Draco se encontraba en el salón principal, el ambiente era tenso como una cuerda a punto de romperse. Las paredes estaban adornadas con retratos de sus antepasados, miradas despectivas que parecían seguirlo a cada paso. En el aire flotaba el aroma a madera pulida y un ligero toque de tormenta, presagiando el conflicto que estaba por desatarse.
Lucius Malfoy entró con un porte autoritario, su túnica negra ondeando como una sombra en movimiento. Draco sintió que el nudo en su estómago se apretaba. Había pasado la tarde dibujando, una actividad que le proporcionaba un pequeño refugio. Pero su último dibujo, uno donde aparecía él con Harry Potter, había desatado la ira de su padre.
- ¿Qué es esto? - preguntó Lucius, su voz como un látigo.
Draco tragó saliva, intentando encontrar las palabras adecuadas.
- Es solo un... un boceto - titubeó, sintiendo la presión de los ojos de su padre sobre él.
- No te atrevas a engañarme, Draco. ¿Es que te has olvidado de quién eres? - Lucius avanzó, su mirada fría como el acero. - Eres un Malfoy, y no puedes permitirte esos caprichos.
El corazón de Draco latía con fuerza, no solo por el miedo, sino por la frustración de ser quien no quería ser.
- Quiero ser amigo de Harry - dijo, sintiendo que esa confesión podía costarle caro.
La reacción de Lucius fue instantánea, como un rayo que iluminó la habitación.
- ¡¿Amigo de Potter?! - gritó, su voz resonando en las paredes. - Ese niño es el culpable de que nuestro Señor no esté con nosotros. No puedes permitirte esa debilidad, Draco.
Draco sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La única luz que había visto en su vida se extinguía con cada palabra de su padre. La idea de ser amigo de Harry era un sueño, una esperanza que había cultivado en silencio. Pero esa esperanza era vista como traición.
- Pero... - comenzó a protestar, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta.
- ¡No hay "peros"! - Lucius lo interrumpió, acercándose peligrosamente. - Si no eres capaz de ser un Malfoy, no serás nada. Recuerda esto, Draco.
Con un movimiento rápido, Lucius sacó su varita.
- Crucio - murmuró, y el dolor atravesó el cuerpo de Draco como un rayo.
Las llamas del tormento lo consumieron. Cada fibra de su ser gritaba mientras se retorcía en el suelo. En ese momento, no era solo el dolor físico lo que lo destruía, sino el profundo sentido de traición. Su padre, la única figura que debería protegerlo, era quien lo atormentaba. Lucius había estado usando el hechizo Cruciatus de forma constante durante una semana, cada vez que su hijo mostraba indicios de debilidad o "pensamientos basura", como él decía.
Draco no podía recordar un día sin ese dolor. A veces se preguntaba si el tormento físico era preferible al vacío emocional que sentía. Las noches se volvían interminables, mientras trataba de olvidar lo que había sucedido. Su mente se llenaba de imágenes de su padre, ridiculizándolo por no ser digno de su apellido.
- ¡¿Entiendes ahora?! - gritó Lucius mientras la tortura cesaba, dejando a Draco jadeando en el suelo. - Debes ser perfecto. No hay lugar para debilidades.
Con un esfuerzo casi sobrehumano, Draco se levantó, su cuerpo temblando. El dolor lo acompañaría durante días, pero el verdadero tormento era saber que su padre lo hacía para "ayudarlo" a entender lo que significaba ser un Malfoy.
Esa noche, cuando finalmente pudo encontrar un poco de calma, se dejó caer sobre la cama, sintiendo que el peso del mundo se asentaba sobre sus hombros.
- ¿Por qué es tan difícil? - murmuró, mirando al techo, buscando respuestas en el vacío.
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Recordar le dolía tanto, deseaba escapar.
Sabía que ese sentimiento solo lo llevaría al desastre, pero aún así, no podía evitarlo.
Pero ahí estaba, en su unico "refugio" esperaba que su cuarto año fuera mejor que los años anteriores.
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Atrapado en la Oscuridad
Fanfiction"En el eco del silencio, se escribe el fin de un alma rota." Los personajes y el universo de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K Rowling.