VISERRA
Sentía las suaves caricias de las manos de mi madre deshaciendo con cuidado mis trenzas. Cada gesto era delicado, casi como si temiera que pudiera romperme, y el sonido de su voz me envolvía con una melodía que conocía desde la infancia. La había cantado tantas veces cuando tenía miedo, cuando el mundo parecía demasiado grande y oscuro, y sus manos en mi cabello eran la única certeza. Aquellos recuerdos ahora me llenaban de una nostalgia tan amarga que dolía.
Porque a mi lado, siempre estaba él.
Maegor y yo, acurrucados en las piernas de nuestra madre, mientras ella acariciaba nuestras espaldas y nos susurraba palabras que solo los dragones entienden. Aquellos momentos de paz, de una unión que parecía inquebrantable. Pero ahora... ahora estaba sola. Él no estaba aquí. Nadie estaba.
El silencio era asfixiante. Los gritos, el caos, las voces que clamaban en el salón... todo eso había quedado atrás. Ahora solo quedaba el latido pesado de mi corazón golpeando con fuerza contra mis oídos, cada pulso me recordaba que todavía estaba viva, mientras algo dentro de mí moría un poco más con cada respiración.
Mis ojos ardían de tanto llorar, de tanto sufrir, pero las lágrimas ya no salían. ¿Cuántas lágrimas más podría derramar por él? Mi madre se detuvo un momento, notando mi tristeza infinita.
—Todo estará bien, hija —susurró suavemente—. No te estoy apartando de él, sino de su furia. No puedo permitir que te arrastre con él esta vez.
Esas palabras, aunque dulces, solo intensificaban el vacío en mi pecho. ¿De su furia? Pero él era la furia y el fuego, y yo había sido siempre su llama. ¿Cómo podía separarme de lo que me daba vida?
—No entiendes —murmuré casi sin aliento, mis labios temblando—. Madre, no es solo su furia. Es todo. Él es todo para mí...
Pero madre solo cantaba, intentando envolverme en esa vieja melodía, aquella que había traído consuelo cuando éramos niños. Pero ahora, todo eso se sentía tan lejos, tan imposible. Ya no éramos aquellos niños buscando refugio en el regazo de nuestra madre.
Todo había cambiado, y el mundo que conocíamos se derrumbaba a nuestro alrededor.
El ruido de la puerta abriéndose me hizo desviar la mirada. Padre había entrado, con el peso del mundo reflejado en sus ojos. Se veía cansado, resignado... y herido. Ya no parecía el rey imponente que todos temían, sino un hombre derrotado por los hilos de su propia familia. Al acercarse, se dejó caer pesadamente en un sillón cercano, abandonando todo rastro de realeza y dignidad en ese gesto.
—Los maestres dicen que estarán bien —dijo, con la voz apagada—. Aenys vivirá. Maegor... solo tiene cortes mínimos en sus manos.
Su mirada, cargada de un dolor que nunca le había visto, se posó en mí. No era la mirada del rey, sino la de un padre roto, lleno de temor, duda... e incluso, pidiendo perdón. Pero no podía perdonarlo. No ahora. No después de todo lo que me había hecho sentir, de toda la rabia y el desamparo que él mismo había sembrado en mí.
Él había causado esto, todo este caos y dolor. Yo era un reflejo de sus decisiones, de sus órdenes, de su control. Y sin embargo, allí estaba, esperando, como si mi perdón pudiera aliviar el desastre que él mismo había permitido.
—Déjanos solos. Quiero hablar con ella —le dijo a mi madre con un suspiro cansado, como si cada palabra le costara más de lo que quisiera admitir. Se quitó la corona con manos temblorosas y la dejó a un lado, como si ya no tuviera sentido cargar con ese peso en este momento.
Madre me dio un último apretón suave en el hombro antes de retirarse, sus ojos reflejando la preocupación que no podía ocultar. El eco de sus pasos se desvaneció en el pasillo, y entonces el silencio en la habitación se volvió palpable, tan denso que apenas podía respirar.
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OUR LOVE ── 𝐦𝐚𝐞𝐠𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧
Fanfictionᴏᴜʀ ⎯⎯⎯ belonging to or associated with one or more people. ໒꒱ Donde Maegor solo tiene ojos para su dulce Viserra, pero el deber y el amor se interponen entre lo que alguna vez uno de ellos creyó tener. ˎˊ˗ ʟᴏᴠᴇ ⎯⎯⎯ an intense feeling of deep affe...