La luna brillaba intensamente en el cielo, arrojando un manto de luz plateada sobre la casa de Minho. Había pasado el día reflexionando sobre su relación con Jisung y lo que había sucedido en la escuela, pero esa noche su mente estaba ocupada con algo mucho más urgente. La presión de vivir bajo el mismo techo que su padre se había vuelto insoportable, y cada palabra despectiva que había escuchado había dejado una marca profunda en su corazón.
Mientras todos dormían, Minho se levantó de la cama, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que su padre se había quedado dormido tras un largo día de trabajo, y esa era su oportunidad. Caminó con sigilo hacia la habitación de su padre, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La idea de robarle dinero lo hacía sentir culpable, pero estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para ayudar a su madre.
Abrió el cajón de la mesita de noche con cuidado. En su interior había un puñado de billetes, el fruto de un trabajo incansable, pero también de un carácter abusivo. Minho tomó una respiración profunda, mirando a su padre dormir, con la respiración rítmica y pesada, la culpa lo invadió, pero al mismo tiempo sentía una urgencia por escapar, por cambiar su vida y la de su madre.
Rápidamente, llenó sus bolsillos con el dinero que podía llevar sin que pareciera demasiado sospechoso. Los billetes crujían suavemente, y el sonido parecía resonar en el silencio de la habitación. Una vez que estuvo seguro de tener suficiente, salió y se dirigió a la cocina, donde había un pequeño teléfono que había guardado para emergencias.
Marcó el número que conocía de memoria, su corazón latiendo con anticipación. Su madre había estado sola en su pequeño apartamento desde que su padre se había mudado a la mansión, y él sabía que ella también anhelaba escapar de esa vida opresiva.
-¿Hola?- respondió su madre, su voz entrecortada por el sueño.
-Mami, soy yo. Tengo un plan. Quiero que vengas a vivir conmigo, pero necesito que salgas ahora, antes de que suene la alarma. He conseguido dinero-
-Minho, ¿qué estás diciendo? Es muy tarde. ¿Tu padre…?-
-No le digas nada. Por favor, confía en mí. No quiero que sigas viviendo así. Estoy en la entrada de la casa. Te prometo que esto es lo mejor-
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, y Minho sintió cómo el miedo y la preocupación de su madre amenazaban con paralizarlo. Pero cuando ella habló de nuevo, su voz era más firme.
-Está bien. Voy a salir, pero ten cuidado.-
Minho colgó y esperó, su mente llena de imágenes de su madre en la fría casa de su padre. En cuestión de minutos, la puerta de la entrada se abrió con un leve crujido. Su madre apareció, con una expresión de preocupación en su rostro, pero también con una chispa de esperanza en sus ojos.
-¿Qué has hecho, Minho?-preguntó, mirando sus bolsillos abultados.
-He tomado algo de dinero. No es mucho, pero creo que podemos empezar de nuevo. He encontrado un pequeño departamento en el centro. Es solo un lugar temporal, pero es mejor que esto- dijo, sintiendo la urgencia de moverse.
-¿Te das cuenta de lo que haces? Si tu padre se entera…-
-No se enterará. Confía en mí. Esta es nuestra oportunidad- Minho tomó su mano, sintiendo el calor y el amor que siempre había estado ahí, a pesar de las circunstancias.
Su madre dudó un momento, pero la determinación en los ojos de su hijo la convenció. Comenzaron a caminar rápidamente, tratando de no hacer ruido. Minho sintió cómo la adrenalina corría por sus venas mientras cruzaban el jardín y se dirigían hacia la calle, lejos de las sombras del pasado.
Al llegar al pequeño edificio donde se encontraba su nuevo hogar, Minho sintió que su corazón se aceleraba. Era un lugar sencillo, pero con suficiente espacio para los dos. Sin embargo, había un detalle que no había considerado: su madre estaba cansada. La había visto luchando, pero nunca se había dado cuenta de cuán agotada estaba realmente.
-Mamá, ven aquí- dijo Minho de repente, viéndola tambalearse un poco. Con suavidad, la tomó en brazos, sintiendo su peso familiar y la fragilidad de su cuerpo.
Ella lo miró con sorpresa, pero no protestó. En su mirada había una mezcla de gratitud y amor. Minho sonrió, decidido, tenía que protegerla, no solo de su padre, sino también del mundo exterior que podría ser cruel.
Con su madre en brazos, Minho caminó hacia el apartamento, sintiendo cómo la brisa nocturna acariciaba su rostro. La puerta del edificio se abrió con un chirrido, y él se detuvo un momento para mirar el lugar donde comenzarían de nuevo. La luz del pasillo iluminaba el espacio, revelando paredes que necesitaban una mano de pintura, pero que también prometían un futuro diferente.
Finalmente, llegaron a su pequeño apartamento. La dejó suavemente sobre el sofá, asegurándose de que estuviera cómoda. Luego, se apresuró a recoger las maletas que había preparado con ropa y otras cosas esenciales. En el fondo de una de las maletas, había un par de recuerdos que había guardado de su infancia: fotos de ellos dos, riendo y disfrutando de días más felices.
-Este lugar puede no ser perfecto, pero es nuestro- dijo Minho, sentándose junto a su madre mientras desempacaba. Ella sonrió, con lágrimas brillando en sus ojos.
-Gracias, Min. No sé qué haría sin ti- dijo su madre, tocando su mano con cariño.
-Nunca más estarás sola, mamá. Te prometo que siempre estaré aquí para ti-
Ambos se quedaron en silencio, sintiendo la calidez de su conexión. Era el comienzo de un nuevo capítulo, uno que prometía ser mejor que el anterior. Minho sabía que no sería fácil, que habría desafíos y momentos difíciles, pero estaba decidido a enfrentar cada uno de ellos.
Esa noche, mientras se acomodaban en su nuevo hogar, Minho sintió que finalmente había tomado el control de su vida. Sabía que con su madre a su lado y un nuevo propósito en su corazón, estaba listo para enfrentar lo que viniera. Aunque el camino sería incierto, había un destello de esperanza que iluminaba su futuro, y eso lo llenaba de determinación.
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🍯💫🥞
Sippp, aqui viene el Minho bueno
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✧༺ 𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐋𝐚𝐬 𝐑𝐢𝐬𝐚𝐬༻✧
RomancePara Minho, las bromas son solo un juego, una manera de reafirmar su estatus social entre sus amigos. Pero, mientras él ríe, Jisung lucha con las heridas invisibles que cada comentario le deja. Sin embargo, bajo las risas y el desprecio, algo más pr...