11 | Te daré todo lo que desees.

123 13 2
                                    

Desearía que estuviéramos en casa y exactamente no estábamos allí, el albino tenía por entendido que la escuela de hechicería era su segundo hogar y eso lo tenía muy en claro, no obstante, me irritaba verlo allí sentado enfrente de mi con sus pies sobre el escritorio del salón de clases en dónde nos encontrábamos creyéndose el mejor de todos.

Por lo menos me había comprado una bebida y unos panecillos para comer así que le dejaría pasar que estuviera observando todo lo que hacía como un maniático, cabe recalcar que no estaba usando sus vendas o lentes oscuros así que podía ver todo el iris azul de sus ojos.

—¿Por qué regresaste tan pronto? — pregunté mientras me llevaba un trozo de pan a la boca, esa era la pregunta que me venía haciendo desde que lo vi en la entrada de la escuela.

—Acabe de llegar y no te alegras de verme — dijo y yo lo mire mal, ¿Quién en su sano juicio se alegraría de ver a Satoru gojo en persona? Pues yo no.

—Como sea, he hecho lo que me pediste — dije y él sonrió de lado, se levantó de la silla y caminó hacia mi para sentarse a mi lado.

—Lo se amor, lograste derrotar a esa maldición muy fácilmente, no me sorprende que no tengas ningún rasguño pero la maldición si que quedó destrozada — dijo y yo lo encare, me paralice al ver sus ojos y rostro tan cerca de mi.

—¿Cómo sabes eso, acaso no estabas en África? — susurré, sentí su aliento en mis labios, él soltó un suspiro por aquellos belfos haciendo que aquel aire chocara con los míos.

—Solo lo sé — susurro cerca de mis labios, ví sus ojos bajar a mis labios y después volver a mis ojos.

—¿Que quieres decir con eso? — murmuré.

—Los vejestorios te dieron un líquido, cierto — desvío el tema y dió un beso rápido en mis labios —. De seguro no quieren que seas un espíritu maldito, puede que haya una posibilidad de que te hayan transformado en humana.

—¡¿Que mierda?! — exclamé mientras me levantaba de la silla y caminaba por todo el salón enojada, con razón sentí ese cosquilleo en el estómago —. Ahora mis rituales se verán afectados, no me jodas.

—Si, por eso es que ya no tienes el ritual de tus clones, de seguro era porque tenias a tu espíritu libre pero como  lo encerraron.. — comentó con una sonrisa de broma, le mire enojada y aproveché que no tenia activo su infinito, le golpeé la mejilla —. Que dolor, tendré que enseñarte modales.

—Viejos esos, con razón me apresuraron a tomar esa mierda — dije enojada.

—Si, era algo que ya se veia venir por parte de ellos pero no te preocupes, al fin y al cabo, son tan débiles — dijo acercándose a mi, solté una risita nasal al escucharlo decir aquello —. Además, tu espíritu aún no fue encarcelado por completo, a mí parecer, lo durmieron.

Sentí sus manos en mi cintura y su rostro esconderse en mi cuello, estaba mirando hacia el campus por la ventana y Satoru estaba detrás de mi besando mi cuello un poco mientras me tenía sujetada de la cintura hacia su cuerpo.

Sus besos subieron de mi cuello a mi mejilla, me separé de él un poco y me di la vuelta para encararlo, coloque mis brazos en su cuello y él dejo los suyos en el mismo lugar en donde estaban, le dedique una sonrisa de lado y me fui acercando a él lentamente.

—¿Que estás pensando ahora, Satoru? — le pregunté cerca de sus labios, su respiración agitada chocaba contra los míos y el sonrió pícaramente.

—¿Que crees tú? — dijo y yo solté una risilla.

Atrapo mis labios contra los suyos y empezó a besarme de una forma que nunca lo había hecho antes, el beso se sentía desesperado y con posesión, me besaba como si no hubiera un mañana, abrí un poco mis ojos y ví los suyos completamente cerrados así que sonreí en medio del beso para empujarlo de mi un poco.

Danger. ‹ Satoru Gojo ›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora