Capitulo 12

424 35 3
                                    

―Perfecto no vas a ninguna parte, Lena —dijo Kara, chasqueando su lengua cuando dio marcha atrás al caballo castrado hacia las huellas de la pequeña calesa.

Lena calló su inquietud y dobló sus manos en la cubierta de su manto.

―Lo sé. —Era su más profundo temor. Que Kal y Lois quisieran retener a Lori. O peor aún, que Lori estuviera tan establecida que sería imposible llevarla lejos―. Estoy ansiosa.

Kara arrojó un puñado de heno en el suelo delante del caballo y luego se dirigió a su rostro. El borde de su sombrero sombreó sus ojos, reservándola de determinar su estado de ánimo.

―¿Preocupada con respecto a qué?

―Todo en general. —kara inclinó la cabeza a un lado, estudiándola. Sin el beneficio de un sombrero como el suyo, y con su capucha bajada Lena no tenía defensa contra su detenido examen. Ella señaló al caballo―. ¿Podrías tenerlo enganchado antes de que se coma todo el heno?

Kara extrajo otro puñado de heno de la bala y lo echó al suelo con el resto y agarró la correa colgando bajo el negro vientre. Cuando empezó a tirar apretadamente, miró sobre su hombro.

―Tú sabes, Sunshine, alguien inferior podría estar desalentado al ver a su esposa con tanta prisa para poner fin a la luna de miel.

―Me alegro de que tú no seas inferior.

Debido a que alguien inferior sería correcto. Lena quería terminar la luna de miel y consideró una bendición que el período había hecho su poco frecuente aparición esa mañana. Kara no era una mujer cruel, pero era muy exigente. Tomando todo lo que ella ofrecía, aceptando cualquier cosa que Lena le diera, nunca diciendo cuando era suficiente. Kara la puso tan nerviosa de esa manera. No sabía lo que kara quería y tal vez si Lori estuviera ahí, kara estaría demasiado distraída para notar que no tenía una pista.

―No hay nada que lamentar. —Kara ató las últimas correas y, a continuación, tomó las riendas y las ensartó a través de las guías antes de tirar de los extremos sobre el borde delantero de la calesa.

―No es como si no tuviéramos cincuenta años o más para compensar la diferencia. —Kara abofeteó la negra grupa y se dirigió a ella, sus piernas devoraron la distancia con velocidad desconcertante―. Siendo ese el caso, ¿qué te tiene saliendo de tu pellejo?

El viento soplaba alrededor del granero, azotando el pelo en su cara. Kara lo sacudió de vuelta con una sacudida de su cabeza. El sol de la mañana rebotó frente al borde de sus pómulos y la línea inflexible de su mandíbula. No había una pizca de inseguridad en ella.

Lena apretó los pliegues del manto en sus manos.

―¿Qué pasará si no se acuerda de mí?

Kara se sacó los guantes de cuero y escondió los puños en el bolsillo delantero de sus vaqueros.

―Ella te va a recordar. —Podría haber sido su imaginación, pero su voz parecía más profunda, más suave. Lena centró la mirada en sus curtidos guantes colgando de su bolsillo. Había un pequeño desgarro en la parte de atrás de uno.

―Ella no puede. No tuvimos mucho tiempo juntas.

―Lori no es estúpida. —Aquella flexibilidad de los músculos de su muslo podría haber significado algo, podía estar incómoda o podría estar impaciente. El esfuerzo para mantener su nivel de voz hacía doler sus manos.

―Hice muchas cosas mal.

―Tú has hecho muchas bien. —El lado de su dedo debajo de su barbilla levantó su cabeza. Ella no podía dar un tirón de su mirada.

"Promesas Que Prevalecen"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora