La brisa abrazaba toda mi anatomía, la tela de mi vestido se movía por lo fuerte que era. Solo habían pasado dos días desde que le mandé un recado a los altos mandos del mundo de la hechicería, me preguntó cómo estarán ahora.Solté una pequeña risa divertida, eso lo hacía aún más emocionante saber que los altos mandos posiblemente me estén buscando, era algo riesgoso y divertido que le daba un toque de adrenalina a mi vida, ya era hora de sentir el peligro correr por todo mi cuerpo.
En la baranda en dónde estaba me dejé caer hacia atrás sujetándome de mis brazos, aquella escuela como siempre estaba desolada y vacía lo cual era mejor para mí. Tenía varias formas de divertirme cuando algunas maldiciones llegaban de casualidad y yo consumía toda su energía maldita volviéndome aún más fuerte que antes.
Tokio, era una buena ciudad pero su tasa de humanidad era tanto alta como baja, las personas, más que todos los jóvenes se suicidan por sus propias maldiciones o por las maldiciones de sus antepasados y como no saben controlar aquellas sensaciones perturbadoras se terminan matando, pero tampoco solo es sentir las maldiciones sino también por su diario vivir, aunque en ese sentido las maldiciones los incita a que se quiten la vida para comerse sus almas y volverse más fuertes.
Cerré los ojos disfrutando la brisa, el sol se escondía dejando un hermoso cielo de color amarillo y anaranjado, hermoso paisaje para presenciar y también para ver a mucha gente muerta. Recuerdo que en el pasado siempre cuando mataba a las maldiciones o a los humanos los amontonaba y se hacia forma de una montaña y me sentaba en la cima de ellos disfrutando el olor a sangre pura que los débiles seres vivos desprendían.
—Uh..
Mire hacia atrás, no había nadie, pero sentía la presencia de alguien presente así que debía estar alerta en cualquier momento a cualquier situación. Un velo se expandió por todo el lugar y solo sonreí emocionada por lo que se avecinaba, ya era hora de que se aparecieran, por lo menos esperaba que me hubieran enviado a un oponente digno para que me den ganas de atacar yo misma en persona.
Al chasquear mis dedos mi clon apareció, la guíe hacia donde sentía dicha presencia y que sorpresa ver al dicho oponente que me había tocado esta vez. Al parecer querían de verdad deshacerse de mí existencia rápidamente.
—Por lo que veo, no solo eres un espíritu maldito — su voz resonó por todo el desolado lugar, sonreí ladina al ver al hombre vendado frente de mí mientras se cruzaba de brazos.
—Que buena visión, a pesar de que tienes los ojos vendados — respondí, moví mi pie divertida al ver que aún no se ha dado cuenta de que no soy yo y es un simple clon.
Ese ya era un don, algunos hechiceros no podían diferenciar si era realmente yo o era un clon creado por mi, hablaba por mi clon algunas veces para dejarlos atónitos ya que era muy raro que una maldición o usuario creara clones u copias que pudieran hablar, era casi imposible y digo casi porque yo si podía hacerlo.
Ese era uno de mis rituales, podía crear clones y hablar a través de ellos y para serles sincera, no me gustaba mucho. Y tras decir aquella información eso hice exactamente con Satoru, quería demostrarme a mí misma si de verdad portaba los seis ojos, por tanto, mi clon habló.
—Ya veo, pero porque no mejor apareces en persona para ver si de verdad eres realmente de categoría especial — difundió, entonces era cierto, ese hombre portaba los seis ojos que le permitían ver cualquier cosa a su alrededor.
—Si tanto insistes — aparecí en su lugar, falsamente —. Sabes, estaba esperando desde hace mucho tiempo la llegada del gran hechicero del clan Gojo, el chamán más fuerte actualmente. Satoru, al parecer los de alto mando decidieron mandarme a un oponente digno al que pueda matar y pelear hasta la muerte.
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Danger. ‹ Satoru Gojo ›
Fiksi Penggemar» Los hechiceros pensaron que al matar a Ryomen Sukuna se habían librado de todo el mal, sin embargo, no contaron con la existencia de su hermana quien estaría presente en el mundo moderno de la hechicería. ✓ Historia totalmente de mí autoría. ✓ No...