NO PODRÁN EVITARLO

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MAEGOR

Años han pasado desde que fuimos una familia realmente unida. El poder se mantiene firme, y aunque presentamos dificultades tras la muerte de la reina Rhaenys, el reino jamás se enteró de ello. El luto no fue eterno, jamás lo sería, por lo menos no para Aegon. Tiene un reino que liderar y un hijo del cual hacerse cargo.

Las visiones seguían atormentando al mísero rey, que luchaba por mantenerse fuerte, olvidando en su dolor que no estaba solo, y que una familia depende de él. Bueno, en realidad, dos hijos que se sienten abandonados por un padre ausente. Unos más que otros, y esa era Viserra. Mi dulce niña pasaba horas llorando en mis brazos; ya no se sentía como su princesita. Está más que claro que Aenys siempre será su niño de oro, pero nuestro padre olvida que no es solo él quien importa. Y aunque poco me afecta, ver a Viserra sentir que ha sido completamente olvidada por él es lo que realmente me llena de cólera.

No solo debía lidiar con tener una intrusa en la familia, sino que también fue encargada por padre a enseñarle sobre nuestra familia. Ceryse no para de vivir tras las faldas de mi amor, ella es demasiado amable como para rechazarla. Sus insultos no desequilibran el porte de la Hightower, pero tampoco puedo permitirle dejar que la vuelva alimento para Sunwings, quien ansia devorarla.

He intentado retrasar el matrimonio todo lo que me sea posible, todo por ella, y aunque llora en mis brazos, solo buscando consuelo en mi ser, ella sigue molesta por todo lo que está pasando. A veces se le olvida, y otras vez me odia tanto como para no quererme cerca.

Pero ya no puedo seguir retrasando lo inevitable, y después de seis lunas solo enviando cartas y visitas que solo duran un día o dos, el rey decide hacer acto de presencia. No puedo negar que me llena de satisfacción ver como esperaba que su princesa corriera a sus brazos como tenía por costumbres a solo pasar de él, pero Viserra no es tonta, tal vez sea un tanto ingenua, pero sabe lo necesario para ya no tener el mismo afecto por él.

Estaba parado frente al trono, con la mirada de Aegon clavada en mí, cargada de desaprobación. Sabía que estaba a punto de recriminarme por el constante retraso del matrimonio, pero, aunque intentara sermonearme, jamás lograría hacerme sentir su autoridad. No porque fuera a ignorar sus palabras, sino porque simplemente no puede. No soy Aenys, no soy el hijo de la mujer que ama, pero soy todo lo que él hubiera deseado tener como primogénito, y eso, en su mente, es penitencia suficiente.

Por un momento, lo entiendo. Entiendo que no me quiera. Pero lo que jamás comprenderé es cómo puede no puede tratar a Viserra como trata a Aenys. Es imposible no amarla. Todo de ella es perfecto. Su risa, su mirada, su forma de hablar... Cada pequeña cosa de mi hermana es única, es suya y, al mismo tiempo, mía. Aunque pensándolo bien, ¿cómo podría él amar a alguien que no proviene de su "amada Rhaenys"? Aunque no soy ajeno al hecho de que nunca amaría a un hijo que no venga de mi dulce niña.

El silencio entre nosotros se volvió insoportable hasta que el rey rompió la tensión.

—Has retrasado este matrimonio por demasiado tiempo, Maegor —su voz era firme, casi acusadora—. ¿Cuál es la excusa esta vez?

Mi mandíbula se tensó al oír su tono, pero mantuve la calma.

—No hay excusa, padre. Solo circunstancias.

—¿Circunstancias? —replicó con una risa amarga—. Ceryse está esperando, su familia está esperando. No puedes seguir postergando lo inevitable.

Apreté los dientes, el resentimiento creciendo en mi pecho. No era la primera vez que Aegon me imponía algo que detestaba, pero esta vez era demasiado. No podía contener más la frustración, y antes de salir, me giré hacia él, el veneno en mis palabras brotando sin control.

OUR LOVE ── 𝐦𝐚𝐞𝐠𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora