Capítulo: Entre Besos y Maquetas

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Era una tarde tranquila, con el sol apenas comenzando a bajar en el horizonte. Alastor se había decidido: esa tarde no habría libros, ni trabajos, ni estudios. Solo él, Vincent y una maratón de películas que habían pospuesto varias veces. Ambos estaban tumbados en el sofá de la casa de Vincent, las luces tenues, y la atmósfera relajada. Era justo lo que Alastor necesitaba después de haber dejado de lado, al menos por un rato, la presión de ser el mejor estudiante.

Vincent, por su parte, estaba encantado. Alastor se había comprometido a dedicarle tiempo de calidad, y ahora lo tenía ahí, a su lado, sin preocuparse por las fechas de entrega. La película que estaban viendo era apenas un sonido de fondo mientras ambos se recostaban, disfrutando de la cercanía del otro. Vincent no podía evitar jugar con el cabello de Alastor, enredando sus dedos en los mechones suaves y oscuros mientras miraba distraídamente la pantalla.

Sin poder evitarlo, Vincent sonrió y le dio un beso en la mejilla. Alastor lo miró, sus ojos brillando detrás de las gafas, antes de que el contacto entre ambos se hiciera más íntimo. Se inclinaron el uno hacia el otro, sus labios encontrándose en un beso suave que pronto se hizo más profundo, más apasionado. Vincent deslizó una mano hasta la nuca de Alastor, atrayéndolo más cerca, mientras los besos se volvían más intensos.

El momento se iba calentando rápidamente, y el mundo exterior, junto con la película, empezaba a desvanecerse. Ambos se dejaron llevar por el deseo, pero justo cuando Vincent acariciaba la cintura de Alastor, una idea perturbadora cruzó su mente. Se separó un poco, su rostro enrojecido, pero una mirada de preocupación apareció en sus ojos.

-Espera... -dijo, jadeando ligeramente-. Se me olvidó... no he terminado la maqueta para mañana.

Alastor lo miró sorprendido, con el ceño fruncido. Era la segunda vez que la responsabilidad interrumpía un momento como este, y por un instante, sintió la vieja frustración regresar. Pero luego una chispa de travesura cruzó por su mente. Esta vez no sería como antes. No dejaría que una tarea arruinara el momento.

-¿La maqueta? -preguntó Alastor, suavemente, una sonrisa ladeada asomando en sus labios.

-Sí, no he hecho nada... -Vincent intentaba sonar preocupado, pero Alastor lo interrumpió al acercarse nuevamente, esta vez con un brillo peligroso en los ojos. Antes de que Vincent pudiera decir algo más, Alastor volvió a besarlo, esta vez con más intención, sus labios buscando los de Vincent con hambre.

Vincent se tensó por un momento, pero luego se dejó llevar, olvidando por completo la maqueta que había mencionado.

-Alastor... -murmuró entre besos, tratando de recordar por qué había detenido el momento-. La maqueta...

Alastor lo calló de nuevo con otro beso más profundo, sus manos moviéndose lentamente por el pecho de Vincent mientras murmuraba contra sus labios.

-Podemos hacerla luego... -dijo Alastor, su tono seductor mientras sus dedos rozaban la piel expuesta del cuello de Vincent-. Ahora, hay algo más importante que podemos hacer.

Vincent, con los labios entreabiertos, apenas podía pensar claramente. Se sentía abrumado por el deseo, y la manera en que Alastor estaba actuando lo tenía completamente desarmado. La idea de hacer la maqueta parecía una sombra distante mientras el calor del momento crecía.

-¿Estás seguro? -preguntó Vincent, aunque su tono ya no sonaba tan decidido.

-Completamente -respondió Alastor con una sonrisa traviesa, antes de volver a besarlo, esta vez más lento, más profundo. Sus manos recorrieron el torso de Vincent, y cada beso llevaba consigo una mezcla de deseo y provocación.

Vincent intentó resistirse a la tentación por un segundo más, pero finalmente se rindió. Alastor era imposible de ignorar cuando se ponía así, y antes de que se dieran cuenta, la maqueta y la película habían quedado completamente olvidadas.

Los besos se volvieron cada vez más intensos, y el ambiente en la habitación se cargó de electricidad. Alastor no solo quería besar a Vincent; quería provocarlo, quería que el mundo exterior dejara de importar por completo. Mientras sus labios recorrían la mandíbula de Vincent, bajando lentamente hasta su cuello, una pequeña risa escapó de los labios de Alastor.

-¿Estás seguro de que quieres hacer la maqueta ahora? -bromeó, con una mirada maliciosa mientras mordía suavemente el lóbulo de la oreja de Vincent.

Vincent soltó una risa entrecortada, ya completamente entregado.

-Olvídala -susurró, jalando a Alastor hacia él-. Ya no importa.

Las manos de Alastor volvieron a recorrer el cuerpo de Vincent, y el tiempo dejó de existir para ellos. Todo lo que importaba era la cercanía, el calor compartido, y la manera en que se miraban, como si el mundo no pudiera separarlos.

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