Vinculum Tenebris

5 0 0
                                    

La noche del ritual había llegado. Nadine sentía un nudo en el estómago mientras se preparaba para lo que estaba a punto de hacer. No era solo la magia oscura que emplearían, sino el hecho de que aún no había encontrado la manera correcta de explicarles a sus amigos, que el ritual debía realizarse en un lugar especial: la mansión de sus padres. Era un secreto que había mantenido, y ahora, con la urgencia de protegerlos, no tenía otra opción que revelarlo.

A las 11:30, todos llegaron a su habitación, tal como ella los había citado. Mientras se reunían en torno a ella, Nadine sentía el peso de las palabras que debía decir. No quería que desconfiaran de sus intenciones ni que malinterpretaran lo que estaba a punto de suceder. Respiró profundamente antes de hablar, su voz manteniéndose firme, aunque en su interior los nervios le recorrían cada parte de su cuerpo.

—Gracias por venir —empezó, mirando a cada uno de sus amigos—. Lo que vamos a hacer hoy es un ritual muy poderoso, pero necesito que confíen en mí. Para que funcione, debemos ir a la mansión de mi familia.

Un leve murmullo se escuchó entre el grupo. Draco y Blaise intercambiaron miradas, mientras Pansy arqueaba una ceja con una mezcla de curiosidad y cautela. Nadine mantuvo su postura, intentando transmitir la seriedad de la situación.

—Sé que esto es inusual, y que puede parecer extraño, pero es necesario. Al ser un ritual exclusivo de los De Valois-Montmorency, solo se puede realizar allí. Confío en ustedes, y por eso los estoy invitando a un lugar que nunca antes nadie fuera de mi familia ha pisado.

Cuando terminó de hablar, sintió cómo la tensión en el aire se disipaba ligeramente. A pesar de las dudas, todos confiaban en Nadine. Había algo en su mirada, en su presencia, que los tranquilizaba. Después de un breve asentimiento de Draco, quien había estado observándola de cerca, Nadine decidió que era hora.

—Acérquense más —les pidió, levantando su varita. Con un movimiento preciso, sin pronunciar palabra, en un instante desaparecieron de la habitación.

Cuando reaparecieron, estaban en el salón principal de la mansión De Valois-Montmorency. El lugar era impresionante, con techos altos y paredes cubiertas de antiguas tapicerías y retratos que los observaban con ojos inquisitivos. El silencio era casi sepulcral, y la atmósfera, aunque elegante, tenía un aire de misticismo que ponía los pelos de punta.

—Bienvenidos —dijo Nadine, su voz resonando en el salón—. Síganme.

Los guió por los amplios pasillos, que parecían interminables, iluminados por candelabros que colgaban de los techos. A medida que avanzaban, una calma acogedora, pero también aterradora, se instalaba en el aire. Al final del pasillo, Nadine se detuvo frente a una puerta de madera oscura, esculpida con intrincadas runas. Al otro lado de la puerta, todos podían sentir una energía intensa, vibrante.

—Entren —dijo mientras abría la puerta lentamente.

La habitación que encontraron dentro era inusual. El techo estaba abierto, dejando ver un cielo estrellado y una luna llena brillante. En el centro de la habitación, había una mesa de piedra y, sobre ella, un plato de cristal rodeado de runas antiguas. Dentro del plato, ya estaban colocados los anillos que Nadine había mencionado antes. Eran hermosos, trabajados con delicadeza y emanaban un aura de poder.

—Colóquense alrededor de la mesa —les indicó. Obedecieron, formando un círculo en torno al plato.

Nadine respiró profundamente, sus ojos concentrados. Sabía que este momento marcaría un antes y un después. Con voz firme, comenzó a recitar las palabras que darían inicio al ritual.

—Vinculum Tenebris, animas nostras in hoc foedere tutelae unimus, sub umbra lunae et stellarum.
El aire a su alrededor parecía volverse más denso con cada palabra pronunciada. Después de un momento de silencio, Nadine los miró uno a uno.

Atrapado en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora