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Al día siguiente, la atmósfera en el hospital era tranquila, el único sonido perceptible era el suave zumbido de las máquinas y el susurro de las cortinas cuando una brisa ligera las agitaba. Jisung estaba recostado en la cama, mirando al techo, aún algo aturdido por lo ocurrido. Sabía que lo habían hospitalizado por su debilidad, y aunque su cuerpo comenzaba a recuperarse, su mente aún estaba cargada de dudas y miedos.

Desde el día anterior, no había dejado de pensar en Minho. El Alfa había estado tan preocupado por él, más de lo que Jisung alguna vez hubiera imaginado. Por un momento, todo parecía irreal, como si estuviera viviendo una vida ajena. Minho, aquel chico que lo había molestado durante tanto tiempo, ahora se mostraba genuino y protector. Todo era tan confuso.

Aún sumido en sus pensamientos, escuchó un suave golpeteo en la puerta.

-¿Puedo pasar?- La voz de Minho se escuchó desde el otro lado, firme pero contenida.

-Sí… pasa- respondió Jisung, un poco nervioso.

Minho abrió la puerta con cuidado y entró en la habitación. Llevaba una pequeña bolsa en la mano, pero lo que más sorprendió a Jisung fue el hombre que lo acompañaba. De pie junto a Minho estaba su madre, un Omega de aspecto gentil y cálido, con una sonrisa apacible en su rostro.

-Hola, Jisung- saludó Minho, acercándose con pasos lentos. Luego, giró hacia su madre -Esta es mi madre, quería conocerte-

La madre de Minho se acercó a la cama, con una ternura que desarmó por completo a Jisung. Le tomó la mano con suavidad, dándole un apretón cariñoso.

-He escuchado mucho sobre ti- dijo ella, sonriendo -Mi hijo no ha dejado de hablar de cómo quería venir a verte. Estoy muy agradecida de que hayas aceptado que te acompañara hoy-

Jisung se sintió abrumado, pero en el buen sentido. Las palabras amables de la madre de Minho lo hicieron sentir valorado, algo que no había experimentado en mucho tiempo. Le devolvió la sonrisa, aunque tímidamente.

-Gracias por venir…- susurró, sintiendo un nudo en la garganta.

-No tienes que agradecer nada, cariño. Estoy feliz de que Minho haya encontrado a alguien especial- respondió, guiñándole un ojo a su hijo, quien rápidamente se sonrojó.

Minho carraspeó, intentando recuperar la compostura.

-Bueno… traje algunas cosas- dijo, alzando la bolsa que había traído consigo -No son bombones esta vez, pero traje algo de comida que pensé que te gustaría. Y no te preocupes, es saludable- añadió con una sonrisa torcida.

Jisung miró la bolsa con cierta reticencia. Aunque sabía que necesitaba comer, seguía luchando con su propia imagen corporal y las inseguridades que lo habían acompañado durante tanto tiempo. Pero cuando levantó la vista y vio la mirada preocupada de Minho, algo en su interior cambió. Este Minho, el que estaba frente a él, no era el mismo que lo había lastimado en el pasado. Este era alguien que, de alguna manera, se preocupaba genuinamente por él.

-Gracias…- murmuró, extendiendo la mano para tomar algo de la comida.

Minho se sentó a su lado, observando cada uno de sus movimientos con atención. El ambiente en la habitación era tranquilo, pero lleno de una tensión emocional. Jisung, sin saberlo, estaba dando pasos hacia algo nuevo, hacia una relación que nunca había imaginado posible.

Pasaron varias horas en las que conversaron de todo y de nada. La madre de Minho les dejó tiempo a solas después de un rato, comprendiendo que necesitaban hablar sin interrupciones. Se despidió de Jisung con una caricia en el cabello y salió de la habitación, dejándolos a ambos sumidos en un silencio cómodo.

✧༺ 𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐋𝐚𝐬 𝐑𝐢𝐬𝐚𝐬༻✧ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora