10 | Hechicera oficial.

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—Te llamaré después — dije al teléfono con una sonrisa de lado en mi rostro, se veía a leguas que esta maldición no era una muy fácil o de bajo nivel y con más razón debía exorcizarla.

—Si así deseas, espero que me llames cuando termines con tu misión — dijo y colgó la llamada, guardé el teléfono en uno de los bolsillos de mi pantalón y a paso lento me acerqué a la maldición.

—Buenas noches — le hable, aquella maldición volteo por completo y pude ver cómo era en realidad, su apariencia se veia terrorífica —. Hoy es tu día de suerte, ya no tendrás que vivir más en este horrible mundo. ¿Qué te parece, eh?

Y como era de esperarse atacó primero, por lo visto tenía todo su refugio en el edificio abandonado y no solo eso, había extendido un pequeño dominio en todo el lugar haciendo que todo aquel que entrase no saliera jamás, algo muy normal en las maldiciones de categoría especial.

—Espera un momento, hablemos primero — dije burlona mientras esquivaba sus ataques con facilidad, para hechiceros de primer grado sería difícil acabar con esta maldición pero yo no era de primer grado —. ¿Qué pasa, acaso tienes algo que me pertenezca?

La maldición retrocedió un gran metro separándose de mí, justo como lo supuse, de seguro debe tener un dedo de Sukuna y si fuera poco ocultarlo no puede ya que se siente la gran energía maldita de mi hermano a pesar de que se encuentre en una larga distancia.

—Ya veo, tienes algo que puedo tomar pero que tú lo quieres — dije y reí —. Que mala suerte, pero creo que debo asesinarte o tal vez no lo haga, jumm, tomar decisiones siempre se me hizo difícil.

Recuerda que debes exorcizar aquella maldición, aunque te parezca genial no hacerlo debes cumplir tu promesa. Escuche la voz de Saturo en mi cabeza.

—Que remedio — exclamé y sentí un aire caliente en mi brazo, oh —. Me descuido por tres segundos y ya me dejaste sin brazo, eso está muy mal amigo.

Sin mucho esfuerzo regenere de nuevo mi brazo y de un rápido movimiento llegué hacia la maldición para estrellarla contra el suelo haciendo que el suelo en dónde estaba tirado se abriera en dos.

—Hasta una maldición extrañaría su brazo — dije sentada en un extremo algo lejos de él mientras sonreía victoriosa mostrándole su brazo izquierdo —. Vamos amigo, creo que puedes esforzarte un poco más, por algo eres de categoría especial, ¿No?

A pesar de que la maldición se esforzaba todavía no llegaba a mi nivel y ya me estaba aburriendo de esta pelea y seguir cortando brazos y piernas ya no era tan entretenido como pensé que sería.

—Ya estoy un poco aburrida, sabes — dije y vi cómo se pocisionaba para pelear o mejor dicho, para expandir su dominio, sonreí siniestra —. Ese es mi amigo.

Su expansión de dominó se hizo presente, algo simple y aburrido pero según su mirada y sonrisa pensaba que ya había ganado está pelea, puede que sea así pero aún faltaba la batalla final.

—Yo te mostraré lo que es una verdadera expansión de dominio — repliqué mientras le veía venir hacia mí a paso acelerado, junte mis dedos de las dos manos enfrente de mi —. Expansión de dominio, templo del mal.

Todo se oscureció, en la expansión se escuchaba mi risa y pude por fin sentarme en mi gran trono de cadáveres humanos y animales, sonreí con las piernas cruzadas mientras veía desde abajo a la maldición temblar.

—Tranquilo amigo, solo serán dos cortes — dije, con un movimiento en mis manos hice lo dicho por mi anteriormente, quite mi dominio y me acerque a paso lento a la maldición que estaba cortada por la mitad de forma vertical —. Si, yo me quedaré con esto.

Danger. ‹ Satoru Gojo ›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora