PRINCESA VISERRA

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OMNICIENTE

Viserra no deseaba estar en sus aposentos. Aunque las cuidadoras intentaban hacerle compañía, se sentía sola y aislada. La soledad pesaba sobre ella como una capa de nubes oscuras. Decidida a buscar consuelo, se dirigió a los aposentos de su madre, la reina Visenya.

Con pasos ligeros, atravesó los fríos pasillos del castillo. Su pequeño cuerpo parecía insignificante al pasar por las enormes puertas que conducían a los aposentos reales. Al entrar, la magnificencia de la habitación de su madre la envolvió. Las paredes adornadas con tapices antiguos, el suave resplandor de las velas y el aroma a incienso creaban un ambiente cálido y acogedor.

Visenya estaba sentada junto a la ventana, perdida en sus pensamientos mientras observaba el paisaje. La luz del atardecer se filtraba a través de los cristales, iluminando su rostro con un resplandor dorado. Al escuchar los suaves pasos de su hija, levantó la vista y una sonrisa maternal iluminó su expresión.

—Ñuho glaeso hurūs (Luna de mi vida). ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Visenya con dulzura, extendiendo una mano hacia su hija.

Viserra corrió hacia su madre, dejando caer cualquier semblanza de formalidad. Se abrazó a su cintura, buscando la seguridad y el cariño que solo una madre podía ofrecer.

—No quería estar sola. —murmuró Viserra, su voz apenas audible.

—Aquí nunca estarás sola, querida. —respondió Visenya con firmeza y ternura. —Siempre puedes venir a mí.

Viserra se relajó en el abrazo de su madre, sintiendo cómo el peso de la soledad se desvanecía lentamente.

—Kepa está regañando a Maegor. —Viserra miro a su madre con preocupación. —¿Él estará bien?

—Por supuesto, todos los hermanos tienen enfrentamientos. Maegor estaba preocupado por ti y por eso reacciono de esa manera. —Visenya acunó las mejillas de su hija. —Pero él también sabía que su hermano no estaba en la condición de enfrentar una pelea, por eso tu padre está cumpliendo con su deber de señalarle aquello.

Viserra asintió lentamente, intentando encontrar consuelo en las palabras de su madre. Sin embargo, la preocupación aún nublaba su joven corazón.

—Pero ¿y si Maegor no entiende? ¿Y si se enfada más?

Visenya sonrió con suavidad, sus ojos llenos de sabiduría y amor.

—Maegor es fuerte, pero también es inteligente. Sabe cuándo ha cometido un error y, aunque no le guste admitirlo, escucha a su padre. Todo esto pasará, mi pequeña. Y tú, como su hermana, puedes ayudarle a recordar por qué es importante cuidar de los que amamos, incluso cuando estamos enojados.

Viserra se relajó un poco más en el abrazo de su madre, sintiendo cómo el peso de la preocupación comenzaba a desvanecerse. En esos momentos, entre los brazos protectores de Visenya, encontró un refugio que ningún otro lugar podía ofrecerle.

En ese momento los aposentos de la Reina fueron interrumpidos por el guardia

—Su majestad —dijo un guardia al entrar apresuradamente—, lamento interrumpir, pero el dragón de la princesa ha atacado a uno de los cuidadores. La situación está bajo control, pero el cuidador está herido.

Visenya se levantó inmediatamente, su expresión pasando de ternura a preocupación en un instante. Viserra, todavía aferrada a su madre, miró con ojos llenos de pánico.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Visenya con firmeza, aunque su voz mantenía la calma.

—Parece que el dragón se alteró por algo y atacó al cuidador. Los maestros de dragones están tratando de calmar a la bestia —explicó el guardia—. El cuidador está siendo atendido, pero necesitará atención de un maestre.

OUR LOVE ── 𝐦𝐚𝐞𝐠𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora