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En este capítulo me inspire en la canción I'ts Been a Long, long time de Harry James y Helen Forrest:  https://youtu.be/-0TnTEmsK5s?si=iFO6e10H_TfntSPJ

Y Buganbilias de Nada Histoires:  https://youtu.be/IMbW-slqPcw?si=6yEaJ70u1DB6en_E

Espero que lo disfruten :3

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Ace se relajó en los brazos de Law mientras disfrutaba del pure y el té que su compañero había preparado para completar su cena, la suave musica de Jazz viejito se reproducía en la pequeña bocina del hospital, hace solo un momento Sabo y Luffy estuvieron aquí, Law lo salvo de un doloroso abrazo volador de Luffy, lo extrañaba, pero sin duda hubiera dolido bastante.

Los chicos querían dormir con él, y aunque eso estaba bien, había algo en la forma en que Law siempre se quedaba abrazándolo durante la noche, repartiendo caricias o masajes relajantes bajo alguna excusa médica, que lo hacía sentir... diferente. Era como si, por primera vez en mucho tiempo, alguien estuviera ahí para cuidarlo, sin expectativas, sin que se sintiera obligado a ser el fuerte. Pero, aunque las bromas y los comentarios de los demás le sacaban sonrisas, la sombra de la preocupación seguía allí, acechante. ¿Realmente merecía todo esto?

Los comentarios y bromas de los demás le sacaban sonrisas, pero la realidad era que, aunque intentaba disimularlo, había una sombra de preocupación que no lograba apartar de su mente ¿Realmente merece todo esto?.

—Ace-ya— la voz baja de Law lo sacó de sus pensamientos. —¿Estás bien?—

Ace asintió lentamente, apoyándose más en el pecho de Law. —Sí, solo... pensaba.

—¿En qué piensas? —preguntó Law con curiosidad, sin dejar de acariciar el cabello de Ace.

Ace dudó por un momento. Sabía que Law se preocupaba por él, que estaba ahí por una razón, pero esa pequeña voz en su cabeza seguía recordándole lo frágil que se sentía. Lo que Law había hecho por él, lo que todos habían hecho, era demasiado. No estaba acostumbrado a recibir tanto sin tener que devolver algo a cambio. Y ahora, con Law tan cerca, la sensación de que todo eso podría desvanecerse lo inquietaba.

—¿Cuánto tiempo más vas a quedarte aquí, Law?— preguntó Ace de repente, su voz más suave de lo habitual.

Law se tensó ligeramente, pero lo disimuló bien. Acarició un poco más el cabello de Ace antes de responder. —Mi permiso termina en tres días—.

Ace sintió como si algo pesado cayera en su pecho. No sabía que Law estaba de permiso, su pregunta iba más dirigida a su tiempo juntos, a si Law se quería quedar con él tanto como él se quería quedar con Law. Siempre había asumido que Law estaba allí porque quería, no porque estuviera en una especie de pausa temporal. Su corazón comenzó a latir más rápido, pero trató de mantener la calma.

—Ah... tres días, ¿eh?— murmuró Ace, intentando que su voz sonara despreocupada. —Eso es suficiente tiempo para descansar un poco antes de que regreses a... lo que sea que hagas—.

Law notó el cambio en el tono de Ace, aunque no dijo nada. No era necesario. Sabía que la inseguridad siempre había sido parte del trasfondo de Ace, una lucha constante entre el miedo a ser abandonado y el deseo de ser querido. Acarició suavemente la mejilla de Ace con el dorso de sus dedos, un gesto tranquilizador.

—Estaré de vuelta antes de que te des cuenta— dijo Law, pero Ace no podía ignorar la realidad: Law tenía una vida, responsabilidades, y eventualmente tendría que irse. La preocupación lo invadió de nuevo.

Ace trató de disimular su ansiedad, pero la sombra de la duda se coló en su mente. ¿Qué pasaría si Law se daba cuenta de que podría estar mejor con alguien más? Alguien que no estuviera tan roto, alguien que no requiriera tanto tiempo y esfuerzo, alguien... perfecto.

—Claro... —aceptó Ace, forzando una sonrisa mientras terminaba su té. Sin embargo, su mente estaba lejos de estar en paz.

Más tarde esa noche, después de que Law se hubiera ido para organizar algunos asuntos antes de su partida, Ace se encontró solo en la habitación, sumido en un mar de pensamientos oscuros. La habitación, antes llena de la cálida presencia de Law, ahora se sentía fría y vacía, sus hermanitos aún no llegaban, solían tardar un poco en desear buenas noches a  todos.

Ace se recostó en la cama, mirando hacia el techo, o al menos lo que podía distinguir de él con su visión borrosa y obscurecida. Sentía un nudo en el estómago, algo que no había sentido en mucho tiempo. ¿Qué pasaría cuando Law se fuera? ¿Y si no regresaba? No podía evitar pensar que, en esos tres días, Law se daría cuenta de que no valía la pena tanto esfuerzo. Que, con alguien más, no tendría que perder tanto tiempo ni dinero.

Las dudas lo asaltaban. ¿Qué haría si Law decidía no volver? ¿Y si decidía buscar a alguien más? Después de todo, no podía culparlo, ¿Quién querría quedarse con alguien incompleto? No podía ver bien, seguía necesitando ayuda con cosas básicas, y aunque trataba de ser independiente, la verdad era que dependía mucho de Law, por dios, ni siquiera podía leer, no sabía nada, todo lo que aprendió sobre su bastón, si lo puede decir así, fue gracias a un tipo en el albergue donde se quedaban cuando todo esto empeoró.

—Eres un idiota... —murmuró Ace para sí mismo, su voz estaba tan rota, frotándose los ojos para limpiar las lágrimas que no podía parar. Odiaba sentirse así, tan vulnerable, tan indefenso.

Intentaba convencerse de que todo estaría bien, pero no podía dejar de pensar en la posibilidad de ser reemplazado. Law era increíble, fuerte, inteligente, atento... y Ace no podía evitar pensar que alguien más podría ser un mejor compañero para él. Alguien que si fuera suficiente para Law.

La angustia crecía en su pecho, y antes de darse cuenta, se encontró con un llanto entrecortado que trato de esconder. No quería que Law se fuera, pero tampoco quería ser una carga. Ese miedo a no ser suficiente, a ser abandonado, lo estaba consumiendo por completo, después de todo, no sería la primera vez que no logra serlo.

Cuando Law regresó más tarde esa noche, Ace ya estaba dormido, su rostro todavía húmedo por las lágrimas que había derramado en silencio. Law se acercó a él en silencio, observando el rostro triste y marcado por las emociones intensas de Ace. Sabía que su partida sería difícil para ambos, pero tenía que irse. Sin embargo, también sabía algo más: regresaría. Por Ace, siempre regresaría.

Acercó cuidadosamente una silla, dispuesto a quedarse ahí para él, sabía que algo no estaba bien, pero decidió no despertarlo, pues no sabría que hacer. Se acomodó en la silla al lado de la cama, tomando su mano.

Sabo y Luffy llegaron más tarde para dormir con su hermano mayor, observando la extraña escena donde Law no estaba sujetando a Ace, pero al ver sus lágrimas solo pensaron en las pesadillas que a veces acechaban a su amado hermano mayor, sin saber realmente que la causa de su profundo dolor estaba ahí, tomando su mano.

Ojos grisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora