La Sombra del Odio cae sobre Hogwarts

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La noche había caído sobre Hogwarts, y Draco caminaba rápidamente hacia la biblioteca, su mente ocupada en pensamientos de su día. Sin embargo, antes de que pudiera llegar, una sombra lo atrapó. Sintiéndose repentinamente inmovilizado, no pudo ni gritar ni luchar. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos; fue llevado lejos del castillo.

Al recuperar la visión, la oscuridad y el frío le golpearon, y la angustia se apoderó de él al darse cuenta de que estaba rodeado. Seis estudiantes lo observaban con miradas cargadas de odio, como depredadores que contemplaban a su presa.

—Hoy es el día que vamos a quebrarte, Malfoy —dijo uno de ellos, su voz goteando veneno—. Tanto tiempo escondido detrás de tu apellido... vamos a arrancarte esa arrogancia junto con cada gota de sangre.

Draco intentó levantarse, pero una patada directa al estómago lo tiró al suelo. Jadeó, sintiendo cómo el aire abandonaba sus pulmones mientras las risas resonaban en sus oídos.

— ¿Míralo, eh? Tan frágil. Tan débil cuando no tiene a papá para protegerlo —se burló otro, su voz cargada de desprecio.

Uno de ellos se inclinó cerca de su rostro, sus ojos brillando con malicia pura.

— Vamos a romperte de la peor manera posible, Draco. No solo el cuerpo... no solo golpes. Queremos destruirte por dentro, dejarte vacío, que cuando te mires en el espejo, no reconozcas ni a la basura que te devolverá la mirada —susurró, su aliento cargado de crueldad.

Draco trató de retorcerse, de moverse, pero otro lo sujetó de los brazos con fuerza, inmovilizándolo. El líder del grupo lo miró con satisfacción oscura, una sonrisa retorcida deformando sus labios.

— ¿Sabes lo que hacen las ratas cuando están atrapadas? Muerden. Muerden desesperadas, intentan luchar, pero al final, todas mueren aplastadas —se rió, alzando una daga con intenciones evidentes—. Y tú, Malfoy, no eres más que una maldita rata asustada.

El frío metal de la daga se presionó contra la piel de Draco, rozando su cuello, mientras uno de los estudiantes, el más cruel de todos, agarraba su cabello con una violencia inhumana, obligándolo a mirarlo a los ojos.

— Vamos a mostrarte lo que es el verdadero dolor. No será rápido. No será limpio. Te haremos suplicar por la muerte, y ni siquiera entonces te la daremos. Porque queremos verte arrastrándote como el cobarde que eres.

La daga cortó su piel levemente, dejando una fina línea roja en su cuello. Draco sentía que el miedo lo paralizaba por completo. Los otros lo agarraron con fuerza, rasgándole la ropa, rompiendo su suéter en jirones y dejándolo expuesto.

Uno de los atacantes, el más sádico, lo miraba con una expresión enfermiza.

— Te vamos a dejar tan roto que ni siquiera tu madre podrá reconocerte. Cada vez que te mires al espejo recordarás este día. Recordarás cómo te destruimos... cómo te convertimos en nada.

Con una risa gutural, otro lo golpeó en el rostro con tanta fuerza que Draco vio chispas en su visión. La sangre comenzó a correr por su boca, pero los golpes no cesaron. Sintió cómo le desgarraban la camisa mientras las palabras continuaban lloviendo sobre él como látigos.

— ¿Dónde están tus amigos, Malfoy? ¿Dónde están esos cobardes que siempre te rodean? Nadie va a venir por ti. Nadie te va a salvar. Estás solo. Completamente solo.

Otro de los atacantes, el más brutal, se acercó, inclinándose peligrosamente sobre él.

— Vamos a destruir cada maldito rincón de tu alma, Malfoy. Cuando hayamos terminado contigo, ni siquiera vas a querer vivir.

Atrapado en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora