Draco se encontraba en el salón principal de la mansión Malfoy, donde el ambiente era tenso, como una cuerda a punto de romperse. Las paredes estaban adornadas con retratos de sus antepasados, rostros severos que parecían seguirlo con miradas despectivas a cada paso. En el aire flotaba el aroma a madera pulida, mezclado con un ligero toque de tormenta, presagiando el conflicto que estaba a punto de estallar.-¡Draco! -la voz de Lucius resonó como un trueno, cortando el silencio.
Draco, un niño de cinco años, se encogió en su asiento, sintiendo el nudo en su estómago apretarse. Había estado jugando con sus juguetes, ajeno a la mirada penetrante de su padre. La tensión era palpable y cada vez que Lucius entraba en la habitación, el aire se tornaba pesado, como si un oscuro presagio estuviera por caer.
-¿Por qué no te sientas correctamente? -preguntó Lucius, su voz como un látigo-. ¿Es que no sabes cómo comportarte?
Draco tragó saliva, su pequeño corazón latiendo con fuerza mientras miraba hacia abajo, sus mejillas ardiendo. Había intentado ser bueno, pero las expectativas de su padre eran una carga que apenas podía soportar.
-Lo siento, padre -titubeó, sintiendo las lágrimas asomarse a sus ojos.
Lucius se acercó, su figura imponente proyectando una sombra sobre el niño. La desaprobación en su mirada era palpable, un recordatorio constante de que debía ser perfecto, un verdadero Malfoy.
-No lo sientas, actúa -dijo Lucius, su tono helado-. Si no puedes cumplir con lo que se espera de ti, entonces no serás digno de llevar este apellido.
Draco sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Esa no era la primera vez que su padre le recordaba su lugar, pero cada vez dolía más. La presión por ser el hijo perfecto lo oprimía como una pesada losa.- - -
La noche avanzó y se acercó un evento, una gala en la que Draco debía lucir impecable. Su madre, Narcissa, había elegido cuidadosamente su atuendo: una túnica de terciopelo gris que acentuaba su piel pálida, con bordados en plata que destellaban a la luz de las velas. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, Lucius no se mostró complacido.
-¿Qué clase de atuendo es este? -preguntó Lucius, su mirada afilada como una espada.
Draco, nervioso, se ajustó la túnica, sintiendo cómo el pánico comenzaba a apoderarse de él.
-Mamá dijo que me vería bien -murmuró, sintiendo su voz temblar.
-Tu madre no sabe nada -replicó Lucius, un desdén evidente en su tono-. Eres un Malfoy y debes vestirte como tal. ¿Es que no entiendes que la imagen lo es todo?
Las palabras de su padre le atravesaron como dagas. Con un movimiento brusco, Lucius levantó su bastón, y Draco contuvo la respiración, anticipando lo inevitable.
-Te he dado una oportunidad, pero no estás a la altura -dijo Lucius, su voz gélida-. Recuerda, la perfección es lo único que importa.
Un golpe resonó en el aire, y aunque no fue más que un pequeño toque, el miedo y la humillación llenaron el corazón de Draco. La vergüenza se mezcló con el dolor, y el pequeño niño se sintió impotente, atrapado en una vida que no había elegido.
- - -
A medida que pasaban el tiempo, Draco fue aprendiendo a disimular su dolor. En su sexto cumpleaños, acompañaba a sus padres a un evento social, se encontró con sus únicos amigos: Blaise, Pansy, Theo, Crabbe y Goyle. Todos ellos eran parte de su mundo, pero esa noche había una nueva cara entre ellos. Una niña que pertenecía a la familia De Valois-Montmorency, un clan conocido por su pureza de sangre y su altanería, igual que su padre.
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Atrapado en la Oscuridad
Fanfic"En el eco del silencio, se escribe el fin de un alma rota." Los personajes y el universo de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K Rowling.