cómo se le formaba un nudo en el estómago, la sangre le hervía y una mezcla de dolor y enojo subió por su garganta. ¿Reemplazar? ¿Ya no me servía? ¿Eso era todo lo que había significado para Vincent? ¿Había sido solo un objeto, algo desechable cuando ya no le convenía?

Antes de que pudiera detenerse, antes de que pudiera siquiera pensar en calmarse, Alastor salió de su escondite y se plantó frente a Vincent y su grupo, con el rostro enrojecido de furia y los puños apretados.

-¡¿Es eso lo que soy para ti?! -gritó, su voz resonando en la cafetería, haciendo que varias cabezas se giraran hacia ellos. La sorpresa en el rostro de Vincent fue inmediata, pero Alastor no le dio tiempo para reaccionar-. ¡¿Me reemplazaste porque ya no te sirvo, porque ya no hago tus malditas tareas, Vincent?! ¿Eso es todo lo que fui para ti?

Vincent abrió la boca para decir algo, pero Alastor lo interrumpió de nuevo, incapaz de contener la avalancha de emociones que llevaba acumulando durante días.

-¡Me he roto la cabeza ayudándote, haciendo tu trabajo, cuidando de ti, porque pensé que éramos algo más que eso! ¡Pero claro, qué ingenuo fui al pensar que te importaba algo más que tu estúpido ego y tus malditas calificaciones! -Las lágrimas empezaban a llenar los ojos de Alastor, pero su voz seguía siendo firme, aunque quebrada por el dolor-. No soy tu maldito sirviente, Vincent. No más.

Y antes de que Vincent pudiera decir algo más, Alastor se dio la vuelta y salió de la cafetería a toda velocidad, su cuerpo temblando de la rabia contenida y el corazón hecho pedazos. Sintió que toda la escuela lo miraba, que todos los ojos estaban sobre él, pero no le importaba. Lo único que quería era alejarse, escapar del lugar, de Vincent, de todo.

Sin embargo, apenas había recorrido un par de pasillos cuando escuchó pasos rápidos detrás de él. Se detuvo un momento, sabiendo quién venía, pero sin voltear.

-¡Alastor, espera! -gritó Vincent, su voz sonando desesperada. El corazón de Alastor latía con más fuerza, pero se negó a mirarlo. Quería seguir caminando, dejarlo atrás, pero algo lo mantenía anclado en el lugar.

-No quiero escucharte -murmuró Alastor, sin girarse.

Vincent llegó hasta él, jadeando por la carrera, y tomó aire antes de hablar.

-Por favor, Alastor, déjame explicarte. No se trata de ti, ¡estás malinterpretando todo!

Alastor apretó los puños, sin moverse ni mirarlo. Las palabras de Vincent eran como pequeñas punzadas en su mente, pero el enojo seguía palpitando en su pecho.

-¿De verdad? -preguntó Alastor, su voz baja pero cargada de dolor-. ¿Y qué fue lo que escuché entonces? ¿Qué "ya no te sirvo"? ¿Qué me reemplazaste? ¿Qué parte de eso no entendí bien, Vincent?

Vincent suspiró, dando un paso hacia él, intentando tocar su hombro, pero Alastor se apartó bruscamente.

-Estaba hablando de mi consola de videojuegos, Al. -Su tono era serio, pero con un dejo de arrepentimiento-. La consola que me dejó de funcionar la semana pasada. La reemplacé por una nueva. Estaba contándoles a los chicos de eso.

Alastor se quedó quieto, sintiendo cómo su enojo se tambaleaba bajo el peso de las palabras de Vincent. ¿Había oído mal? ¿Había saltado a conclusiones demasiado rápido? Pero aún así, el dolor seguía ahí, el resentimiento de semanas de sentirse usado y dejado de lado.

-Eso no cambia nada -dijo Alastor finalmente, su voz temblorosa-. Puede que haya malinterpretado lo que dijiste, pero no cambia el hecho de que me he sentido como tu sombra. Todo el tiempo, Vincent. Solo he sido la persona a la que recurres cuando necesitas algo. Haciendo tus tareas, ayudándote con todo. Y tú solo... jugabas conmigo. Me tratabas como si nada importara.

Vincent lo miró, sorprendido, y su expresión se suavizó. Alastor estaba herido, más de lo que él había imaginado.

-Alastor, yo nunca quise que te sintieras así -dijo Vincent en voz baja-. Sé que he sido un idiota. Pero nunca fue mi intención usarte. Quería estar contigo, y a veces no sabía cómo mostrarlo de la manera correcta.

Pero las palabras de Vincent no calmaron el torbellino de emociones en Alastor. Estaba agotado, emocionalmente drenado. Sin decir más, comenzó a caminar de nuevo, dejándolo atrás.

-No sé si puedo seguir con esto, Vincent -dijo, sin detenerse ni mirar atrás-. No ahora.

Vincent, por primera vez, se quedó en silencio mientras veía a Alastor alejarse, sin saber si debía seguirlo o dejarlo ir.

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