Capítulo 21

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Ella tenía que aceptar lo bueno con lo malo. El pensamiento mortificó a lena mientras cabalgaba detrás de kara, sus brazos envueltos alrededor de su cintura, su mejilla presionada contra su espalda. Su abrigo le impedía sentir el calor de su cuerpo, pero si cerraba los ojos podría imaginarlo. Lo caliente que kara siempre estaba. Lo compasiva que era.

Tenía que aceptar lo bueno con lo malo. Ella presionó un poco más cerca, la parte trasera de la silla de montar presionando en su estómago, el aroma de su cigarrillo a la deriva sobre su hombro. No había una onza de mal en la mujer. Ella había hecho una apuesta cuando ella se había unido a este matrimonio, y no había visto una cosa para cambiar de idea desde entonces.

La silla de montar rechinó mientras kara se daba una media vuelta, – ¿ Algo malo?

– Mis manos están frías.

– Si hubieras preguntado antes de salir, me habría asegurado de que tuvieras la ropa correcta.– kara arrojo el cigarrillo medio terminado al suelo.

Otra vez esa referencia para el hecho de que ella necesitó cuidado, como si fuera una niña. Ella deslizó sus manos arriba debajo de su abrigo y las descansó contra su vientre, justo encima de la pretina de sus pantalones vaqueros. Kara respingó. Estaba claramente todavía enojada. Ella necesitaba hacer algo al respecto.

Suavemente acarició su estómago a través de su camisa. Los músculos debajo de sus dedos se anudados en carrera ascendente. En la carrera descendente su nudillo se deslizó debajo de la pretina de sus jeans. Su carne ardía más caliente allí. Sus dedos se demoraron.
Su respiración se acelero. El hueco entre la tela y la carne se ensancho.

–¿Kara?– Ella preguntó suavemente, su atrevimiento aumentando para conquistar su pudor.

–¿Qué?– Su voz fue un gruñido.

– Si no quieres que te toque, necesitas decírmelo ahora.

–¡Hijo de puta!

–¿Ese es un sí o un no?

– Esto no va a cambiar mis sentimientos, Lena.

–Lo sé. Vas a golpearme cuando haya terminado.– Ella besó su espalda a través de su abrigo. Kara se recargó, dándole mejor acceso.

–Condenadamente cierto.

–¿ Pero puedo tocarte ahora en la manera que quiero?– Ella levantó su camisa, suspirando mientras sus dedos alcanzaban el calor de su carne. Los músculos del estómago brincaron bajo su toque.

– ¿Cómo lo quieres?– Su mano atrapó la de ella.

– Íntimamente.– Ella quería tocarle con la misma generosidad con la cual ella siempre la tocaba, liberando su miedo y tensión en una tormenta de pasión que lo llevara.

–Sí.– Sus dedos temblaron sobre los de ella y luego se abrieron, liberándola.

–Bueno.– Ella sonrió contra su espalda. ¿A quién pensaba que hacía tonto con su nerviosismo? Ella podría sentir el salto excitado de su respiración contra sus palmas mientras se acurrucaba más cerca.

Intentó desabotonarle los pantalones con una mano mientras acariciaba su estómago con la otra, hundiendo su dedo en su ombligo mientras ella tiraba de la terca solapa.

Cuando su uña se dobló hacia atrás ella reconoció la verdad. Éste iba a ser un trabajo a dos manos. Ella consiguió abrir la bragueta de sus pantalones antes de toparse con otro problema.

– Quiero tocarte, – ella susurró.

– ¿Quién te detiene?

Lena acarició la gruesa longitud de su polla a través de sus jeans, presionando su frente contra su espalda mientras el calor de vergüenza lavaba su cara.

"Promesas Que Prevalecen"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora