Capítulo 19

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La puerta de dormitorio se abrió. El corazón de Lena palpitó y su garganta se resecó.
Su mano se dirigió a la manga corrediza de su camisón. Esto había sido una idea realmente estúpida.

—Maldición, Lena.

—Pensé que te gustaría. —El calor en sus mejillas fue abrazador. Era el camisón corto que había llevado la primera noche, excepto que se había quitado la bata y desabotonado los tres primeros botones de la parte superior para mostrar más el escote.

—Me gusta. —La puerta hizo clic cerrando detrás de kara.

Del otro lado de la puerta ella oyó el quejido de Danny. Kara cruzó hacia la cama, sus botas dando golpes sólidos en el piso de madera hasta que llegó a la alfombra trenzada al lado de la cama. Ella no tuvo las agallas para encontrar sus ojos. No porque tuviera miedo, sino porque el ser descarada era algo demasiado nuevo como para permanecer imperturbable.

Kara le tocó la parte superior de la cabeza, vaciló, y luego levantó un mechón de cabello, frotándolo entre sus dedos. Ella esperó en vano que hiciera algo más.

Alzó la vista y la atrapó con la mirada fija en ella. Por primera vez, con indecisión.
Puso su mano sobre la suya, enroscando los dedos alrededor de dos de ella.

—¿Qué pasa?

—Por extraño que parezca —confesó con voz tensa—, tengo miedo de tocarte.

—¿Es por lo que te dije?

—Bebé, no sé como sobreviviste. —Llevó su mano a sus labios, con ojos ardientes y tristes.

—Pero lo hice.

—Sí. —Su lengua tocó el centro de su palma en una caricia vacilante—. ¿Cómo diablos puedes soportar que alguien te toque?

—No puedo. —Ella se encogió de hombros, cómoda con esta verdad—. Sólo contigo.

—Recuérdame que comience a ir a la iglesia de nuevo. —Le retiró el pelo de la cara.

Lena tocó su mandíbula.

—Estoy contenta de haber escuchado la voz interior que no me dejó rendirme.

—Si me hubieras dicho lo que él hacía no habría habido necesidad de escuchar. — Apretó la mandíbula y un músculo se movió nerviosamente bajo los dedos de Lena.

—No hay nada que hubieras podido hacer. Estaba casada.

—Por desgracia. —Sus ojos se entrecerraron y bajo su palma izquierda, sus pectorales se juntaron con tensión.

—Si lo hubieras matado, estarías en la cárcel. Y yo no te tendría. De esta manera es mejor. —Lena raspó su dedo sobre la mandíbula. Conocía aquella mirada. Aquella promesa de retribución. Solía aterrorizarla. Ahora Solamente la hacía sentir segura.

Kara sacudió la cabeza antes de que ella terminara, capturando el dedo entre sus dientes, mordisqueándolo suavemente antes de decir:

—Sunshine, nunca veremos el ojo por ojo en esto, y si no crees que sé matar a un hombre sin dejar pruebas, necesitas cambiar de forma de pensar.

Tal vez lo hiciera, pero eso no cambiaba la verdad.

—Es mejor para mí, kara.

Su mano tocó el costado de su pecho. Mas que una caricia, fue la reafirmación de un recuerdo. Ella contuvo el aliento, temiendo que kara le exigiera por una parte de su pasado que no le había revelado. Pero no lo hizo. Sólo movió la cabeza y la acarició suavemente con manos que siempre le daban placer, y dijo:

"Promesas Que Prevalecen"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora